La Trasatlántica
Invisibilidad
El borrado de cuerpos del campo de la historia fue un genocidio conceptual que antecedió al genocidio histórico tras la ocupación del Noroeste de México
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![Alexander von Humboldt](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2025/02/13/alexander-RRkK6SFDWWkMZu9uvDXH0fK-1200x840@diario_abc.jpg)
Alexander von Humboldt visitó el norte de las posesiones españolas en América en 1803. En su ‘Ensayo político sobre el reino de la Nueva España’ la aspereza del paisaje, la desolación y el vacío son los tópicos recurrentes en su escritura sobre las Provincias ... Occidentales del Interior, que era por entonces el nombre oficial del territorio vastísimo que ocupan el noroeste de México y el Suroeste de los Estados Unidos, del Río Bravo a las Californias.
Cuando más tarde llega a Nuevo México, describe la región como «un largo valle ribereño habitado por miserables colonos». Y hace una nota comparativa: tiene el tamaño del reino de León, pero una población menor al número de frailes franciscanos que viven en España. El símil es divertido, pero no empata con lo que sabemos de la zona hoy en día.
Treinta años después de la visita de Humboldt a México, durante los años tempranos de la Guerra Apache, las caballerías comandadas por Mangas Coloradas en Nuevo México o por Cochise en la Alta Sonora eran tan grandes que cuando el ejército mexicano las enfrentaba, era derrotado invariablemente. El vigor y destreza en el combate de los apaches es legendario, pero, si ganaban en el cien por ciento de las ocasiones era porque podían poner un número superior de jinetes a los que podía enviar el gobierno central de México.
En esas ciudades no había ‘colonos’, así que Humboldt no contó a su gente
En Nuevo México, en 1803, la nación Pueblo seguía habitando las ciudades milenarias de adobe que los conquistadores Coronado y Oñate diezmaron en el siglo XVII, pero no pudieron someter. En esas ciudades no había ‘colonos’, así que Humboldt no contó a su gente. Más al norte estaban las regiones zuni y navajo, los pueblos jicarilla. No importa que sistema de medición se use, la población de Nuevo México tenía que ser superior a la de frailes franciscanos en España, pero la mirada de Humboldt borraba los cuerpos que no eran europeos.
Esta mirada selectiva, limitada y limitante, que cegaba números enormes de comunidades de una parte considerable del mundo —toda la gente que vivía en lo que hoy son Arizona, Colorado, Nuevo México, Texas, Sonora, Chihuahua y Coahuila— se convirtió en un tópico de hierro cuando se publicaron las lecciones de ‘Filosofía de la historia’ de Hegel en 1837, una década antes de la operación genocida que significaría el corrimiento de Estados Unidos hasta California a partir de 1847.
En la ampliamente leída ‘Introducción’ a las lecciones, que abren con un epígrafe de Humboldt, Hegel dijo que Norte América —una Norteamérica que excluye a México («sólo un itsmo», en sus palabras)— todavía no era parte de la Historia, pero eventualmente lo sería cuando los sistemas de creencias y producción europeos se instalaran a escala continental en lo que llamó «la tierra del futuro». Lo que en Humboldt era una mirada limitante en Hegel es un acto político.
El borrado de cuerpos de la historia fue un genocidio conceptual que antecedió al genocidio histórico posterior a la ocupación del Noroeste de México por el ejército y los colonos estadounidenses. «América», dijo Hegel, «se mostró siempre psíquica y físicamente incapacitada y todavía lo está. Sus aborígenes, después de la llegada de los europeos, desaparecieron gradualmente ante el aliento de la actividad de los recién llegados». La dicción del filósofo es importante aquí, porque para la mente europea es el «aliento» de Dios lo que da y quita vida.
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