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Corcobado: «En la música somos unos aficionados. El profesional es Dios»

El compositor y escritor publica 'La música prohibida' (ed. Liburuak), una potente novela de 800 páginas en donde cuenta sus mil y una vidas como esteta del ruido, cantante de boleros, exadicto, buscador de lo divino...

'Corazón de poeta', por Jesús Lillo

Javier Villuendas

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Llega con unas Rayban de cíborg, nos graba y fotografía con ellas, también le puede saltar el Spotify de improviso. Javier Corcobado (1963, Frankfurt) acaba de publicar 'La música prohibida', una potente novela sobre su potente vida en 806 páginas, aunque cree que la existencia de cualquiera es alucinante. Lideró las bandas 429 Engaños, Mar Otra Vez, Demonios Tus Ojos y voló en solitario, el encomiasta del ruido que amaba la canción ligera. Insospechado pionero del skate en España, esta ambiciosa obra es su puñetazo en la mesa narrativa, donde ya había golpeado fuerte de letrista, claro, y publicado poemarios y otra novela, un probable nuevo hogar creativo del mañana ermitaño en su bosque en el País Vasco, fotografiando al fondo de su corazón, mirándole siempre a los ojos.

-¿Qué es verdad?

-Todo. La concebí como una novela, lo que pasa es que el personaje que me quedaba más cerca era yo. Está basada en mi vida hasta el año 2023 y, no sólo, sino hasta 2063. El último capítulo es ciencia ficción.

En estos momentos, llega el camarero y una confesión: «He dejado de fumar y el alcohol lo dejé en enero. Me voy desprendiendo poco a poco de cualquier adicción, aunque sean vicios saludables. Intento ir eliminando manías porque el ser humano va envejeciendo y en vez de liberarse de manías, va acumulándolas. Lo he visto en otras personas y no quiero que me suceda, es muy incómodo para quienes viven a tu alrededor. Una persona maniática llega a ser insoportable».

-En su fase como mujer, ¿qué quería experimentar?

-Quería saber cómo se siente una mujer para poder escribir como una mujer realmente sintiéndolo, interactuando con la vida normal, con la realidad. Entonces decidí que me iba a vestir de mujer todos los días, asumí que era mujer sin tener sexo. Fue una época totalmente asexuada. Salía por la mañana a comprar al supermercado vestido de mujer y nadie me conocía como Javier. La transformación era tan buena que sí me parecía una mujer realmente. Fue muy doloroso volver a ser hombre, lo mejor de este mundo es la mujer. A su vez es lo más difícil de comprender, como todo lo que es divino.

-Nace en Frankfurt en 1963, y pronto llega a Los Álamos (Vallecas). Dice que lo peor de su generación son las falsas libertades impuestas por el PSOE.

-El que entrara un partido de izquierdas al poder, sobre todo para mis padres, que eran trabajadores, pues tenían las esperanzas puestas en el partido. Mi primera decepción con la democracia fue con Felipe González y el referéndum de la OTAN. Luego estaba empezando a morir gente de mi generación en Vallecas, la irrupción de la heroína… Soy realmente apolítico. A veces digo que soy anarquista, pero de manera poética, detesto la violencia en cualquiera de sus maneras. Solo acepto la violencia como algo para crear mis obras, que le suceda a personajes de ficción. Ahí la tolero. Pero en la vida real es algo que me asquea muchísimo. Cualquier tipo de violencia, y casi más la psicológica, esta que va minando la moral de una persona hasta llevarla a la desesperación, hasta la enfermedad, eso es horrible. La democracia ya no es creíble para mí. Es un sistema político que ha funcionado algunas veces, pero nada cambia en realidad. Al final, quien llega al poder toma lo que han dejado los otros, lo intenta manejar como puede, a veces hay buenas intenciones, y esas buenas intenciones no se pueden llevar a cabo por impedimentos. Es difícil gobernar, gestionar un bienestar de la humanidad siendo tantos seres humanos como somos.

-En su adolescencia, fue pionero del skate en España.

