ARTE
Pintar la pasión en el Museo del Prado
Las seis «Poesías» que Tiziano pintó para Felipe II han sido reunidas cinco siglos después por el Prado. Estas son el núcleo de una muestra «mitológica» que levanta pasiones
![Detalle de las seis «Poesías» de Tiziano, núcleo de la exposición del Prado](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2021/03/11/prado-mito1-kVJC--1248x698@abc.jpg)
Jesús de Nazaret tenía ocho años cuando Augusto desterró a Ovidio . La musa del poeta, demasiado salaz y experimentada para la mojigatería del césar, tuvo la culpa. Acababa de redactar Las Metamorfosis e ignoraba que aquellas narraciones ... sobre personajes míticos se convertirían en cantera inagotable para escritores, artistas y músicos del futuro.
El choque entre el puritanismo del emperador y la libertad de costumbres del poeta no afectó al destino de sus obras. De hecho, ha sido el autor romano más leído de la Historia, sobre todo en el Renacimiento. Tras siglos de severidad cristiana, en un momento de crisis espiritual sin precedentes, las elites europeas vieron en los mitos paganos que él relató mejor que nadie un modo respetable de abordar cuestiones incómodas para la religión. Si las lecturas evangélicas ayudaban a levantar el alma a Dios, las lecturas mitológicas permitían profundizar en las raíces terrenales de la naturaleza humana.
Ovidio intuyó antes de fallecer que su cadáver yacería en tierra bárbara y su alma vagaría como «una extraña en medio de dioses salvajes», pero ni por asomo se le pasó por la cabeza que entre tales dioses se hallaría «el Dios verdadero», y que su sombra -así dice emulando a Homero- consolaría a quienes juzgaban demasiado severa la moral de sus sacerdotes . Su devoción por el mundo, este mundo sublunar donde las criaturas, espoleadas por sus ciegas pasiones, cambian incesantemente, lo convirtió en maestro de quienes no se resignaban al magisterio de la religión y aspiraban a descifrar el enigma del deseo , una fuerza irresistible a la que nadie, ni los dioses, puede sustraerse.
Fueron los celos
Las pasiones se padecen y arrastran a veces en direcciones desastrosas para nosotros y para el prójimo. Suponer que el ser humano se mueve impulsado por sus ideas o creencias y que basta con cambiar estas para mejorarlo es una ingenuidad. Por políticamente incorrecto que hoy suene, lo que llevó a Otelo a matar a Desdémona no fue un fallo de diseño en su moralidad, sino los celos que nublaron su entendimiento.
Aristóteles , padre de la ética, enseñó que nadie debería ser juzgado por sus pasiones, de las que nunca se es responsable, y si, en cambio, por sus acciones, o sea, por lo que ha hecho con ellas. El problema es que dominar la pasión no es fácil . Ni siquiera los dioses logran hacerlo, los dioses menos que nadie, quizá porque encarnan las fuerzas de la Naturaleza.
De eso trata el libro de Ovidio, una obra prácticamente inaccesible durante la Edad Media, que, al inventarse la imprenta, se publicó cientos de veces. En Venecia , capital mundial de la edición en el siglo XVI, se hicieron montones de versiones, entre ellas la de Aldo Manuzio . Era lectura obligatoria en los círculos humanistas donde se movía Tiziano , el pintor más influyente de la época.
A las pinturas de carácter mitológico llamó el pintor de Cadore «poesías» . La razón es que los mitos fueron siempre patrimonio de los poetas. Los poetas no pretenden explicar lógicamente la realidad, como los filósofos. Ellos siempre muestran las cosas bajo luces equívocas. A la vez que iluminan ciertas dimensiones misteriosas de la vida , la enmascaran con ropajes alegóricos, simbólicos o metafóricos. Representar pictóricamente las cosas así, como hizo Tiziano en sus poesías , era aceptar el doble reto de combinar la belleza con un pensamiento esotérico al alcance solo de iniciados.
A ojos del pintor lo interesante es la pasión, no la acción, tampoco sus consecuencias
Un chico de su tiempo
La equiparación de pintura y poesía se remonta al poeta griego Simónides . Horacio , cinco siglos después, expresó la idea en una fórmula ya clásica: Ut pictura poesis . Los pintores renacentistas la aplicaron sistemáticamente. Cuando Felipe II , siendo todavía príncipe, encargó al veneciano las seis pinturas que constituyen el núcleo de la exposición del Museo del Prado ( Dánae , Venus y Adonis , Perseo y Andrómeda , Diana y Acteón , Diana y Calisto y El rapto de Europa ), demostró ser un joven de su tiempo. El destino de esas obras, ejecutadas entre 1554 y 1562, fue el Alcázar de Madrid , en concreto, los aposentos privados del monarca, en donde se encontraba también la serie de Correggio Los amores de Júpiter , cuatro pinturas de contenido erótico que el duque de Mantua había regalado a Carlos V.
Poesía y pintura comparten mucho , pero el pintor tiene que condensar la elocuencia del poeta en una única escena. Lo que hizo Tiziano en las poesías destinadas a Felipe II fue escoger el instante en el que la pasión lleva al protagonista al desastre, aunque él no sea consciente. Un momento después y el argumento de los cuadros habría sido la muerte y el horror: Adonis destrozado por un jabalí, Acteón despedazado por sus perros... A ojos del pintor lo interesante es la pasión, no la acción, tampoco sus consecuencias . Su objetivo no es juzgar, sino mostrar el deseo como si se tratara de la savia de los árboles, algo que sube por los cuerpos desde sus oscuras raíces en el mundo. Otros artistas vieron lo mismo. El Prado nos ofrece en estos tiempos sin profundidad una buena oportunidad para aprender de ellos.
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