UNA MIRADA ACADÉMICA
Armonizar el castellano y el catalán
La admiración por la lengua catalana no puede enlazarse con el rechazo al castellano, y mucho menos con el intento de eliminar su presencia en la vida cotidiana de Cataluña
Otras 'miradas académicas' de Luis María Anson
Mariàngela Vilallonga, consejera de Cultura en el Gobierno de Joaquín Torra, la marioneta de Carlos Puigdemont, llegó a decir en 2020 que el castellano es una lengua más entre las 300 que, según ella, se hablan en Cataluña. Y no se le cayó la ... cara de vergüenza ante tamaña demostración de incultura general. Más de la mitad de los catalanes —escribí entonces— tienen como lengua materna el castellano y el 31'5% el catalán, según las cifras del Idescat.
En la época de la dictadura atroz del caudillo Franco, el amigo del 'duce' Mussolini y del 'führer' Hitler, la agresión a la bellísima lengua de Josep Pla fue constante. Frente al despropósito franquista, se alzó la voz de José María Pemán, presidente del Consejo Privado de Don Juan III, Conde de Barcelona, con un artículo inolvidable 'El catalán, un vaso de agua clara'. Yo, que casi nunca he firmado nada que no sean mis artículos o mis libros, respaldé la posición de Pemán junto a varias docenas de intelectuales. Y desde hace muchos años estoy a la espera de que Pere Gimferrer gane para la lengua catalana el Premio Nobel de Literatura. El autor de Hora foscant es académico de la Real Academia Española y de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, y entre sus versos encendidos arde siempre el mar.
La admiración por la lengua catalana no puede enlazarse con el rechazo al castellano, y mucho menos con el intento de eliminar su presencia en la vida cotidiana de Cataluña. Tres son los idiomas que conviene conocer en el mundo internacional actual: el inglés, el español y la informática. Privar a los catalanes del conocimiento del castellano es atentar contra sus propios intereses, cuando una parte sustancial del comercio de Cataluña y de sus actividades culturales se desarrollan en las naciones iberoamericanas que se enorgullecen de proclamar en sus Constituciones el español o castellano como idioma oficial.
El inglés, igual que el latín en la Edad Media, es el gran idioma internacional. A considerable distancia figura el español que ocupa un sólido segundo lugar. Aún más, como idioma materno se ha situado en cabeza con los cerca de 600 millones de personas que se expresan, como primera lengua, en el idioma de Miguel de Cervantes y Jorge Luis Borges, de San Juan de la Cruz y Pablo Neruda, de Ortega y Gasset y Octavio Paz, de Santa Teresa de Jesús y Sor Juana Inés de la Cruz, de Federico García Lorca y Julio Cortázar, de Benito Pérez Galdós y Gabriel García Márquez, de Valle-Inclán y Miguel Ángel Asturias, de Juan Marsé y Mario Vargas Llosa.
El sectarismo secesionista no vacila en dañar los intereses de los catalanes en una región española que podría y debería ser naturalmente bilingüe
El «España nos roba» se ha diluido entre las trapisonderías con que algunos dirigentes catalanes han esquilmado a su pueblo. Y aquel «tendríamos menos muertos con el coronavirus si fuéramos independientes» se vino abajo ante la desastrosa gestión sanitaria de la Generalidad, entre la indignación generalizada de un pueblo harto de histerismos y contradicciones.
El sectarismo secesionista no vacila en dañar los intereses de los catalanes en una región española, como Cataluña, que podría y debería ser naturalmente bilingüe, orgullosa de sus dos lenguas, del catalán y del castellano. Del catalán porque es la lengua histórica de un pueblo constructivo y ejemplar; del castellano porque es el segundo de los grandes idiomas internacionales.
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