PUES DICES TÚ
Nos chupan la sangre
El escritor y cineasta nos sigue deleitando con las conversaciones entre las dos personas 'normales'

Las dos personas normales coinciden en la biblioteca del barrio. Se trata de un edificio grande y bien equipado, de los que se inauguraban antes, cuando había dinero y se podía presumir, con sala de ordenadores, galerías forradas de libros, fotocopiadora (fuera de servicio) y ... zona de estudio. Hay poca luz, para ahorrar.
La primera persona normal está en la zona de prensa. La segunda persona normal también.
—¿Qué haces tú aquí, que pareces un vampiro?
—¿Eh? -La segunda persona normal se gira. Estaba embebida en la lectura. La primera persona repite:
—¿Qué haces tú aquí, que pareces un vampiro?
—Ah, hola. Estaba leyendo el periódico.
—¿Nada de libros?
—No se me ocurriría. ¿Y tú a qué vienes?
—Pues a por el periódico también. Pero el de ayer.
—¿No te va el móvil o qué?
—Pues entre que no me hago y que ahora todo es de pagar…
—Ya. Yo lo mismo. Y mira que el pequeño me dice cómo va, y me da las claves o no sé qué me da, para leer uno que se lee él. Pero nada, que no lo entiendo.
—¿Y lees periódicos de derechas o de izquierdas?
—¿Yo? De los dos. Como aquí es gratis…
—Pues yo lo mismo. Para ver qué dicen los otros, ¿no? Hay que saber.
—Hay que saberlo todo.
—Aunque al final todo es lo mismo. Que si la ministra esto, que si el portavoz aquello. Que si el presidente fuma.
—O la presidenta.
—O la presidenta. Que si qué vergüenza lo de aquí, que qué escándalo lo de allá. Que ya verás en Europa, cuando se enteren…
—Que luego nada.
—Que luego en Europa nada, que si quieres arroz, Catalina, como digo yo.
—Hay poca luz aquí, ¿no?
—¿Dónde?
—Pues aquí. Creerán que somos monstruos. O criaturas de la noche.
—Pues eso será.
La primera persona normal se hace con el periódico que buscaba. Se sienta y comienza a hojearlo.
—Pues dices tú, pero está cara la vida, no sólo la luz. Lo dice aquí.
—Pues no te digo yo que no.
—Que ahora vas al súper y necesitas cien para lo que antes eran sesenta. Que ahora hay que comerse los yogures de los blancos. De la marca esa. Y el pan de molde igual. Lo dice muy bien dicho aquí.
—Y las salchichas. Que ahora es de lo blanco todo, que ya no son famosas. Y menos mal que hay salchichas, que el pequeño es de lo poco que quiere
—La mía lo mismo. Y las tarrinas que le compro yo a la mía, que son de chocolate por abajo y nata por arriba, que tampoco tienen ya marca, que se la han quitado.
—Les ponen nombres normales, 'Tarrinata' y así. Y ya no los anuncian en la tele.
—Ahora en mi casa se comen macarrones un día sí y otro, también. O arroz. O lo que sea. Y luego vienes aquí, coges el periódico y te dice el periódico que está todo bien, que te entran ganas hasta de comprarlo.
—Según el que leas, ¿no? Que luego está el que dice que qué mal todo, que ese tampoco lo quieres, que se te quitan las ganas de leer.
—A mí siempre.
—Y a mí. Es que hay que leer los que te den gusto.
—Pues eso mismo hago yo.
—Bastante desgracias hay ya para que vengan a explicarte ahora las cosas como son. Como si no nos gustara ser felices.
—Pues hay a quien no.
—Pues a mí sí.
—Pues a mí también…
Las dos personas normales leen un ratito en silencio, cada una a lo suyo. Lo que leen no parece complacerlas.
—Pues dices tú vampiros, pero yo creo que a veces nos chupan la sangre.
—¿Los periódicos?
—Los políticos.
—Ah, ya. ¿Y cómo?
—Pues no lo sé, con lo de la marca blanca que decías. Y con lo de que nos acostemos antes.
-¿Dicen que nos acostemos antes?
—¿No dicen eso?
—Pues no lo sé. Dirán. Al final serán vampiros ellos, siempre durmiendo. Porque hombres lobo no son. Los hombres lobo salen de noche.
—Y los vampiros también, ¿no?
—Serán Frankenstein, entonces, que sale de día. Serán la Momia. ¿Sale de día la Momia?
-Pues no veo yo por qué no…
—Pues la Momia entonces.
Las dos personas normales sienten que han perdido el hilo. No están del todo seguras de cómo empezó la conversación. Ni por qué.
—Y tú, ¿por qué lees el periódico de ayer?
—Pues por gusto. Por saber ya lo que va a poner. Para quitarme de sustos.
—Ah, ya. ¿Y funciona?
—Funciona perfectamente. Que si ganó el Madrid. Que si dimite el alcalde. Que si qué bien la Rozalén. Que qué polémica la ley. Cosas que ya sabes. Te vienes por aquí, lo confirmas todo en un momento y así nada te sorprende. Todo es como si lo supieras ya.
—Que es lo que pasa.
—Que es lo que pasa.
La primera persona normal se queda entonces pensando, muy concentrada.
—¿Y funciona siempre?
—Pues no lo sé. Es la primera vez que lo intento, se me ha ocurrido al llegar. Mañana te cuento, si quieres.
—Pues me encantaría.
—Pues hasta mañana, entonces.
—Pues muy bien.
—Pues adiós.
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