-De las épocas más bonitas que he vivido. Gracias a mi padre, que me trajo un monopatín y no sabíamos lo que era. Fue en el año 1976 y tuve que aprender a manejarlo. Descubrir ese artefacto, ese vehículo no contaminante tan básico, tan simple, una tabla con cuatro ruedas, me dio muchísima libertad y me sacó mucho del gueto. Gracias a esa tabla conocí mucho más Madrid, conocí a muchísimas otras personas que no habría conocido. Siempre digo: 'La providencia es sabia y no sólo es sabia, sino que es la mejor poetisa'. Gracias al monopatín conocí a personajes de lo más pintorescos. Como Clipper Ledgard, el hijo del presentador de Un, dos, tres, responda otra vez', que entonces funcionaba el programa y, de hecho, fuimos invitados como público. Clipper era una persona muy divertida y un gran maestro del monopatín. Él nos enseñó muchas cosas porque empezó antes que nosotros. Justo se muere Franco y ves adolescentes patinando por las calles y parecíamos marcianos, ¿no? De hecho, la Policía nos perseguía a veces: '¿Qué estáis haciendo?'. Algún policía se subió para probarlo. Fuimos hasta profesionales. Es decir, sponsorizados por California Sun, por Pepsi incluso, hacíamos exhibiciones, viajábamos por toda España... Gracias al monopatín conocí muchas ciudades de España.

-France Gall y Los Sex Pistols, sus epifanías en lo musical.

-Y escuchar a Suicide en la radio, en un programa de Diego Manrique. Son tres puntos que me lanzan directamente a querer hacer rock and roll, de conexión directa con la música. Era algo emocional, es como cuando ves pasar a una mujer y dices: «Es la mujer más hermosa que he visto en mi vida». Cosa que a mí me ha ocurrido con mi mujer. No puedes explicarlo. En el caso de France Gall, yo era un niño y me parecía una especie de ángel que cantaba esa canción en Eurovision, la música me poseyó de tal manera… Los Sex Pistols, en el 77, fue: 'Esto es rock and roll'. O sea, ya conocía cosas de Elvis Presley, Chuck Berry o Beatles, pero con eso me identifico más porque está sucediendo ahora mismo. No he pertenecido a ningún movimiento, pero el punk fue un detonador.

-¿Qué revolución se puede hacer contra el sistema que no acabe devorada por el sistema?

Algo que no puedas poner a la venta, algo que regales. Por eso yo quiero ser de mayor editor de sueños. A mí me gustaría ser ligeramente multimillonario, como decía Dalí. Desgraciadamente, todo está relacionado con el dinero, hasta respirar. Nacer cuesta dinero, mucho. Y ya no sólo el sistema capitalista, da igual. Si tienes fortuna y puedes ayudar a gente que tiene talento, que no se les conocería jamás, e implicaría que mucha gente no aprendiera cosas buenas de ellos, pues eso sería una putada. O sea, ser una especie de mecenas, el mecenas que yo no he tenido nunca, porque yo he tenido que luchar a brazo partido para difundir mi obra. Me gustaría regalar mis canciones, te lo juro. Tocar gratis, para muchísima gente, no cobrar. Ojalá pueda hacerlo algún día, poder permitírmelo y salirme de la industria. Si viviera en un país comunista sería distinto, pero sería igual. De alguna manera el dinero se lo llevan otros.

-Cuando hace la mili en Tenerife, rompe cristales en el baño a la vez que su pareja de entonces simula una violación.

-Mi inquietud es escuchar lo que no he escuchado y, si no, crearlo. En aquella época de experimentación, de cortar cassettes y empalmarlos, me enteré que se había hecho en la música contemporánea y que existía John Cage, yo no sabía nada de eso. A mí me llamaba mucho el movimiento dadaísta de principios del siglo XX, me fascinaba Tristan Tzara y esos actos vandálico-artísticos que en un principio parecía que no tenían ningún sentido, que parecían un acto anarquista y, luego, comprendes que eso lleva a un surrealismo, a otra manera de ver el arte, de vivirlo, de experimentarlo.

-¿La recepción de esta investigación sonora cómo era?

-Horrible, la gente se llevaba las manos a los oídos. El ruido siempre me ha excitado y me ha relajado, cosa que a otras personas les saca de quicio. Arañar con un tenedor un plato es un sonido que me fascina. Estos experimentos también servían para echar a las visitas molestas (risas).

-¿Qué diferencia el sonido horrísono del ruido?

-El horrísono es un ruido que te molesta. Es una conversación de una pareja de vecinos que se están insultando y humillando el uno al otro. Eso es horrísono, es desagradable, es muy feo. Aunque haya personas que les pueda agradar, a mí ese ruido no me gusta. Me refiero más a los ruidos habituales de las ciudades, ese ruido eléctrico que es muy cercano a Dios, porque es muy difícil de describir también. A veces lo sientes, incluso físicamente, otras veces lo oyes. Retomo el ejemplo de rascar con un tenedor un plato, que lo he hecho en una canción. Cuando asumes un ruido molesto, que incluso puede ser horrísono en principio, y lo conviertes en algo eufónico, es decir agradable de escuchar, es música. Y es irrebatible decir que eso no es música, es música.

