UNA MIRADA ACADÉMICA
Cónclave
Las estupendas, meridianas reglas de acentuación de nuestra lengua obligan, como es archisabido, a marcar con tilde todas las esdrújulas
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En conversación, hace unos años, con una periodista deslicé de pasada una frase que ella elevó a titular: «El error de hoy puede ser la norma de mañana». No descubría yo ahí ningún mediterráneo a los historiadores de la lengua, mas sí, acaso, al público general. Y condensa bien, creo, la esencia de lo que ocupa a aquellos: explicar el cambio lingüístico, dar cuenta de cómo y por qué cambian las lenguas. (Mas nótese la presencia en la frase del verbo puede, que implica que no todos los desvíos de la norma triunfan).
Una película reciente, 'Cónclave', me ha sugerido estas líneas. Las estupendas, meridianas reglas de acentuación de nuestra lengua obligan, como es archisabido, a marcar con tilde todas las esdrújulas, y de ahí que, naturalmente, cónclave la lleve.
No así en italiano, que no distingue llanas de esdrújulas mediante acentos gráficos, lo que nos obliga a saber que, en esa lengua, conclave es llana. Es lo natural: formada en latín, conclave, a partir de la preposición cum y el nombre clavis en ablativo, los italianos han mantenido el acento prosódico en su sitio, mientras que los españoles, seguramente por conferir cierto plus de prestigio a las esdrújulas, han trasladado la tonicidad a la antepenúltima sílaba (Menéndez Pidal habló al respecto de «manía esdrujulista»: la que de farrago, medula, hizo fárrago, médula, o, a nivel vulgar, convierte intervalo en intérvalo).
A medida que se avanza en el XVIII encontramos creciente número de ejemplos de
cónclave
esdrújulo
En cuanto a la significación, salta a la vista —probablemente, más a italianos que a nosotros— que es ‘con llave’, puesto que encerrados bajo llave se reúnen los cardenales de la Iglesia cuando han de elegir nuevo pontífice.
Pues bien, en español también fue palabra llana. Un simple vistazo al Corpus Diacrónico del Español de la RAE basta para encontrar textos poéticos antiguos (siglo xv en adelante) en que la voz establece rima consonante con formas como ave, suave, grave, llave, etc. (o como sabe, por cierto).
En el 'Diccionario de autoridades' (1729) el lema del vocablo no presenta, ni en versales ni en versalitas, tilde alguna. Pero en los textos que en el artículo se citan —en las «autoridades», justamente— la palabra, destacada en cursiva, sí aparece además con una tilde sobre la a (concláve) y ello no por seguir una norma ortográfica del momento, sino por razones, digámoslo así, didácticas, para advertir al lector de que la palabra era llana.
Acaso es que estaba empezando a dejar de serlo. A medida que se avanza en el XVIII encontramos creciente número de ejemplos de cónclave esdrújulo. El más antiguo es un curioso pasaje de 1728 en que el P. Manuel de Larramendi critica la condescendencia con tal acentuación. Sin embargo, desde 1754 la Academia la da por buena en la 'Ortografía' de ese año y en otras posteriores, y desde 1780 en el 'Diccionario'.
«Hoy—dice taxativamente el 'Diccionario Panhispánico de Dudas'— solo se usa la forma esdrújula cónclave. La etimológica llana conclave ha caído en desuso y debe evitarse». Un buen ejemplo de triunfo del error, convertido en norma,
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