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Mariscal en el Museo ABC: más allá de Cobi

Padre de uno de los emblemas de Barcelona’92, Javier Mariscal es un diseñador camaleónico, pero fiel a un estilo. Lo demuestra su primera retrospectiva madrileña, en el Museo ABC

Mariscal en el Museo ABC: más allá de Cobi abc

francisco carpio

Para los que vamos añadiendo cada vez más dígitos al reloj de la memoria, 1992 representó algo más que otro año más . Una fecha en la que coincidieron la Expo de Sevilla , la capitalidad cultural europea en Madrid y los Juegos Olímpicos de Barcelona tenía por fuerza que ocupar un lugar especial en el imaginario visual y mental de nuestros recuerdos. Y dentro de ellos, Cobi, el icono de la olimpiada , se mantiene vivo aún sobre la pantalla sepia de la historia de mi memoria. Una imagen que asocio a aquel tiempo, y que también asociaré siempre a Mariscal.

Los primos Naranjito y Curro

Por supuesto que Javier Mariscal no es solo el autor de Cobi, pero entiendo que, más allá de un hallazgo visual , en mi opinión, feliz –máxime después de haber tenido que sufrir torturas gráficas del tamaño de Naranjito (Mundial de Fútbol de 1982), e incluso fiascos visuales coetáneos suyos como el «sevillano» Curro de la Expo–, este personaje representó un regenerado chorro de aire fresco dentro del casi siempre acartonado diseño gráfico de nuestra sufrida piel de toro. Todo esto acudía a mi cabeza al visitar la exposición Mariscal en el Museo ABC, una auténtica mirada antológica sobre la plural obra del diseñador valenciano, producida por la Fundación CatalunyaCaixa y el Museo ABC .

J. mariscal

Considerado uno de los más destacados diseñadores dentro del ámbito nacional e internacional , esta muestra, su primera retrospectiva en Madrid, presenta una gran diversidad de lenguajes y estrategias de expresión visual, que recogen la que es una de sus principales señas de identidad: una innegable e innegociable vitalidad creadora. De esta forma, podemos contemplar un gran número de trabajos y propuestas realizados a lo largo de cuatro fructíferas décadas: objetos y utensilios varios, esculturas, pictogramas, logotipos, mobiliario, textiles, collages, tipografías 2 y 3-D, carteles, pinturas, imágenes de iPad, películas y todo tipo de ilustraciones. El dibujo actúa indudablemente de hilo conductor , engarzando con una sola voz propia todas las voces que nos invita a escuchar y después a compartir.

Él mismo dirá: «Ahora que tengo 70 años, he de admitir que soy un especialista. Tengo una profesión. Soy un dibujante . Toda mi vida desde muy niño, he dibujado, tomado apuntes, inventado personajes imaginando nuevas formas, tratando de dibujar mis pensamientos y dibujando todo lo que mis ojos veían y mis orejas oían […] Dibujar es entender el mundo ; todo empieza con un dibujo».

J. mariscal

En su caso, todo empieza a finales de los setenta , pero sobre todo a primerísimos de los ochenta, con el inicio de la movida década de la Movida , un tiempo en el que parecía que todo iba a ser posible, incluso lo imposible… Ahí se empezará a gestar su personal universo, que en una especie de tótum revolútum albergará intereses y miradas tan plurales como el pop, los tebeos, la cultura underground, el color y la luz del Mediterráneo , la tipografía, la magia cotidiana que pueden esconder los objetos domésticos, la línea clara, el diseño de los años cincuenta y de la Escuela de Memphis…

En clave barroca

Esta exposición intenta reflejar todo este mundo tan plural y poliédrico, a través de un abundante número de obras y proyectos que se despliegan por las salas formando un fresco colorista-vitalista, multidisciplinar y abigarrado (en ocasiones demasiado…) que responde a ese tono tan barroco y recargado que le caracteriza.

J. mariscal

Así, podemos acceder a la muestra atravesando lo que se califica como un «túnel de lavado» de dibujos , para encontrarnos con algunos de sus iconos y personajes más representativos como Cobi , o los Garriris , esos peculiares habitantes de un mundo entre onírico y mediterráneo , o también muchos de sus diseños gráficos e industriales más conocidos, desde el cartel Bar Cel Ona hasta el taburete Dúplex , pasando por innumerables logotipos y pósters, letras-esculturas o dioramas, hasta llegar a diversos procesos de trabajo de . En todos estos ejemplos –salvo cuando intenta adentrarse en la pintura, en el que no consigue pasar de un prescindible estadio de ilustración– Mariscal se muestra como un creador inquieto , curioso, acertado, vital y siempre dispuesto a entender el mundo a través de su músculo más desarrollado: el dibujo.

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