MÁS QUE PALABRAS
Ester Vallejo y los libros amarillos
Tradición y modernidad se unen en el color amarillo. El santo y seña de Amarillo Editora, el sello que Ester Vallejo fundó en 2022, después de 25 años como librera
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![Aunque ni su padre (químico) ni su madre (secretaria) eran del gremio, en su casa, nunca faltaron los libros. Cada vez que iba a visitarla, su abuela venía con un cuento](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/05/28/ester.jpg)
Los libros viejos amarillean. Y los nuevos, cuando son de color amarillo, espejean, destacan sobre los demás en la mesa de novedades. Así, de alguna manera, tradición y modernidad bibliográfica se unen en el color amarillo. El santo y seña de Amarillo Editora, el ... sello que Ester Vallejo fundó en 2022, después de 25 años como librera. Una especialidad: grandes libros descatalogados de los siglos XIX y XX. Y un prurito: satisfacer en la medida de lo posible la experiencia lectora. Algo más que comprar un libro. Algo más que leerlo. Aunque ni su padre (químico) ni su madre (secretaria) eran del gremio, en su casa, de niña, nunca faltaron los libros.
Más aún: cada vez que iba a visitarla, su abuela materna venía siempre provista de un cuento, un tebeo o un libro… y un bollo. Para alimentar a la romana por igual la mens y el corpore. Así que en el recuerdo literario profundo de Ester están lo mismo Mortadelo y Filemón que Gloria Fuertes, con sus poemas infantiles. Después, vinieron El Barco de Vapor, la colección ilustrada de Bruguera, que era de su padre, y mucha Agatha Christie… hasta que en el colegio le engancharon de verdad los clásicos ('El conde Lucanor', 'La celestina', el 'Lazarillo'…) españoles, y, más allá de ellos, cos franceses, empezando por 'Los miserables', de Víctor Hugo.
Antes de ser editora, y antes aún de ser librera, Ester Vallejo quiso ser bibliotecaria. De hecho, estudió Biblioteconomía y Documentación, aunque no llegó a ejercer más allá de las prácticas. Después de una serie de trabajos de esos «de transición», entre ellos el de vender enciclopedias de Psicología (siempre los libros), a los veinticinco entró a trabajar en Lex Nova, la editorial vallisoletana, en su librería de Madrid. Toda la documentación jurídica del mundo, pero un hueco también, y cada vez mayor, para la literatura y el ensayo. Lo que pedían los vecinos del barrio, dice.
Ser consciente del verdadero valor de los libros. Desde la autoría hasta las librerías, los editores, los diseñadores...
Larga experiencia para ser consciente del verdadero valor de los libros. Desde la autoría hasta las estanterías de las librerías, pasando por los editores, los diseñadores, los impresores… De modo que en 2022, cuando se demostró que ni siquiera la pandemia podría acabar con el momento de crecimiento de la lectura y de la venta de libros en papel (más bien al contrario), se decidió a publicar el primer libro del catálogo de Amarillo Editora: 'Noche', de Alejandro Sawa.
Tras él, libros en español, bien anotados y cuidados en la edición hasta el extremo, y, a partir de este año, también traducciones: las dos primeras, este otoño, 'La niña que jugaba a ser Dios', del rumano Dan Lungu, y 'Cómicos guerreros despavoridos', del italiano Stefano Benni, que se publicó en España en los años ochenta y casi de inmediato quedó descatalogada.
En su concepto de cuidar la edición, Ester Vallejo piensa sobre todo no ya en el gusto del editor, sino sobre todo en la experiencia del lector. Ni aquellas ediciones antiguas, muchas de ellas tan «incómodas», ni aquellas otras ediciones más modernas de los años 90, tan sobrias, apenas con el texto del autor y nada más. Para leer hoy 'Cocuyo', por ejemplo, de Severo Sarduy, un lector que no sea cubano sin duda agradecerá una buena notación al pie que explique algunas de las palabras y expresiones tan profundamente locales que utiliza.
Lo mismo que para leer 'La gota de agua', del mexicano Vicente Leñero. Una experiencia que incluye buenos márgenes en las páginas y letra grande. Para todos los públicos, no solo para los ratones… de biblioteca.
Y tan fundamental como las notas, sin duda el cuidado de la traducción, su adecuación al texto original y su acercamiento al lenguaje actual. Y las correcciones: el trabajo en la sombra de esos profesionales de la ortotipografía que marca la diferencia entre un libro cuidado y un libro descuidado. Un camino no pequeño, dice, entre el autor y el lector. En medio de clamor de los agoreros que anuncian, desde hace más de veinte años, el fin de la letra impresa, ¿cómo se puede animar alguien a abrir un nuevo sello editorial en el segundo decenio del siglo XXI? Pues la respuesta no está en los editores, sino en los lectores: en los viejos lectores, que han redoblado su amor por los libros después de aprender a valorarlos en los peores momentos de la pandemia.
Pero también en los nuevos lectores, que tienen fatiga de pantalla y empiezan a elegir cada día antes la liebre de lo real antes que el gato de lo virtual. Y sobre todo en los niños, que siguen alimentando la legión de seguidores, de fans, que tienen en todo el mundo los libros de papel. Libros amarillos por viejos, con su valor histórico. O amarillos por nuevos, con su edición de mimo. El caso es que sean libros.
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