LA TRASATLÁNTICA
Hongos
Naief Yehya en 'El planeta de los hongos' (Anagrama, 2024) construye una original y arriesgada teoría sobre el consumo de sustancias alucinógenas
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![El periodista mexicano Naief Yehya](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/06/05/naief.jpg)
En la primera parte de 'El planeta de los hongos' Naief Yehya se queda, estratégicamente, un paso atrás de proponer que la arquitectura de la vida en la tierra está al servicio y es diseño del reino micótico. Se explaya, sin embargo, en las ... inquietantes razones de la gente que estudia la biósfera para imaginar que el mundo es un mecanismo que pareciera trabajar para los hongos. Son los seres vivos más vastos y extendidos de la Tierra; a veces operan como plantas y a veces como animales: interpretan información y reaccionan enviando mensajes con impulsos eléctricos.
En la segunda parte del libro, Yehya entra en un territorio más resbaloso, pero en el que claramente se siente más cómodo: la conciencia. Propone una idea con la que no se compromete, pero le sirve de hipótesis: la evolución del cerebro humano podría haber sido marcada por la necesidad de ampliar nuestra percepción mediante el consumo del aceite alucinógeno que los hongos nos han proveído desde la prehistoria.
Yehya es —lo ha sido siempre— un escritor arriesgado al que el tiempo suele conceder razón. Escribía ciencia ficción y horror décadas antes de que los subgéneros literarios fueran marcas de prestigio editorial latinoamericano y era un pornógrafo cuando serlo tenía mérito libertario —había censura. Escribió un libro alertando sobre la posibilidad del uso de drones en el campo de batalla cuando ni siquiera sabíamos que se llamaban así. La serie de ensayos sobre los hongos y la evolución de la conciencia es deliciosa. Van de las migraciones iranias al territorio del sánscrito en el paleolítico a la invención del LSD en un laboratorio suizo de entreguerras; del dios mexicano Xochipilli a los pitufos; de una teoría paranoica que propone el origen extraterrestre de las esporas a otra que enuncia que Jesús de Nazareth no era un rabino, sino un hongo.
Esta colección de meditaciones circula el problema de que los hongos dejaron de consumirse en Europa, y luego América, tras el triunfo de la ortodoxia cristiana. Durante siglos se desconoció su existencia o se consideraron un tema arqueológico. A mediados del siglo XX un dudoso antropólogo estadounidense descubrió que en Oaxaca, México, todavía se consumían como parte de una práctica religiosa indígena. El hallazgo de la existencia de Sabina, la chamana de Huautla ,generó una revolución contracultural, frívola y estudiada —los Beatles, los Beats, la primera psicodelia— pero también, y esto es lo que le interesa a Yehya, una nueva sintaxis del autoconocimiento que ha tenido trasuntos inesperados como el diseño de internet en tanto un organismo sin límites ni centro —un hongo, precisamente.
El éxito de Naief Yehya como escritor se mide con la más rara de las monedas de entre las que circulan por la República de la Letras: el aprecio. En treinta y tantos años de circular por los espinosos pasillos de la vida editorial hispanoamericana nunca he escuchado a nadie hablar mal de él. Es novelista, cuentista, ensayista, crítico de cine. Saltó al reconocimiento en los tardíos años ochenta, cuando estuvo asociado a un movimiento entre kamikaze y punk, casi mendicante, centrado en la legendaria revista 'Moho', que tenía una lista de colaboradores, pero no autores definidos para las piezas que publicaba. Desde entonces la obra de Yehya ya estaba en traslación por donde sigue pasando: la curiosidad por lo insólito en la cultura de masas, expresada en una prosa siempre diáfana y carismática —a menudo hilarante. 'El planeta de los hongos' no es una excepción
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