-Buscaba crear algo nuevo que causara estupefacción y rechazo, pero que tuviera alma. ¿Por qué desagradar?

-La provocación, esa provocación punk… Provocas ¿y qué recibes? Puedes recibir un escupitajo o puedes recibir una gran conexión con alguien que te abraza y te dice: 'Menos mal que existes, porque si no existieras me moriría, menos mal que me puedo sentir identificado con alguien como tú'. Que te digan algo así, joder, ya es algo. Entonces, esa provocación es importante también en esa época. Y también es miedo, porque eres joven, estás creando, y dices: 'Prefiero causar rechazo a ser bien recibido'. Porque a lo mejor no eres bien recibido y tienes rechazo… Un poco de cobarde.

-Con 429 Engaños debuta en un concierto desacompasado y desafinado. La gente se va y solo se quedan 10. ¿Un éxito?

-Sí, un gran éxito. Es lo que realmente queríamos. Lo que nos importaba era la música que estábamos haciendo, una música ordenada de una manera que creíamos que nadie la estaba ordenando. Así hasta que descubrimos a The Pop Group, descubrimos la New Wave neoyorquina, que todo está ordenado... pero, por mi parte, había cercanía hacia lo disonante. Éramos tan ingenuos que creíamos que éramos los más raros, los más originales del mundo, no teníamos demasiadas referencias de estos grupos. Luego fui conociendo mucho más. El sello Cherry Red, que me hice asiduo, Rough Trade... Descubrir a The Pop Group fue la hostia. O James Chance & The Contortions. Descubrí tarde a The Velvet Underground, una manera de generar ternura y ruido con la que yo comulgaba perfectamente, porque era lo que más me gustaba. Suicide, por ejemplo, esa ternura de Alan Vega cantando a lo Elvis Presley con unas bases tremendas electrónicas de Martin Rev creando escenas apocalípticas, y, sin embargo, cantando dulcemente. O pegando unos gritos horribles. A mi Alan Vega me hizo gritar. Cuando escuché 'Frankie Teardrop', esos gritos aterradores, dije: 'Puedo gritar yo también'. Lo apliqué a 429 engaños, y gritaba mis poemas, los declamaba, y fue otra cosa muy bonita, como el monopatín, que también me dio mucha libertad. Y eso degeneró o evolucionó hacia Mar Otra Vez, que ya era más pop. 429 engaños era un caos.

-Con Mar Otra Vez también fueron incomprendidos.

-Si una compañía de discos te vende como los más raros de la escena nacional, pues también influye. A mí Mar Otra Vez me parece muy rock and roll y Demonios Tus Ojos, más todavía. Bueno, dentro de lo que había, si lo comparas con los grupos así... Los únicos que respetábamos nosotros, de coetáneos, eran Derribos Arias, Esplendor Geométrico, Aviador Dro... Además, nos conocíamos e interactuábamos mucho en Madrid, teníamos tertulias sobre música y nos respetábamos mucho. También éramos muy snobs, ese rollo que te posee en la juventud de que eres la hostia y te conoces la canción más extraña de la Velvet Underground.

-En esa búsqueda de experimentación radical, se come sus heces.

-Fue en la mili también, en el piso que compartimos. Me di una ducha y estaba el váter ocupado, y en la ducha tuve que hacer cosas… y entonces probé un trocito y dije: 'Qué asco, no lo puedo tragar'. Experiencias fuertes de voy a probar de todo, voy a probar drogas y voy a probar esto. Luego me enteré que Picasso era comprófago, era una de sus perversiones sexuales. A Picasso le gustaba comer las heces directamente de sus amantes, según cuenta Manuel Vicent en un libro. Puede ser verdad o no, pero es algo que puede provocar una conversación de snobs como en estos momentos (risas).

-¿Esa experimentación extrema cuándo se diluye?

-Se diluye al poco tiempo, porque ya es muy peligroso. No solo peligra tu vida, sino que puede peligrar la vida de alguien que está a tu lado llevando las cosas a extremos muy potentes. El experimentar por el experimentar artísticamente sí le puse fin en algún momento. Luego ya sucedieron cosas vitales que no son experimentos, que son cosas de la vida que te llevan también a rozar la muerte. Se habla mucho de mi vida cercana siempre a la muerte. Es muy atractivo eso, ¿no? Ese morbo que nos gusta a los humanos como de 'El Caso'. Pero cada persona está muy cerca de la muerte todos los días. Es muy importante despertar por la mañana y pensar que te puedes morir. No tenerlo como una obsesión, pero decir: 'Me despierto. Quizá hoy me muera, no pasa nada. Voy a intentar que sea un día muy feliz'.

