Música
Ana Curra: «Cuando falleció Eduardo Benavente me rebelé contra la muerte»
Entrevista
La legendaria artista madrileña actúa por primera vez en Sevilla el 2 de diciembre dentro del festival Nocturama
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![Ana Curra en plena actuación](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/12/01/currafoto_20231201113840-RsGcsCnya3QgAfRZuLc25MI-1200x840@abc.jpg)
Hay una anécdota recurrente en las aulas del Conservatorio de Música de San Lorenzo de El Escorial. Cada cierto tiempo, un estudiante se le acerca a la ‘profe’ de piano Ana Curra, y entre incrédulo y sorprendido le susurra: «Tú eres famosa, ¿no?». «Algunos ... padres de mis alumnos saben quién soy y se lo cuentan a sus niños. Otras veces son los propios chicos quienes me ven en un libro o en un documental sobre la Movida, y por eso se producen esas escenas tan graciosas», cuenta la reina española del punk, que ahora da clases en el mismo centro donde estudió música cuando era niña. «Cuando entré allí, para mí fue como si se me abrieran las puertas de un mundo mágico», dice al teléfono desde la localidad de la sierra madrileña. «Y eso es lo que yo quiero hacer sentir a mis alumnos: que la música es una experiencia mágica que en el futuro puede salvarles la vida».
—Nocturama, además de sonar a título de disco de Ana Curra, tiene una filosofía que podríamos alinear en lo contracultural. ¿Le apetece especialmente la cita?
—Mucho. Yo siempre me siento atraída por lo nocturno (risas), y además nunca he tocado en Sevilla, va a ser mi primera vez en cuarenta y pico años de carrera a pesar de que tengo amigos excelentísimos en la ciudad. Pero sobre todo, tal como señalas, me atrae el concepto del festival. Me seduce. Cuenta con artistas periféricos que están en la heterodoxia del arte, es ecléctico, diverso, sin obedecer las premisas del mercado… es muy interesante. Se autodefinen como ‘irreductibles’ con mucha razón. Yo me siento bien en un lugar así, donde noto que músicos y organización seguimos una misma línea de pensamiento.
«Bach siempre me ha volado la cabeza porque fue el gran arquitecto de la música, el que rompió absolutamente todos los moldes»
—Este tipo de festivales han funcionado muy bien durante décadas, pero ahora casi parece un milagro que resistan.
—Tienes toda la razón. Vivimos una era musical en la que todo debe ser líquido, que fluya rápido sin dejar poso, y alterando lo menos posible las conciencias y los estados anímicos. Por eso lo de ‘irreductible’ le va tan bien a Nocturama, porque cuenta con artistas que renuncian a dejarse llevar por la corriente para llegar a las masas. En este festival nos reunimos quienes creemos que en toda actividad artística tiene que haber un acto de posicionamiento. Y aunque parezca que no, en este momento histórico sigue habiendo ‘alcantarillas’, como yo llamo al 'underground'.
—Dice «aunque parezca que no», y es verdad que ahora mucha gente se pregunta dónde demonios está la contracultura, con la que está cayendo.
—Siempre la ha habido y la habrá, el problema es que ahora estamos en el momento histórico en el que menos interesa, y en el que más difícil es que se escuchen propuestas contraculturales.
—¿Puede ser porque 'underground' y 'mainstream' ahora comparten la misma vía de comunicación, internet, cuando antes se confrontaban en la dicotomía televisión versus 'fanzine'?
—Internet es desde luego una espada de Damocles para la contracultura. Está bien que todo el mundo tenga acceso a saltar de la nada y llegar a un público global, pero por otro lado, en el mundo de la música por poner un ejemplo, la gran mayoría de la gente está guiada por algoritmos que orientan sus escuchas para satisfacer unos intereses de la industria que obstaculizan la profundización, la búsqueda de la singularidad, la búsqueda del riesgo…
—La búsqueda de lo punk.
—Sí. Pero por otro lado, eso ha ocurrido siempre. En la música clásica hubo gente muy irreverente que al transgredir las normas se encontró muchos problemas, pero fue capaz de superarlos y trascender hasta el día de hoy. La cuestión es que esos artistas ya no nos parecen irreverentes porque 'siempre han estado ahí'. La palabra ‘clásico’ suena a muy culto, a muy formal, pero eso es una apropiación histórica para convertir lo clásico en una élite. Por eso, cuando gente como yo nos acercamos a la música clásica se nos considera ‘inadecuados’ para la misma. A quienes me vienen con esas, les digo que Lou Reed o David Bowie son tan legendarios como Beethoven o Wagner.
—¿Qué compositores le han volado la cabeza a lo largo de su vida, por transgresores?
—Han ido cambiando. Cuando era muy jovencita me impactó mucho cómo el romanticismo llenó la música de emoción, con compositores como Chopin, Lizst o Mendelsshon. Más tarde pasé a una época de descubrimiento del impresionismo, donde mis grandes héroes eran Satie, Debussy o Ravel, que me hicieron conectar con las luces, las sombras, las distancias y las densidades. Y después, Bach siempre me ha volado la cabeza porque fue el gran arquitecto de la música, el que rompió absolutamente todos los moldes.
—¿Fue terapéutico el proceso de entrevistas reflejado en el libro ‘Conversaciones con Ana Curra’ de Sara Morales?
—Tuve muchas dudas, al principio no me apetecía hablar de mí. Pero pude crear el espacio propicio para ello en la intimidad de mi casa, y pusimos toda la carne en el asador. Verbalicé cosas que estaban muy ocultas en mi subconsciente, saqué fantasmas y sí, hubo catarsis y llantos.
—Desgraciadamente ha mirado a la muerte a la cara desde muy joven. ¿Cómo se lleva ahora con ella? Sus últimos trabajos, ‘Hiel’ y ‘Aphrodita la Monarca’, tienen ese trasfondo…
—Con la de Eduardo Benavente me rebelé, no quise aceptarla en absoluto. Pero desde entonces me fui dando cuenta de que tienes que hacerte su amiga. Ese proceso de reflexión es uno de los más importantes que podemos hacer en vida.
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