ARTE
Julia Margaret Cameron: esa otra gran dama
La Fundación Mapfre, fiel a su interés por la fotografía, condensa el particularísimo universo de Julia Margaret Cameron: una de las figuras referenciales de la disciplina en el siglo XIX, de las que más contribuyeron a hacer de la foto un arte

«Si se permite que la fotografía supla al arte en alguna de sus funciones, pronto lo habrá suplantado, o totalmente corrompido . Es necesario, por tanto, que cumpla con su verdadero deber, que es el de ser la sirvienta de las ciencias y de las artes, pero la muy humilde sirvienta ».
Estas palabras de Charles Baudelaire , recogidas en un texto escrito con ocasión del Salón de 1859, mitad «boutade», mitad convicción, nos dan buena cuenta de la «malvenida» que, desde sus inicios, tuvo que soportar la fotografía para ser considerada un lenguaje artístico más. Sin embargo, afortunadamente, esa humilde sirvienta terminaría por salir muy respondona, toda una Gran Dama, llena de recursos, estrategias, imágenes y conceptos …
Ahora, muchos años después, la Fundación Mapfre , que sigue cumpliendo acertadamente con uno de sus principales objetivos, como es la difusión y la presentación de algunos de los principales nombres de la Historia de la foto , nos propone, en colaboración con el Victoria and Albert Museum de Londres, esta espléndida exposición retrospectiva dedicada a Julia Margaret Cameron (Calcuta, 1815 - Ceilán, 1879), una de las figuras más referenciales de la fotografía del siglo XIX, y una de las que más contribuyó a su conversión en un arte con mayúsculas.
Sin sacrificar la verdad
« Aspiro a ennoblecer la fotografía –ella misma nos diría–, a darle el tenor y los usos propios de las Bellas Artes, combinando lo real y lo ideal, sin que la devoción por la poesía y la belleza sacrifique en nada la verdad».
En diciembre de 1863, Julia Margaret Cameron recibirá un regalo muy especial por parte de una de sus hijas: una cámara (construida en madera con un objetivo de la marca Jamin), como remedio para paliar la soledad provocada por las prolongadas ausencias de su esposo de su casa de Freshwater, pequeña localidad en la Isla de Wight. Aunque años atrás ya había mantenido algún contacto con la foto a través del pictorialista Oscar Gustav Rejlander , y también de John Herschel , descubridor del fijador, lo cierto es que este suceso sería clave en su plena dedicación al lenguaje fotográfico.
Las fotografías de Cameron tratan de capturar las emociones y los sentimientos y no la mera copia
Tal como viene siendo ya una de las señas de identidad de esta institución, el montaje expositivo resulta muy cuidado y magníficamente presentado. La muestra, compuesta por más de un centenar de obras, ofrece un panorama ciertamente completo de su producción , y se divide en cinco capítulos, cuatro de ellos articulados en torno a la trayectoria creativa de la propia artista y a su evolución, y uno último, en el que se muestra la obra de otros fotógrafos contemporáneos, entre ellos Edward Fox, John Murray, Henry Peach Robinson o incluso Lewis Carroll , y que supone una adecuada contextualización de su trabajo.
Ya desde sus primeras obras, Cameron demostrará poseer una mirada muy personal que se plasma en su aún más particular manera de fotografiar. En vez de limitarse a intentar una reproducción fidedigna y mimética de la realidad, buscará por el contrario encontrar su propia voz emulsionada. Así, sus retratos y composiciones se distancian del canon habitual de la época , tratando de capturar las emociones y los sentimientos y no la mera copia.
Sube la temperatura
Por otro lado, introduce también una peculiar técnica que producía deliberadamente un ligero «flou», o desenfoque de las formas y de las luces con el que conseguirá imágenes más cálidas y retratos dotados de una mayor temperatura plástica. Del mismo modo, se sirve de otras estrategias creativas que, aunque podían parecer errores o defectos, imperfecciones, arañazos, manchas y grietas –para algunos de sus contemporáneos implicaban un escaso conocimiento de la técnica–, contribuyen, sin embargo, a fortalecer la potencia expresiva y pictórica de sus fotos . No hay duda, pues, de que sus errores serían también sus éxitos…
A lo largo de una cuidada selección de obras –que inicialmente pertenecieron al South Kensington Museum (en la actualidad, el Victoria and Albert Museum), donde muy pronto expuso–, el espectador tendrá la oportunidad de comprobar todas las características de su estilo, absolutamente reconocible y personal , articulado en tres líneas fundamentales: «Retratos», entre los que se encuentran importantes figuras artísticas y culturales de la época victoriana ( Alfred Tennyson , Charles Darwin o William Michael Rossetti ); «Madonnas», imbuidas de una importante carga de moral cristiana; y «Fantasías con efecto pictórico», inspiradas en motivos medievales y renacentistas, que recogen un evidente eco pictórico, cercano al Prerrafaelismo .
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