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'La banalidad del bien', de Jorge Freire: el entretenimiento político
ensayo
El pensador madrileño está a la cabeza de nuestra filosofía como lo demuestra en 'La banalidad del bien'. Crítica de César Antonio Molina
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Jorge Freire que ya nos sorprendió con ensayos memorables como 'Agitación. Sobre el mal de la impaciencia'; ¡Hazte quien eres. Un código de costumbres', o la imprescindible biografía sobre Arthur Koestler, vuelve a la palestra con este trabajo admirable dedicado a la banalidad del ... bien.
Sus conocimientos enciclopédicos, su agilidad narrativa, su sensibilidad, su capacidad comparatista entre las muy diversas materias, su narrativa didáctica y envolvente, además de una maestría inigualable en el manejo de la ironía y el humor, lo hacen ponerse a la cabeza de nuestra filosofía más reciente. Freire está en la senda de los Baudrillard, Safranski, Trías o Agamben.
ENSAYO
'La banalidad del bien'

- Autor Jorge Freire
- Editorial Páginas de Espuma
- Año 2023
- Páginas 168
- Precio 17 euros
La banalidad del bien es el refuerzo del mal, escribe Freire y lo explica al final de su libro. Vivimos en medio de un entretenimiento vital cuasi teatral. El ciudadano invadido en su intimidad es cada vez más espectador y menos actor. Su opinión naufraga en el océano de las noticias falsas y la publicidad engañosa. Las mentiras políticas son inabarcables y llegarán a sustituir a la verdad que será uno de los reos de la cultura de la cancelación. La hiperpolitización equivale a la banalización. El ciudadano está en permanente estado de alarma. Todo el mundo opina de lo que no sabe, pues considera que es un derecho democrático. El discurso político es cantinflesco para esconder las mentiras. La oratoria ha descendido a niveles de expresión canina.
Pero lo más peligroso es el silencio, porque el poder necesita saber qué opina cada uno de sus votantes, clientes o disidentes. La banalidad de la vida pública, la corrupción de la moral, la sobrepolitización, conducen al desgaste de nuestras democracias. La buena acción se transforma en exhibicionismo, la compasión en empatía, el coraje en molicie y la concordia en asepticismo. Y el resultado, según Freire, es que los bienes se vuelven males. La juventud abstemia, vegana y bienhechora desarrolla un 'altruismo utilitarista'. Es decir, «no se trata de beneficiar al prójimo, sino de beneficiárselo», escribe Freire con su proverbial buen humor no exento de sarcasmo. Así se está practicando la virtud como estafa. ¿Algunas ONG? No hace mucho el fondo de inversiones 'Ethical Capital Partners' compró el mayor conjunto de productoras pornográficas.
Freire habla de una Filosofía Ikea: armar muebles y desarmar sociedades. Y en todo esto el lenguaje es cómplice, pues a través de su sofisticación sirve para aparentar lo verdadero siendo falso. La virtud es la puesta en escena de los valores. Y la única forma de poner en práctica los Valores Éticos es enseñándolos ¿Cómo detenerse, serenarse, pensar en silencio en un mundo hiperactivo? Imposible, pues incluso en el descanso nuestro capitalismo utiliza los impulsos y las emociones para captarnos con el entretenimiento y el consumo. ¿Hay esperanza? Repeler las fantasías inalcanzables. Pero ¿cómo dar esperanza a millones de personas que se saben contingentes y sustituibles?
El cirujano-filósofo va desentrañando el cadáver de nuestra sociedad. Vivimos al ritmo de la disrupción
Dios ha muerto y ha sido sustituido por el 'consensualismo democrático'. Y, añade Freire, que esto se asemeja a la 'verdad oficial'. Pero el humor sí puede ser una forma de esperanza. «La herramienta del escéptico», lo define el autor. ¿Eso quiere decir que él lo es? Probablemente. Con este escalpelo, el cirujano-filósofo va desentrañando el cadáver de nuestra sociedad. Vivimos al ritmo de la disrupción, en medio de la indiferencia ante el presente y poniendo nuestras fuerzas de flaqueza en un futuro que nunca llega. Y a la vista de lo que nos van contando los científicos, casi mejor así. Vivimos en la duermevela, en la mística laica. Y en este atontamiento las garras del poder crecen. Y si la salud mental de los veteranos está dañada, peor en la juventud aculturizada.
Gobierno de Nadie
El lema de los jóvenes: 'Todo lo nuevo pasa por bueno' no debería ser así. ¿La inteligencia artificial, los algoritmos, la robótica, son ya los mejores aliados de la antipolítica? Para Freire, la tecnocracia no es sino ideología, pero la forma de dominación más sofisticada es la burocracia o el gobierno de Nadie.
La política como arte ha devenido en banalidad. Y los políticos se han hecho maestros en este arte: se ha creado una 'industria del entretenimiento político'. Y las encuestas son uno de los más demandados números circenses. El político no asume responsabilidades, sino que 'las sortea'.
Freire defiende la meritocracia pero, como Sandel, sabe que no es el único elemento para el triunfo. «El pueblo, que es más razonable que la élite, sabe que es el esfuerzo, y no la cuna, lo que ha de determinar nuestra suerte. ¿Quién jalea a un futbolista que corre o a un coleta que no se arrima?». El capitalismo, la autocracia, la Inteligencia artificial, sin lugar a dudas (esta es una afirmación mía ante la justificable y sensata duda de Freire) son más invasivos que los viejos totalitarismos. Y así nos plantamos en la Cultura de la Cancelación. «La banalidad del bien es el refuerzo del mal», así concluye su autor este libro que hay que leer.
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