-Leyendo 'Música prohibida', da la sensación que está mucho más en su elemento en esta época más madura y tranquila. Si es así, ¿tiene la sensación de haber llegado tarde a esta etapa?

-Gracias, sí. Hombre, nunca llegas tarde si llegas. Esto tuvo mucho que ver con encontrar el amor verdadero de mi vida y comprender mejor el amor. Me llegó con eso y a partir de ese momento he ido reflexionando mucho más sobre las cosas de la vida y he visto muertes cercanas de familiares. Cuando vas viviendo eso entiendes más cosas. Es cierto que me siento más cómodo viviendo una vida más tranquila. He sobrevivido a todos esos accidentes, llamémosles así, creo que por una fortaleza física y mental bastante grandes. ¿Cómo voy a crear una familia si soy un desastre? Y la logras crear y van pasando el tiempo y sigues en la familia, y ves crecer a tus hijos y ves que amas a tu pareja, y dices: 'Joder, me llegó tarde pero qué bien que me haya llegado'.

-Mar Otra Vez eran «como Atila, el huno, que cuando llegábamos a los sitios ya nunca más nos llamaban». Os tildaron de violentos. ¿Cómo eran sus shows?

-Había gente que se espantaba, pero no de aburrimiento, había gente que incluso le causaba malestar físico. O sea, le incomodaba porque tampoco habían tenido unas experiencias musicales muy amplias. Si hubiera habido más cultura musical en España, que había muy muy poca, seguramente habrían entendido mejor a Mar Otra Vez. Es un poco exagerado lo de Atila. No éramos nosotros, teníamos un público punk que sí venía a nuestros conciertos y algunos montaban ambiente un poco extremo. Venía un público, digamos, más intelectual, más universitario, también punk, góticos o siniestros, como se les llamaba antes. Pero nosotros no teníamos una actitud violenta, éramos muy intérpretes. Sí recuerdo una ocasión en el Templo del Gato en Madrid, que sólo había 10 personas mirándonos en el escenario, muy atentas, y luego como 20 en la barra hablando, tomándose copas. Y ese día me revolví, me dio mucha rabia que la gente no nos estuviera escuchando. Entonces seguí cantando, subí en la barra y empecé a tirar a patadas todas las copas que estaban tomando. Y, claro, todo el mundo quería venir a por mí. Pero fue bueno porque ya prestaron atención (risas). Luego creo que me descontaron las copas del caché. O no, no me acuerdo.

-Con Demonios Tus Ojos telonearon a Sonic Youth. Y se bebieron las 20 botellas de champán que encargó Thurston Moore y compañía…

-Sonic Youth era un grupo que tuvo un éxito merecido. Entonces los trajeron de gira y se veía que era un grupo que estaba asumiendo su éxito. Tengo clarísimo que en la sala Zeleste en Barcelona pidieron 20 botellas de champán bueno y no bebían. Yo creo que para comprobar si eran tan importantes. No bebían, eran realmente profesionales, sobre todo Kim Gordon y Thurston Moore. Entonces... Nosotros éramos más golfos y más bebedores. Lee Ronaldo sí bebía también.

-¿Qué tal de transgresión los grupos de la Movida desde su punto de vista?

-No había nada de transgresión. Sí una estética, una transgresión estética, y una transgresión en el sentido de hacer cosas que en España no se habían hecho, pero sí fuera. Kaka de Luxe a mí me gustaba muchísimo porque hacían una especie de punk que no hacía nadie y aparte las letras me gustaban y sí me parecía que rompía con algo. También había otros como Gabinete Caligari al principio, Décima víctima, Derribos Arias… Pero, claro, ya cuando fue la Movida todo esto estuvo amparado por las discográficas, por el 'mainstream' y ya absorbido por el capitalismo. De Alaska soy gran admirador, fuimos amigos y hace mucho que no nos vemos. Hemos hasta compartido casa. Y la admiro muchísimo porque tuvo unos ovarios increíbles en su momento. Creo que fue transgresora y ha cumplido su sueño, que era ser una artista famosísima, presentar, salir en televisión, no ha mentido jamás, es súper honesta, súper inteligente, y tuvieron su época de transgresores. Pero nosotros, digamos , íbamos con mucha conciencia de transgresión.

