ARTE
La obra pictórica de Manuel Padorno, a la sombra del mar
Sus cuadros corren a la par que los versos de un hombre anclado a sus islas

El año que acaba de concluir ha sido clave para el destino de la obra de Manuel Padorno . De su obra poética, y de su obra pictórica. Desde el punto de vista del conocimiento de su poesía, lo más importante es que salió el ... tercer y último de los tres volúmenes, maravillosamente editados por Pre-Textos, de sus Obras Completas , al cuidado de Patricia Padorno y Alejandro González Segura. En el inicio de la temporada expositiva madrileña, Leandro Navarro , galería especializada en los rescates históricos, propuso a los espectadores una muestra muy especial, en que una s elección de cuadros y papeles del poeta dialogaba con algunas obras de su gran amigo Millares : ocasión única para volver sobre esa amistad, iniciada en Las Palmas, en la inmediata posguerra, y que se consolidaría en el Madrid «sixties».
Por último, está el hecho de que, aunque ya no es sino recuerdo la última casa de la vida padorniana, ubicada, casi como un barco más, en la Playa de las Canteras, la conservación de los archivos del poeta, así como de su obra plástica, están garantizados. Josefina Betancor y sus hijas han creado el Espacio Padorno de Alcobendas , conservatorio de lo principal de su pintura, mientras han legado su biblioteca y archivo a la Fundación Jorge Guillén de Valladolid, donde estarán junto a los del autor de Cántico , y a los de Francisco Pino, Rosa Chacel, Carmen Martín Gaite, José Jiménez Lozano, Claudio Rodríguez, Ángel Crespo, Gabino-Alejandro Carriedo y Justo Alejo, entre otros…
Homenajes
Poeta relativamente tardío por lo que a publicaciones se refiere, tras un auroral poema dramático jazzístico, «Oí crecer las palomas» (1955), ilustrado por Millares y sufragado por Chirino, a partir de la publicación por Adonais de su extraordinario libro lanzaroteño «A la sombra del mar» (1963) es cuando comienza el poeta la construcción de su universo geométrico y esencial. Universo que sería referencia clave para poetas que vinieron después. Con el tercero de los tomos azules de Pre-Textos, ya bien visibles como luminoso remate de la estantería donde atesoramos las obras del inolvidable amigo, entramos en el campo de los inéditos. Por fin podemos leer completos los frutos del retorno al archipiélago natal, o lo que conservó de sus años de dudas. Homenajes a Alonso Quesada, Domingo Rivero, o Néstor; al Unamuno de Fuerteventura; a Giner de los Ríos, el institucionista; a Aranguren; al propio Guillén; a Eguren o Lezama; a los canarios del XVII y el XVIII... Tentativas sociales, compatibles con la pureza.
Brilla un extenso poema, anticipado, en 2019, por la Fundación guilleniana: «Vir heroicus sublimis», título y argumento tomados de Barnett Newman. Padorno podía haber sido de El Paso , pero se volvió demasiado pronto al archipiélago. Vuelto a Madrid, se movió en aguas cercanas a Alberto Greco. Pese a una cierta indiferencia del medio poético, persistió en el cultivo de la pintura. Con Munch, Mondrian y Van der Leck, Morandi, Rothko o Diebenkorn, más unos cuantos arquitectos amados, como faros.
«Sonoro Atlántico»
Con Millares como hermano mayor, al que pidió prestada la arpillera como soporte. Con, al final, la pasión por el Guston gamberro. Con el mar como paisaje interrogado una y otra vez , y en consecuencia el azul como color dominante. La muestra en Leandro Navarro, para la que retomamos el título de su primer poemario, ha supuesto la ruptura con una cierta injusticia y maldición históricas, y el definitivo ingreso del pintor en el mercado. Realmente admirable la capacidad de Antonio Piedra para constituir un fondo documental de nuestra mejor poesía.
La biblioteca padorniana , testimonio de sus fidelidades, entusiasmos y cavilaciones, siempre quedará asociada a su casa de Punta Brava, metida en el Atlántico. Ese pedazo del «sonoro Atlántico» ha viajado ahora, para quedarse, a la capital castellano-leonesa. Ya están ahí sus libros, a los que pronto harán compañía sus manuscritos, y su correspondencia de poeta, pintor, grafista, y también editor, que no hay que olvidar la importancia de su acción en ese campo, y especialmente de la colección «Poesía para todos», donde salieron títulos fundamentales de una generación, la del cincuenta, de la cual él es una de las figuras más singulares.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete