Más que palabras
Gastón Segura, el decoro como virtud editorial
Pasó de publicar sus propios libros a editar los libros de los demás. Así es como nació, en diciembre de 2012, Drácena Ediciones
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'La isla del tesoro' y 'El Quijote'. Era un niño con chupete cuando Gastón Segura (Villena, Valencia, 1961) escuchaba, con los ojos muy abiertos, los fragmentos que le leía su tío abuelo Paco, interpretando los diálogos de ambos libros con voces diferentes. De ... entre todas las aventuras maravillosas del pirata o del caballero andante, en su cabeza se quedó para siempre el episodio quijotesco del león: «¿Leoncitos a mí? ¿A mí leoncitos y a tales horas?». Así hasta que, con once años, y con los 'Episodios nacionales' de Galdós que le regalaron por su primera comunión (ésos maravillosos con papel biblia de la editorial Aguilar), descubrió lo que era leer de verdad. Leer por las noches de claro en claro, y por los días de turbio en turbio.
Lejos de secársele el cerebro, como a Alonso Quijano, lo que a Gastón Segura le sucedió es que, leyendo y leyendo, le entraron unas inmensas ganas de aprender. Así que, después de pasar su primera vida entre Villena y Caudete, se marchó a Valencia para licenciarse en Filosofía. Allí, en primer año de carrera, otro fogonazo: '¡Absalón, Absalón!', de William Faulkner. Mira que ya había leído antes 'Santuario', pero no era igual. Aquello de los tres planos narrativos de la acción de '¡Absalón, Absalón!' le dejó loco. Más tarde se enteró de que en realidad se trataba de una técnica que ya usaba Platón en su tiempo. Pero le dio lo mismo. Después de leer un libro «tan profunda y absolutamente humano» como el de Faulkner, supo que el relato «podía abarcar todo aquello que pudiera soñar la mente humana». Y decidió ser escritor.
Y a fe que lo consiguió. En 1999 quedó finalista del Premio Azorín de novela con 'Las calicatas por la Santa Librada', que no se publicó hasta 2018. Antes de eso, dio a la luz las crónicas africanas 'A la sombra de Franco e Ifni': la guerra que silenció Franco, además de 'El coro de la danza' y el ensayo 'Gaudí o el clamor de la piedra', o la novela 'Stopper'.
El siguiente hito de su biografía literaria, el de pasar de publicar sus propios libros a editar los libros de los demás, le vino dado por añadidura. Unos amigos se juntaron con él un día en el café Belén de Madrid para convencerle de que publicara en 'ebook' las diferentes entregas del blog 'Los cuadernos de un amante ocioso', con los que había tenido un cierto éxito en la red, «con lectores asiduos hasta en Pakistán», lo que no dejaba de ser chocante. Antes que eso, él les propuso fundar entre todos una pequeña editorial, dedicada a publicar libros en formato electrónico. Así es como nació Drácena, en 2012. Como asociación sin ánimo de lucro primero con 'ebooks' y enseguida con impresión bajo demanda. El furor de la época.
Con los 'Episodios nacionales' de Galdós que le regalaron por su primera comunión descubrió lo que era leer de verdad
Técnicas que enseguida se les quedaron pequeñas, así que terminaron convenciendo a Diego Hidalgo Schnur, «antiguo rescatador de Alianza Editorial y de Labor, y fundador de Prisa», para que les diera el empujón definitivo para empezar a publicar libros-libros, es decir: en papel e impresos como Dios manda. Hay cosas, dice Gastón Segura, para las que un libro digital no funciona. Por ejemplo, para leer poesía. Tal vez para los «libros-informe» sí valga, para los investigadores y los doctorandos, pero no para la literatura.
Así es como nació, en diciembre de 2012, Drácena Ediciones. Sus primeros títulos fueron 'Los cuadernos de un amante ocioso', y 'Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires', de Roberto Arlt, seguidos de 'La vorágine', del colombiano José Eustasio Rivera. Bajo este mismo sello han ido apareciendo también otros libros del propio Segura, como 'Las cuentas pendientes' o 'Un crimen de Estado'. Para el equipo editorial de Drácena, formado por Gastón Segura, Nacho Willhelm y Raúl Pereda, ha supuesto «una satisfacción tras otra» el poder editar obras como la «trilogía bananera» del maestro Miguel Ángel Asturias; 'De milagros y melancolías', de Mujica Laínez, o 'El sexto', de José María Arguedas. También a autores como Macedonio Fernández, con cuyas tesis Gastón Segura se manifiesta «en absoluto desacuerdo», lo que no es óbice para disfrutar como un niño con su pequeño tratado sobre cómo se hace una novela.
Obras de cualquier género literario, excepto poesía y teatro, que requieren de lectores especializados. Sobre todo, novelas «imprescindibles» de grandes autores iberoamericanos ausentes en general de las librerías españolas, y obras originales de autores de América y España inéditos o apenas conocidos, todas con un único punto en común: la calidad literaria. Eso que Gastón Segura llama «el decoro» en la adecuación de la forma y del contenido. Un libro, al final, que sirva para sentarse debajo de un árbol una tarde de primavera, y ser leído sosteniéndolo con una sola mano, mientras con la otra se sujeta… tal vez un buen vaso de güisqui.
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