-Su carrera en solitario funciona muy bien en México. ¿Cómo vivió ese contraste con España?

-En el 92 fue llegar y descubrir que había gente que me conocía. Habían editado mi primer disco en solitario, 'Agrio Beso', en una compañía de allí sin el conocimiento de mi discográfica GASA. Un disco pirata. Hice dos conciertos y había gente que conocía también a Mar Otra Vez. En el 93 hicimos conciertos con toda la banda y, luego, ya estuve desaparecido allí hasta que me fui con mi maleta a vivir al DF. En esos ocho años gracias a que uno de los discos de Corcobado y Los Chatarreros de Sangre y Cielo se editara allí, se amplió el público. Y gracias a la piratería de Tianguis del Chopo, un mercadillo de música enorme en el que se vendían discos pirata y había puestos dedicados a mí. Había familias que comían ese día por haber vendido mis cassettes piratas. Y en 2001 me fui a vivir a México así un poco a lo loco. Me dijeron que tenía mucho público y que si hacía conciertos iban a ser rentables, que iba a poder vivir de la música. Y así hasta llegar a tocar en el Vive Latino ante miles de personas. Afortunadamente, ha habido épocas complicadas para ganarme la vida con mi profesión que en México han sido compensadas. Y la pasión y el amor que tienen por mis letras y por mí, cosa que aquí no he percibido o no ha sido posible. Pero nunca es tarde. Yo amo este país, es donde me he criado. Yo nací en Alemania pero me he criado en Vallecas. Creo que en España se me debe conocer como músico y como escritor como se me conoce en México.

-'Canción de amor de un día', su proyecto de canción de 24 horas, casi acaba con usted.

-Casi acaba conmigo porque me entrego muchísimo a mi arte. Soy como un torero, me lanzo a la plaza y pongo toda mi alma. Sólo crear la canción son 100 piezas musicales enlazadas unas con otras que forman una de 24 horas, y todo eso está muy estudiado aunque haya improvisación por parte de muchos artistas que colaboran. Pero ensamblarlo es cómo construir una catedral. Y ya está terminada, desde 2017, y va a ser publicada el próximo año. Hay mucha música importante ahí dentro, que no está oída en otros ámbitos, y canciones muy bellas. Hay muchos artistas que han hecho simplemente canciones, de las mejores en su vida. Por ejemplo, la de Bunbury es buenísima. La de Andrés Calamaro, también. Y no hablemos de artistas más experimentales como Esplendor Geométrico o Justo Bagüeste, es una mezcla maravillosa, vas pasando por muchos paisajes. No cabe en vinilo ni CD. Hice un cálculo y saldrían 46 vinilos aproximadamente o 24 CDs, en canciones como sueltas. Y no quiero que vayan sueltas.

-Esta canción casi acaba consigo, y usted casi acaba consigo varias veces.

-Es como que la vida me escocía, el simple oxígeno me estaba quemando la piel, el mero vivir me estaba torturando y era tal la tortura, tal el dolor que sentía anímicamente, física y mentalmente, que la única solución era morir para aliviarlo. Desde la perspectiva del tiempo, y habiendo sobrevivido tantas veces, ya no solo a cosas intencionadas sino también a cosas no intencionadas, dices: 'Joder, ¿qué me pasa? Estoy condenado a vivir. ¿Cuál es mi misión, Señor? Me has condenado a vivir, cabrón. ¿Qué es lo que tengo que hacer?'.

-En la novela, la lucha contra la adicción es importante. Escohotado, el azote de 'Madres contra la droga', decía que la culpa la tenía el que la tomaba. ¿Cómo lo ve?

-Es que la droga no tiene la culpa de nada, la persona realmente es la que decide si va a ser adicto o no. El adicto tiene que reconocer que no es adicto porque su amigo le ha inducido a tomar drogas, el adicto decide en un momento que va a ser adicto, aunque él no se acuerde de que ha tomado esa decisión. Hay una barrera que traspasar ahí. Las drogas descargan una felicidad instantánea, liberan una serie de neurotransmisores que van dirigidos al bienestar, a estar bien. Pero, claro, ¿cómo gestionan los gobiernos el bienestar? ¿Cómo gestionan las drogas? ¿Cómo permiten o no permiten ciertas drogas?

-¿Y el móvil?

