El debate del museo reina sofía
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Arte
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Se nos vende que la reestructuración en el Museo Reina Sofía es feminista, pero está lejos de serlo. Para empezar porque más de la mitad de las salas están 'cerradas temporalmente', afectando a espectadores y vigilantes preocupados por una cuestión que, a pesar de ... ser burocrática, se podría haber tenido en cuenta antes de inaugurar un proyecto tan ambicioso.
La prioridad de los cuidados, eje central del feminismo, está poco presente en este sentido, como en la precarización de las mediadoras. Por lo menos, tras la tensión de las últimas semanas, ahora sabemos que Manuel Borja-Villel va a descolonizar también su puesto para dejar hablar a otras voces. Porque hacen falta sistemas de renovación y cuotas para que las cosas realmente cambien.
Aplastante preponderancia
Lo comprobamos en la presencia de mujeres en la exhibición de los fondos. Aunque se agradecen las mejoras, la realidad al pasear por los primeros episodios es una aplastante preponderancia de obras de hombres con algunas 'salpicaduras' de mujer dispersas por varias salas (se llama 'transversalidad') y ciertas habitaciones con temática femenina ('Mujeres en vanguardia', 'Artistas mujeres y tardofranquismo'…); concesiones que, como apunta Rocío de la Villa en la revista de MAV, «subrayan otras carencias, como la no inserción o escasez de obras de artistas mujeres en micronarrativas no signadas por el género». Parece que hay mucho maquillaje terminológico ('tejer redes', 'política de los afectos', 'cuidar'…) y poco feminismo efectivo.

Por ejemplo, al articular la temática del exilio se dice recurrir a personalidades que 'tejen' relaciones, pero los focos en salas con nombre propio son solo hombres (Max Aub, Renau, Val del Omar). Esta suerte no les llegará a ellas hasta el final del recorrido (Dora García, Rosa Barba…). En la cuarta planta (de la primera, ni hablo), abierta ex profeso a los críticos de ABC Cultural, encontramos 13 habitaciones con denominación de varón y ninguna de mujer, ni siquiera la dedicada en exclusividad a Tanning y Bourgeois, titulada 'El cuerpo y la casa'. Pues ya le podían haber dado una 'casa' más grande a la araña.
En la misma planta, llama la atención que la sección 'Los encuentros de Pamplona' sea solo masculina y no aparezcan figuras clave como Esther Ferrer o Paz Muro. De hecho, a pesar de que el museo atesora una decena de obras de la primera y más de una veintena de la segunda, ambas están ausentes en la reordenación. Se me ocurre que la obra de Muro 'Influencia cultural, y nada más que cultural' podría servir de cuota simbólica dentro de apuesta extradisciplinar por la arquitectura, que ocupa varias salas, pero no ofrece ni una sola arquitecta. Ahí lo dejo.
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