Crítica De:
'La alquimia del tiempo', de John Banville: memoria de pasos
ENSAYO
El Dublín de este libro no es (y no fue y mucho menos será) el de todos sino el suyo y, muy particularmente, el de su infancia y adolescencia
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Un comentario a este libro en Amazon —firmado por Germán Moya— afirma, con gracia y razón, que «uno se reencuentra con la literatura cuando lee a Banville. Si lo lees después de algún mal libro, que los hay, es como cuando se despierta de ... una pesadilla y ve que todo va bien».
Sólo que —con 'La alquimia del tiempo'— el efecto es el de despertarse para caer en el mejor de los sueños: acompañar a John Banville (Wexford, 1945) con modales de 'flâneur' mental por calles y rincones favoritos de la Dublín que en sus ficciones aparece casi como espejismo de niebla (excepción hecha de lo de Benjamin Black; y aquí el relato de cómo su debut fue marcado por ese callejón por el que ahora, en la portada, camina Banville y no Quirke).
ENSAYO
'La alquimia del tiempo'
![Imagen - 'La alquimia del tiempo'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/07/22/1628portafresan.jpg)
- Autor John Banville
- Editorial Alfaguara
- Año 2024
- Páginas 192
- Precio 19,85 euros
Y, claro, la energía que impulsa a Banville a recorrer Dublín es la de la memoria. Una memoria no de paso sino de pasos. Y la de esa primera lectura del 'Dublineses' de Joyce (y un poco después Beckett) como Big Bang de su vocación. De ahí que, si bien pareciera que 'La alquimia del tiempo' está inicialmente propuesto como libreta de apuntes o mapa para 'travelogue' o cartografía privada de turista en su propio territorio (y abundan los nombres propios o impropios, los sitios conocidos y desconocidos, los 'greatest hits' y las Caras-B y 'rarities' de Dublín); su verdadera naturaleza e intención son muy diferentes. Banville lo advierte ya en las primeras páginas: el Dublín de este libro no es (y no fue y mucho menos será) el de todos sino el suyo y, muy particularmente, el de su infancia y adolescencia revisado y corregido y hasta reescrito con mirada adulta.
Como bien apuntó uno de sus reseñistas en inglés, el título original de 'La alquimia del tiempo' —'Time Pieces'— puede leerse/entenderse de cuatro maneras que acaban marcando una misma hora: 'time pieces' como relojes de bolsillo o de pulsera, como fragmentos de escritura girando y transcurriendo alrededor de la idea del tiempo, como unidades físico-temporales, o como ensamblado de recuerdos que acaban formando o deformando una memoria, un hacer o deshacer memoria y 'memoir'.
De lo que en trata es del modo en que el pasado se hace presente una y otra vez, de la manera en que el pasado nunca pasa
Así, lo que da cuerda a 'La alquimia del tiempo' es la reflexión o flexión acerca del pasajero pero a la vez constante acto de recordar; de ese mayúsculo y bíblico El Verbo que es el que da hora y campanas a toda actividad literaria y nos convierte a todos un poco en dioses de nuestra propia Creación o Recreación. De lo que en realidad trata y lo que le da cuerda a 'La alquimia del tiempo' es del modo en que el pasado se hace presente una y otra vez, de la manera en que el pasado nunca pasa, nunca acaba de pasar, porque el pasado está pasando todo el tiempo.
Y así se lo pregunta y responde John Banville mientras deambula por una histórica Dublín que es parte de su historia en una parrafada formidable de 'La alquimia del tiempo': «¿Cuándo se convierte el pasado en pasado? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que algo que ocurrió sin más empiece a emitir el brillo secreto y numinoso que es la marca del verdadero pasado? ¿Cuál es la magia que obra sobre la experiencia, cuándo se consigna al laboratorio del pasado, para bruñirla y conformarla hasta darle un acabado brillante?... Digamos que el presente es donde vivimos, mientras que el pasado es donde soñamos. Aunque, si es un sueño, es sustancial y nos sostiene. El pasado nos mantiene a flote, es un globo aerostático atado a tierra que nunca deja de hincharse. Y, no obstante, vuelvo a preguntarme, ¿qué es? ¿Qué transmutación debe sufrir el presente para transformarse en el pasado? La alquimia del tiempo obra en un abismo brillante».
Y también lo hace este despertador y soñador libro de John Banville.
Bienvenidos a su Dublín.
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