LIBROS
Hilde Spiel, regresando a Viena entre las ruinas
Notable novelista, ensayista, biógrafa y periodista austriaca escribió uno de los más lúcidos e impresionantes diarios o crónicas que se conservan sobre la posguerra
![Hitler, en Viena, dando un discurso delante de 200.000 personas en el año 1938](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2022/05/27/Hitler-kCkE--1248x698@abc.jpg)
La escritora austriaca, exiliada en Londres, Hilde Spiel diría en su espléndido libro ‘Regreso a Viena. Diario de 1946’: « Vuelvo a mis orígenes desde la distancia que crea el haber estado ausente mucho tiempo, preparada para una experiencia dura, probablemente dolorosa».
Nacida en ... Viena en 1911, en el seno de una acomodada y culta familia judía asimilada cuyos padres se habían convertido al catolicismo, Hilde Spiel, que fallecería en esa misma ciudad en 1990, fue una de las intelectuales más relevantes de la cultura austríaca de posguerra. Notable novelista, ensayista, biógrafa y periodista a lo largo de su vida de diversos medios británicos y alemanes, en 1933, justo cuando Hitler subió al poder, Spiel se afilió al Partido Socialdemócrata. Un año después, tras presentar en Viena una tesis sobre teoría cinematográfica, emigró a Londres junto con su marido , el también escritor y periodista judío Peter de Mendelssohn.
En el caos
Diez años más tarde, en enero de 1946, con un uniforme del Ejército Británico y a bordo de un avión militar, regresaría «fuera de tiempo y de lugar, como un fantasma», en calidad de corresponsal de guerra del ‘New Statesman’ , a la ciudad que había sido la suya, ahora sumida en el caos. Nada más aterrizar y a lo largo de su intenso viaje de inspección tanto exterior como interior, Spiel escribiría uno de los mejores, más lúcidos e impresionantes diarios o crónicas que se conservan sobre la más inmediata posguerra mundial. Una posguerra en la que el Ejército Británico y el Ejército Rojo eran los nuevos señores del lugar, los que imponían el orden, y en la que numerosas «miradas hostiles» les recordaban sin cesar a los ocupantes que «esta tragedia alemana no es la nuestra».
Casas que ya solo eran «montones de escombros y grava», barrios enteros destruidos por las bombas, villas y palacios saqueados
Una atroz y devastadora «melancolía de las ruinas» dominaba todo: casas que ya solo eran «montones de escombros y grava», barrios enteros destruidos por las bombas, villas y palacios saqueados y «niños transparentes como muñecos de papel, deambulando vestidos de un color gris ceniza y botas rotas del ejército, con la sonrisa cadavérica de los condenados a morir » se mezclarían con sus encuentros con amigos que habían sobrevivido (de forma más o menos clara y más o menos comprometida o «ambigua»), con relatos sobre centenares de víctimas enviadas a los campos o bien suicidados, con visitas a un lúgubre centro de deportados en Carintia y con conversaciones con animosos responsables actuales de la Ocupación, todos ellos pertenecientes a partidos opositores del nacionalsocialismo o bien antiguos deportados a Dachau.
Tras haber pasado una década en Londres, sobreviviendo a las bombas, y tras haber tenido allí dos hijos, Spiel se reconocerá en muchas ocasiones dividida entre dos identidades. Cuando en la Universidad de Viena, corrompida ya por los nazis y el odio racial , cualquier tipo de «talento analítico o capacidad de profundizar» se tenía que ocultar ya que se corría «el peligro de ser rechazado por rojo o por judío», ya entonces empezó a familiarizarse con autores de su misma época franceses o ingleses, donde hallaba su verdadera «patria mental», al compartir una misma visión de las cosas.
![Hilde Spiel](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2022/05/27/hilde-kCkE--220x220@abc.jpg)
Maestros de la sátira
Sin embargo, a su regreso a Viena, una y otra vez, comprobará «la pertenencia emocional» que la seguía uniendo a sus compatriotas. Su generación venía del mundo heredado por la gran cultura vienesa, de nombres como Kokoschka , Musil , Werfel, Karl Kraus o Hoffmannsthal y de cafés como el célebre Herrenhof, el mítico café literario más importante de Viena, en el que los camareros se metamorfoseaban con sus brillantes clientes habituales y con maestros de la sátira y de los cabarés (que se negaron a escapar cuando les fue posible, acabando más tarde en Auschwitz), por lo cual, poco a poco, «habían sido entrenados en la práctica del discurso agudo y de la réplica». Aun así, como comentará Spiel, desde la caída del Imperio Austrohúngaro y el fin de la Primera Guerra Mundial «lo provinciano iría avanzando inexorablemente». Hasta que apareció Hitler y «lo devoró todo».
Centro de gravedad
Tras su visita, invadida por una vorágine de emociones, de decepciones y de cierto «renacimiento del espíritu » tras la brutalidad y la violencia de la guerra, con su «lealtad y capacidad de sentir» puestas a prueba, Hilde Spiel regresaría a Londres. Sin embargo, un descolocamiento se habría inoculado ya para siempre en su interior, haciéndole regresar, para instalarse en Austria en 1963, trabajando como corresponsal del ‘Frankfurter Allgemeine Zeitung’: «No se trata de lealtad -escribe Spiel- esa se la debo a mis salvadores. Se trata de la ubicación interior que se ha tambaleado. Lazos antiguos se afianzan, mientras que los actuales se aflojan. Me temo que mi centro de gravedad -en una nube que flota, por encima de Europa, sobre Inglaterra, Austria, Italia y Francia- está en el aire».
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