ARTE
Gerardo Lizarraga y los ‘cadáveres exquisitos’
Una exposición en el Museo de Navarra recupera la obra desconocida de un artista que vivió y dibujó la cara más amarga del exilio

Un grito de mujer resonó en la sala cinematográfica de París. No se proyectaba una película de terror sino un noticiario que informaba de los refugiados españoles en los campos de concentración del sur de Francia. Remedios Varo reconoció a su marido, ... Gerardo Lizarraga , al que había perdido la pista en la primavera de 1937. Subió a la cabina y no cejó hasta que el proyeccionista le cortó un fotograma con la imagen de un hombre de nariz aguileña, con boina y abrigo, escribiendo apoyado en los restos de un coche.
Gerardo y Remedios se habían conocido en la escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid . Poco más de veinte años tenía ella cuando, en 1930, se casaron y se fueron a París. Remedios buscaba la independencia para perseguir su sueño y Gerardo, tres años mayor, ya había descubierto la meca del arte. Una beca le permitió ampliar estudios en la capital francesa, pintar, realizar murales y colaborar en producciones cinematográficas. En 1931 regresaron y se instalaron en Barcelona, donde florecían las vanguardias. Se separaron unos años después y Remedios se relacionó con Esteban Francés , con quien compartió estudio en la plaza Lesseps y participó en mayo de 1936 en la Exposición Logicofobista , considerada precursora del surrealismo en España.

Cuando estalló la guerra en 1936, Gerardo se alistó enseguida como voluntario y se puso al servicio de la República . Participó en exposiciones militantes, en la creación de sindicatos de artistas, dibujó carteles de propaganda, fundó una compañía de cine, escribió guiones e incluso intervino como actor en una película surrealista. A la llamada de España acudió también el poeta y promotor del surrealismo Bejamin Péret , que combatió en las filas del POUM. En 1937 regresó a París con su nueva pareja, Remedios Varo. Juntos estaban en el cine cuando Remedios supo que Gerardo estaba vivo e internado en Argelès.
Movilizaron a sus amigos y contactos para sacarle de allí, lo que no resultaba fácil porque la propia Remedios fue detenida y encarcelada en 1940 al parecer por esconder a un soldado francés prófugo; Péret, que también pasó por la cárcel por agitador antimilitarista, vivía en la clandestinidad. Ante la llegada de los nazis, se refugiaron en Marsella, en la Francia de Vichy , como otros muchos intelectuales. Gerardo, por su parte, que había cruzado la frontera como refugiado a comienzos de 1939, recorrió diversos campos de concentración hasta llegar al de Clermont Ferrand , con unas condiciones menos duras. Por fin, en 1941, con la ayuda que sus amigos pudieron prestarle, logró salir y llegó a Marsella. Péret y Remedios se embarcaron para México y Gerardo les siguió poco después, ya en 1942.

Péret y Remedios viajaron con el fotógrafo húngaro Emérico Chiki Weisz , que había escapado de otro campo de concentración, en su caso en Marruecos, y vivía escondido en Marsella. Janet Kaplan , biógrafa de Remedios Varo, dice que era él quien estaba con Remedios cuando reconoció a Gerardo en la pantalla del cine. Fuera entonces o más tarde en México, como señalan otras versiones, Chiki desveló que aquellas imágenes las había rodado él en la playa de Argelès, fijándose en un hombre que escribía encorvado entre la desolación y sin saber de quién se trataba. Amigo y colaborador de Robert Capa , que le facilitó y financió el viaje, había puesto a salvo cuando salió de París la famosa maleta mexicana con cerca de 4.000 negativos de Capa, Gerda Taro y David Seymour, Chim, que apareció setenta años después en un desván de Ciudad de México, curiosamente muy cerca de su casa.
A los refugiados, entre los que también vivió algunos años Esteban Francés, se unió la fotógrafa húngara Kati Horna , amiga de juventud y amor fugaz de Capa, que había llegado a la capital mexicana con su marido, el pintor José Horna , a finales de 1939, tras participar activamente en la guerra. En 1944, en casa de los Horna, Chiki conoció a la pintora surrealista Leonora Carrington , con quien se casó. Gerardo Lizarraga contrajo matrimonio en 1946 con la fotógrafa Ikerne Cruchaga , tudelana, cuya familia había partido en dos la Guerra Civil, y tuvieron dos hijos, Amaya –que falleció en enero del año pasado– y Xabier, antropólogo y residente en la capital mexicana, que ha facilitado la mayor parte del material de la exposición: un total de 125 obras originales, 60 fotografías, además de carteles, documentos, manuscritos y libros. Blanca Oria , comisaria de la muestra y autora de un documental, ‘Estrellado’ , sobre la vida y la obra de Lizarraga, destaca de su producción los dibujos que realizó en los campos de concentración franceses, unos ochenta, que se exhiben en su conjunto por primera vez.
Xabier Lizarraga recuerda que se subía de niño con su hermana a una cuna-velero diseñada por Leonora Carrington con Norah, la hija de Kati y José, y Gabriel y Pablo, los hijos de Leonora y Chiki. Hoy la pieza se venera en los museos. Al variopinto grupo de exiliados le gustaba jugar a ‘cadáveres exquisitos’ , un experimento surrealista que consiste en hacer un dibujo común en el que cada uno añade una parte tapando lo que ha hecho el resto. Para André Bretón –que dijo que mientras en Europa se hacía surrealismo, en México se vivía– era la fórmula para llegar a una obra común que no podía alcanzar una mente por sí sola.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete