MÁS QUE PALABRAS
Trama: texturas y costuras de la edición
Para el director de Trama editorial, Manuel Ortuño, su esencial labor como editor es lograr la conexión del autor con un público exigente que busca libros especiales
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Editor de editores. Y, sin duda, uno de los que mejor conocen en este país cómo funciona por dentro el mundo de los libros. En carne propia, a través de Trama Editorial, el sello que dirige desde hace 29 años y cuyo buque insignia ... es la colección Tipos Móviles, donde ha publicado a Hubert Nyssen, Severino Cesari o Jean-Jacques Pauvert.
Y también en su experiencia a través de los demás, como editor de la revista ‘Trama&Texturas’, «territorio de encuentro, reflexión, análisis y debate de todo cuanto se refiere al universo de la edición, la lectura, los contenidos culturales, los procesos de creación y los nuevos soportes». O de su labor como presidente de la Asociación de Revistas Culturales de España.
Desde niño, Manuel Ortuño vivió entre libros. Los libros que por doquier había en casa de su padre, quien trabajaba en México para UTEHA, la Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana. Una compañía que había fundado el exiliado gallego Pancho Pérez González, que llegó a tener 18 sucursales en diferentes países de Hispanoamérica, Alemania y Japón, y que de alguna manera fue el embrión de la editorial Santillana.
Su doble condición de español y mexicano le permitía leer allí libros que luego prestaba a sus compañeros, como las colecciones de Enid Blyton. Primeras lecturas a las que más tarde sumaría las de los dos autores que más han influido en él y que le han seguido acompañando a lo largo de toda la vida: Italo Calvino, del que destaca, además de su escritura, su faceta como editor y especialista en el engranaje de la edición literaria, y Mark Twain, «sarcástico, irónico, irreverente…», al que más tarde publicaría gozosamente en su editorial.
Nació un catálogo que pretendía reflejar «una manera de ser y de estar en el mundo»
Libros buena parte de los cuales se quedaron en México cuando primero él, con 19 años —quince días antes de la muerte de Franco, dice—, y más tarde su familia, se vinieron a vivir a España. Cuatro años de Derecho y dos de Ciencias Políticas cuajaron una carrera académica que muy pronto, quizás por la tradición familiar, se transformó en una vida entera dedicada al mundo editorial.
Después de colaborar largos años en diferentes proyectos editoriales, en 1996 surgió la idea, entre un grupo de «amigos enloquecidos», de fundar un sello propio. La criatura se llamó Trama Editorial, y cada uno de los socios comenzó compaginando sus propios trabajos con las diferentes labores de la edición. Un «juguete» que, pensaban, materializaría la pasión por la lectura del grupo y, sobre todo, facilitaría la oportunidad de seguir juntos con asiduidad a través de la empresa. Y que desde hace una docena larga de años obliga a Manuel Ortuño a una dedicación plena.
Así, entre amigos, nació un catálogo que pretendía, más allá de intervenir y participar en la «conversación pública», reflejar «una manera de ser y de estar en el mundo». Un catálogo articulado a partir de varias colecciones encabezadas, además de por Tipos Móviles, por la serie Largo Recorrido, donde a los primeros autores consagrados, como Twain, George Sand o Castelao, se le fueron incorporando títulos de autores de nuestro tiempo.
Entre los últimos: Antonio Castronuovo, Santiago Hernández Zarauz o Ray Loriga. Libros, dice el editor, que interesan, apasionan y divierten. Y que arrancan risas y sonrisas. Porque, entre todas estas cosas, y siguiendo el lema de Roberto Calasso, si lo que estás haciendo no te arranca unas risas al día, no te merece la pena.
Desde su experiencia, para Manuel Ortuño, un editor es aquel que hace posible que la obra de un creador llegue a su público, acompañando al autor y, al mismo tiempo, actuando como prescriptor del lector. Una labor de intermediario que, en los tiempos del algoritmo y de la inteligencia artificial, algunos se han atrevido a cuestionar. Para él, sin embargo, la IA es algo así como una pedrada en el estanque: ha movido las aguas, pero al final todo vuelve a su sitio. Y el sitio de los editores de hoy es un espacio donde los grandes grupos conviven con naturalidad con los sellos pequeños e independientes, como Trama Editorial. La cuestión, para estos últimos, es cómo conseguir visibilidad. Cómo llegar a ese público que se sale del común, que está buscando lecturas especiales y que muchas veces no saben cómo encontrarlas. Un público, por cierto, entre el que destaca un lector cada día más exigente. Y donde cada vez hay más gente joven, dice, interesada por la literatura. Una realidad que tiene poco que ver con el pesimismo que se desprende de las cifras que exhiben las campañas de promoción a la lectura. Nuevos lectores para nuevos autores y nuevas texturas literarias. Para los libros y, desde su experiencia, también para las revistas culturales. El mundo es complejo, dice, y cada vez se hace más necesario para el lector forjarse un espíritu crítico.
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