-El móvil es otra droga tremenda. Es sibilina. Es la droga más popular de la historia, la que ha llegado a más gente nunca en la humanidad. Todos hemos dicho que sí. Nos sirve para trabajar y para desviar la atención de la realidad. Muchas drogas han sido introducidas en la sociedad para desviar la atención. A mi hija le digo: 'Mira de vez en cuando la realidad, no la abandones'. Porque vamos a dejarla abandonada, vamos a matar la realidad, y no nos vamos a dar cuenta. Va a llegar un momento en que no va a existir la realidad. Y, bueno, el metaverso y todo eso. Hasta que un día se acabe la luz, se acabe la electricidad y se acabe internet.

-Las drogas visionarias le ayudaron a descubrir que podía ser feliz por sí mismo.

-Sí. El peyote y la psilocibina. La primera vez que tomé hongos, arrastraba una depresión. Y me ayudó a salir. Y cuando tomé peyote, descubrí que podía ser feliz por mí mismo, que era yo quien me estaba negando a ser feliz. Ayudan. Pero no son drogas para tomarlas de manera recreativa. Cada droga tiene un disfrute y una función. Hay que aprender a moderarse en eso también. Yo era muy proclive a la adicción. A engancharme sobre todo con el alcohol y con los opiáceos. Han sido mis dos adicciones fuertes. Y el tabaco. Las adicciones hacen que la vida sea más tensa, te cuesta mucho más avanzar, todo es más pantanoso. Y ya no estamos para pantanos que no sean pintados con acuarela.

-¿Por qué la verdadera música no está a nuestro alcance?

-Porque somos unos imitadores de la naturaleza. La naturaleza es la que crea aleatoriamente la música perfecta. Creo somos meros imitadores de Dios en todo, porque también somos dioses, cada uno de nosotros, e intentamos hacer música, intentamos ordenar los sonidos, y a eso lo llamamos música. Pero tú cuando estás, por ejemplo, en el bosque, solo, desprotegido e incluso perdido, y cierras los ojos y ahí viene un viento muy fuerte que tañe las cuerdas que son las ramas de los árboles y las hojas... Esa música, para mí, es la verdadera música. Y esa música nos está prohibida a los humanos. La imitamos, queremos hacerla. Es como comer del árbol del bien y del mal, y ser unos aficionados en vez de unos profesionales como lo es Dios.

-A Dios ha acabado dándole las gracias.

-Yo doy gracias a Dios. No al Dios católico, ni al musulmán ni a ningún otro que represente ninguna religión. Uno tiene conocimiento de Dios cuando ha vivido momentos muy duros. Gente que igual ha peleado en el frente se dan cuenta de que hay Dios. Cuidado, porque es muy difícil creer en Dios simplemente porque te lo cuenten y te eduquen en que hay un Dios. Hay miles de dioses distintos. Es un síntoma de libertad el que cada individuo tenga su propia idea de Dios y sea la suya. Ahora, si ya la comparte con mucha gente se convierte en una religión… Yo doy gracias a mi Dios. Me siento agradecido. ¿Que rezo el Ave María? Por supuesto que rezo el Ave María. Porque es la oración que primero aprendí y me la enseñó mi madre. Y me quitaba el miedo por las noches cuando era niño.

-Su padre le dijo la frase más importante de su vida.

'Sé un hombre ya de una vez'. Es decir, toma responsabilidades que son duras de tomar. Y afronta la vida, las cosas más molestas, hasta lo más burocrático. Hacer frente a una familia. Saber estar en buena armonía con tu familia y amigos. Es decir, déjate de estupideces y coge la vida por los cuernos. Si fuera mujer me habría dicho: 'Sé una mujer ya de una vez'. No seas así tan irresponsable como yo era. Era muy irresponsable, quizás.

-¿El libro es una reivindicación como escritor?

Sí. En mi opinión tengo dos profesiones, una es la de cantante-compositor y otra es la de escritor. Todo el mundo me ha dicho la mayor parte de mi vida que soy un poeta que escribe poemas y canta, pero creo que mi verdadera profesión es novelista. Algún día voy a tener que dejar la música. Lo sé porque es muy duro todo lo que rodea la industria musical. La composición es maravillosa, eso es divino, pero todo lo demás desgasta un poco. Sí tengo proyectado cumplir una promesa que me hice hace muchos años, que es grabar 20 álbumes oficiales en mi vida. Me queda el vigésimo, estoy en él. Y a partir de ahí poco a poco me iré retirando a mi escritorio de ermitaño en el bosque, que es donde vivo desde años en Vizcaya. Me dedicaré a escribir, a mi casa y a mi familia.

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