Crítica De:
'Ánima', de Michel Onfray: de la glándula pineal al alma digitalizada
ensayo
Desde su ateísmo dialogante, en el fondo, está convencido que lo que se avecina con el transhumanismo y otras zarandajas tecnológicas es mucho peor
Otras críticas del autor

Si Nietzsche en 'La gaya ciencia' (1882) decretó la muerte de Dios, para Onfray la muerte del ser humano se produjo en el año 1969. Tres años antes ya lo había adelantado Foucault en 'Las palabras y las cosas'. En 1969 el hombre ... había llegado a la Luna. Fue una proeza técnica y ontológica. Aquello de «Hermosa vista y magnífica desolación» (Amstrong).
Pero el mayor retumbe de conciencia fue cuando Aldrin, un segundón, afirmó que si su compañero había sido el primero en pisar la Luna, el lo había sido en «mearla». Una profanación filosófica, literaria, ontológica y espiritual. Desolación ontológica: Dios ha muerto, el universo lleno de infinitos inalcanzables, el ser humano perdido en la noche del ser.
ENSAYO
'Ánima'

- Autor Michel Onfray
- Editorial Paidós
- Año 2024
- Páginas 438
- Precio 29 euros
Nihilismo puro. Bajo esta proclama del individuo desolado y sin esperanza, Onfray traza la historia del alma desde la identificación de ella misma con una parte del cuerpo y, luego, como un producto de la imaginación espiritual.
El filósofo francés inicia su andadura con el alma inmaterial, inmortal, tal como la pensaron Pitágoras, Platón y el cristianismo. Estas ideas venían de Egipto, de 'El libro de los muertos', así como la esperanza de una vida tras la muerte. El estoicismo fue compatible, mientras que el epicureísmo no: ni alma ni resurrección. Séneca, de la primera filosofía, escribió a Lucilio que «El alma es una esencia sagrada, eterna e intangible». San Agustín en 'La ciudad de Dios', se ajusta a la idea paulina de que el cuerpo es pecaminoso y el espíritu, si se hace buen uso de él, es quien salva a la carne. El alma puede morir si Dios la abandonaba. La cuestión del alma y su naturaleza no está presente en ningún concilio antes del siglo IX. En el de Constantinopla (869) se anatemiza a quienes sostenían que había dos almas. Focio distinguía entre el espíritu, cuerpo y alma. La tricotomía. El concilio negaba esta tesis y optaba por el alma-cuerpo.
Durante la Edad Media el alma es una vaga entidad. Puede morir e ir al infierno, o vivir liberada del cuerpo en la eternidad del Reino de Dios. Otro asunto de discordia es dilucidar si los animales la tienen. En 'Acerca del alma', Aristóteles mostró las dificultades para referirnos a ella. Para él no era un asunto «después de la física», sino de física. Y añadía, «El alma es el principio propio de los animales».
Musk quiere convertir lo humano en un chip con un microprocesador cargado con los datos que constituyen su identidad
¿Pero el alma de los animales es igual para todos? Para Aristóteles el alma es la forma y el principio dinámico del cuerpo, «pone en forma a la materia y el ánima». Solo hay un alma en todas las partes del cuerpo. Platón habla de un cuerpo y un alma separados, mientras Aristóteles habla de un cuerpo y un alma unidos. Santo Tomás en la 'Suma teológica' escribe que el alma es un acto de la materia. En 1588, el Papa Sixto V afirmó que el alma era consustancial al embrión, y deshacerse de él era atentar contra el alma misma.
Montaigne vincula al cuerpo con el alma, cree en la inmortalidad de esta última pero no en una vida posterior. Al iniciarse la medicina más científica, se la colocó en el cerebro. Descartes la relacionó con la glándula pineal. En sus disputas epistolares con el médico holandés Henricus Regius, el católico francés reprendió al protestante afirmando que «Solo hay un alma en el hombre». Jean Meslier en 'Testamento de un cura ateo' (1762), afirmó que no existía el alma inmaterial, por lo que no había castigo ni recompensa tras la muerte, solo descomposición. Las disputas sobre el alma han seguido durante estos últimos siglos entre creyentes, agnósticos y ateos. Onfray siempre se ha considerado de estos últimos y, sin embargo, muy pocos creyentes saben lo que él sobre este asunto.
Freud
Voltaire estaba seguro del alma de los animales. Pero únicamente en los superiores. Lo mismo pensaba Rousseau. Curiosamente Robespierre creía en Dios y en un alma inmortal. Kant había rehabilitado a Dios y la inmortalidad del alma. Y Freud y el psicoanálisis la salvó del peligro cientificista. «Si el inconsciente no existe, hay cantidad de cosas que no tendrían explicación, por lo tanto debe existir», escribe el vienés. En el 'Antiedipo', Deleuze mata al ser humano tal como fue pensado por la razón occidental. Y el alma sufre la misma pena. «Todo desarmado no es la nada, sino nada» escribe el filósofo francés. Y Onfray le responde, «sobre esa nada, Deleuze y los desconstruccionistas franceses de su calaña han construido su iglesia. Foucault el primero».
Y en medio de nuestro mundo tecnológico reaparece el alma definida por Elon Musk como la huella digital dejada por un ser humano, «huella susceptible de ser reducida a datos descargables y transferibles, ya sea en una especie de dispositivo USB, ya sea en la materia cerebral, en el encéfalo de otro ser humano». Musk quiere convertir lo humano en un chip con un microprocesador cargado con los datos que constituyen su identidad. A mí este señor me recuerda al Dr. NO. ¿Dónde estará nuestro agente OO7 para ayudarnos? Desde su ateísmo dialogante, en el fondo Onfray está convencido que lo que se avecina con el transhumanismo y otras zarandajas tecnológicas es mucho peor que nuestra profunda creencia ancestral inocua. Yo también.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete