POP
El enigmático Duque Blanco sigue tramando algo
David Bowie fue un maestro de la subversión poética. Un gran burlador, un misterio que perdura un lustro después de su muerte
![Bowie en Nueva York, donde vivió sus últimos años y donde falleció el 10 de enero de 2016](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2021/01/20/bowie-nyc-kQoE--1248x698@abc.jpg)
Pese a lo que se suele opinar, David Bowie concedió un buen número de entrevistas, sobre todo en los primeros años. Todos los grandes del periodismo musical quisieron conocerlo en persona, desde Penny Valentine a finales de los sesenta, Simon ... Frith , Steve Turner , John Mendelssohn , de la Rolling Stone , Lillian Roxon para el New York Daily News , Al Aronowitz para el New York Post , Chris Welch para el Melody Maker . La lista es larga. Y se prestó a ello, con ironía y sentido del humor, hablando cuando quería y callando las más de las veces.
Descubrimos gracias a Ray Fox-Cumming su miedo a volar en mayo de 1973, después de más de doscientos vuelos en los que se incrementó su pánico a los aterrizajes. Su manera compulsiva de fumar , encadenando un cigarrillo tras otro. Su manera lenta de beber la pinta de cerveza, su mirada pícara, sus caprichos -una limusina para llevarle del hotel de Aberdeen a la sala de conciertos, para un trayecto que bien podía hacer andando-, su ambigüedad sexual... En su gira americana, mientras cantaba «Rock’n’roll Suicide», se desmayó encima del escenario , exhausto por tantos conciertos. Y su contestación: «Es lo que hago todo el tiempo. Desmayarme. Soy experto en el arte de desmayarme en el modo adecuado».
Pero lo que le gustaba era hablar de decadencia . «La última cosa decadente que recuerdo fue entrar en una tienda de Yves Saint Lauren y no gustarme nada. Mandé que me trajeran unos calcetines grises en un Rolls Royce». Alguien pregunta: ¿Hay algún club gay en Aberdeen? «¿Estás de broma? -responde Bowie-, dudo siquiera que haya uno hetero. Ahora, Edimburgo, en cambio, mmm».
Si hemos de creerlo, Bowie comenzó titubeante en su flirteo con la estética mod para luego entrar en el «hippismo». En 1974 pisa el acelerador hasta convertirse en una estrella del pop . Y no fue hasta que se instaló en Los Ángeles que su imagen de artista pretencioso dio un giro hacia la realidad. El escenario dejó de ser la prioridad para dar paso a la literatura y la experimentación sonora. La estrella del pop mutaba para convertirse en «hombre del Renacimiento» .
Con la ayuda de Brian Eno y Toni Visconti , Bowie finiquitaba su «trilogía berlinesa» , tras Low y Heroes . El periodista musical Jon Savage no acaba de saber si hay una crítica a nuestra civilización o una celebración de la misma. Y no parece muy entusiasmado: «Tenderos: Bowie tiene un gran número de seguidores, espera grandes ventas en este regreso a un estilo más convencional. Compradores: no esperen otro Heroes . Proyección: ¿serán los ochenta realmente tan aburridos?». El tiempo le ha dado la razón a Bowie, y Lodger es aclamado como uno de sus discos a reivindicar.
Una pequeña ciudad costera, donde los pescadores suelen cantar a cappella, de donde salieron grupos como The Housemartins . De Hull son Mick Ronson , prodigioso guitarrista, así como el bajista Trevor Bolder . El feliz encuentro de ambos con Bowie hizo posible una banda de rock glam que, a tenor de las grabaciones para la BBC, llegó a lugares a los que nadie había llegado en 1972.
La reinvención de Bowie comenzó en 1974, bajo la máscara de su nuevo personaje: el Duque Blanco . Paseando de esta guisa el chico pálido y delgado con cara de mimo es visto de estación en estación. Precedido por el sencillo «Golden Years», es uno de sus más interesantes trabajos, que abre la puerta a un Bowie «en clave» que siempre ha circulado en el subsuelo del folk y el rock británico, de Black Sabbath a Jimmy Page . Es el Bowie del ocultismo, la cocaína, Aleister Crowley , la lectura de Nietzsche y el ultrahombre.
El Duque Blanco habla por la boca de Bowie, como forma de hacer «música a martillazos» . El propio Bowie, sin embargo, lo declara «un ser desagradable y asqueroso», burlándose de todos, aun cuando este Bowie «en clave» se remonta a 1970 y The Man Who Sold The World . Porque más que un adelantado, Bowie fue un maestro de la subversión poética . La guitarra de Carlos Alomar escupe arpegios de funk, al tiempo que aparece la fascinación por Kraftwerk . Fue Anthony O’Grady quien, en 1975, le sacó el titular para la revista RAM: «El rock’n’roll está muerto». Han pasado cinco años y seguimos con más preguntas que respuestas. El gran burlador nos observa desde la región polar austral del planeta Marte, con un ojo verde y otro azul. ¿Qué andará tramando? Porque el viento sigue siendo salvaje.
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