Crítica De:
'El abrazo', de Anne Michaels: una novela-idioma en una historia única
NARRATIVA
Tras muchos años en dique seco, vuelve con esta autora de referencia y no decepciona a sus muy fieles lectores
Otras críticas del autor
![Anne Michaels (Toronto, 1958)](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/08/anne.jpg)
Mucho antes de que Olga Tokarczuk triunfase (premios Man Booker Internacional y Nobel incluidos) con 'Los errantes', la poeta canadiense Anne Michaels (Toronto, 1958) ya había hecho lo suyo.
Más o menos lo mismo pero mucho mejor, en 1996, con su debut ... en la ficción 'Piezas en fuga'. Y la novela —de estructura fragmentaria y dispersa por el sólo placer de acabar ensamblándose, perfecta, a la perfección— ganó casi todo lo que había para ganar.
NOVELA
'El abrazo'
![Imagen - 'El abrazo'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/09/08/1630portafresan.jpg)
- Autora Anne Michaels
- Editorial Alfaguara
- Año 2024
- Páginas 184
- Precio 19,90 euros
Y reveló a una narradora —poco dada a entrevistas o a explicar lo que hacía salvo con un ocasional «comencé a escribir de niña para no olvidarme de las cosas»— a la que podía entenderse y disfrutarse como una suerte de maravilla producto de la fusión de Michael Ondaatje y Joan Didion. Así, el uso de lo histórico para revelar lo íntimo y una mirada como de rayos x que, por momentos, no evitaba el pudor y la ferocidad de saber que ha visto demasiado.
En 'Piezas en fuga' (en un libro que volvía sobre el aria del Holocausto con variaciones innovadoras y donde el lirismo de entender a una cabellera «como un músculo espalda abajo» no evitaba el horror inolvidable a lo largo de varias décadas), Michaels estrenaba la idea de que el manejo del lenguaje podía entenderse como la herramienta para excavar, arqueológicamente, en el pasado y desenterrar ruinas flamantes.
La idea volvía a ser explorada —luego de poemario y libreto para ópera y libros infantiles y colaboración teatral con John Berger, uno de sus varios paladines— trece años después en 'La cripta de invierno': novela en la que la excavación metafórica se intensificaba aún más en trama con, en 1964, una pareja reconstruyendo y desarmando sus inicios/finales durante la mudanza de las colosales figuras de Abu Simbel para la construcción de la igualmente colosal represa de Asuán (y, sí, de nuevo, la sombra de una Varsovia ocupada por los nazis a restaurar).
'El abrazo' es, por lo tanto, por suerte, otra de Michaels. Una novela-idioma de prosa y ritmo tan particular como —en las antípodas, pero con igual entrega a una dicción propia— lo es una de James Ellroy.
Uno de sus protagonistas intuye que en ocasiones la Historia no es otra cosa que «detrito»
Así, de nuevo, lo episódico y fractal abarcando varias generaciones desde los campos de batallas de la Gran Guerra (y todavía no Segunda Guerra Mundial) hasta llegar a un casi presente 2025. Y, por encima de todo, los efectos especiales de un trauma universal a ser redimido por el amor privado. La diferencia con sus dos novelas anteriores es que aquí el elenco/reparto es mucho más numeroso y las tramas y lugares se multiplican y se recombinan (de maneras mucho más inesperadas y hasta desconcertantes, Michael no trabaja la idea de la casualidad al estilo de Paul Auster) como observadas a través de un caleidoscopio con propiedades de microscopio y telescopio.
En 'El abrazo' hay lugar para todo y todos: artista frustrada, veterano, sombrerero marxista, enfermera, fotógrafo de guerra, físico nuclear, médium, músico... Así, uno de sus protagonistas intuye que en ocasiones la Historia no es otra cosa que «detrito» y otro dictamina y advierte: «Lo elusivo de la forma es la forma misma». Concepto que —no está demás señalarlo— bien puede funcionar como instrucción/precaución para el lector: como con 'Piezas en fuga' y 'La cripta de invierno', el pleno disfrute de 'El abrazo' implica y obliga al aprendizaje de su lenguaje a la vez que se la lee. No —como dice uno de los personajes refiriéndose a sus libros favoritos como esos «que vuelven a empezar al llegar a la mitad»— sino empezando y terminando una y otra vez hasta que, alcanzado el final, descubrir que hemos sido testigos privilegiados de una única historia. Una historia única. Algo que ha sido desenterrado para cubrirnos y abrazarnos.
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