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Elvis Presley, una pistola en la Casa Blanca: la caída de ‘El Rey’
El prestigioso periodista musical Ray Connolly realiza un soberbio trabajo de investigación sobre el músico que cambió el rumbo de la música popular americana y murió devorado por la inseguridad, su adicción a los fármacos y paranoico
![Elvis Presley, con una de las muchas armas que llegó a poseer a lo largo de su vida](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2022/03/18/elvis-presley-ametralladora-U401951835029PyB--1248x698@abc.png)
Consciente de la omnipresencia de Elvis Presley en la cultura popular mundial, de la inabarcable cantidad de información que hay sobre él, Ray Connolly (Lancashire, Reino Unido, 1940) comienza la biografía del músico con dos episodios que solo él puede aportar y con ... los que refleja mejor que nadie la grandeza del personaje. El primero se produjo una mañana de agosto de 1969, cuando el periodista se encontraba en su mesa del ‘London Evening Standard’ intentando entrevistar a Bob Dylan . Estaba convencido de que su representante le diría que no, pero se obró el milagro. El problema es que tenía que ser en ese instante.
A los diez segundos, sin preguntas preparadas, el cantautor más huraño de la historia estaba al otro lado del teléfono. Tras el saludo, lo único que le salió decir fue que acababa de estar en Las Vegas viendo el regreso de Elvis. En ese momento, el tono de Dylan se iluminó: «¿En serio? ¿Estuviste allí? ¿Qué tal estuvo?». Antes de responderle, continuó entusiasmado: «Leí sobre ellos en ‘The New York Times’. ¿Estuvo bien? ¿Estaba Scotty Moore [el primer guitarrista de Elvis]? ¿Le hicieron los coros los Jordanaires? ¿Toco algo de la época de Sun Records?». Dylan le lanzó mil preguntas y el periodista, ninguna.
Unos días más tarde, en Londres, pudo entrevistar a John Lennon . Al saludarle, Connolly, uno de los críticos musicales más prestigiosos de Estados Unidos, mencionó de nuevo lo de Las Vegas y tuvo que hacer frente a otra ristra de preguntas: «¿Cantó ‘Baby Let’s Play House’? ¿Y ‘I Got A Woman’? ¿Estuvo bien? ¿Estaba gordo?». Ahí estaban, las dos figuras más influyentes de la historia del rock y el pop, rendidas cual adolescente ante cualquier información sobre su ídolo.
Soberbio trabajo de investigación
Con aquellas dos llamadas, Connolly se dio cuenta de que, por muy famosos que fueran, Dylan y Lennon seguían fascinados por el hombre que los había iniciado en la música y marcado su juventud. Este último llegó a decir que «los Beatles no habrían existido sin Elvis». Y es que ‘El Rey’ no solo disparó los sueños adolescentes de estos, sino de otros como Paul McCartney, Keith Richard, Springsteen, Jim Morrison, Bowie, Elton John, James Brown, Paul Simon, Neil Young y Mick Jagger, hasta llegar a Lana del Rey, Beck, Arctic Monkeys, Beyonce, Bon Jovi , Elvis Costello, R.E.M. o Serrat.
En este soberbio trabajo de investigación, que recrea el lado más cercano y personal del mito a través de miles de entrevistas, podemos ver como Elvis no fue consciente de su enorme influencia al final de sus días, devorado por la inseguridad, su adicción a los fármacos y un gasto descontrolado que le dejaron al borde de la quiebra. «¿Cómo me recordará la gente cuando me haya ido? ¿Se olvidarán pronto de mí?», le repetía tres meses antes de morir, sumido en una profunda depresión. «Nunca he hecho nada duradero», insistía.
Aunque se había convertido en la primera superestrella del rock y había ayudado a cambiar el rumbo de la música popular, creía que no había dejado huella. Era solo un hombre enfermo y ahogado por la tragedia en que se había transformado su vida. No imaginaba que hoy, 45 años después, sería considerado el artista más querido de todos los tiempos. Cumplió su sueño de salvar a su familia y a él mismo de la pobreza -«no te preocupes, mamá, cuando crezca, te compraré una buena casa, pagaré todo lo que debes al colmado y os regalaré un cadillac a ti y otro a papá», dijo de niño-, pero el éxito se convirtió en su cárcel.
Con solo 42 años
Connoly construye esta biografía respetando la sucesión cronológica, con abundancia de datos, anécdotas y declaraciones de los protagonistas, con las que narra el ascenso y caída del ídolo. Desde que nació en una pequeña casa prefabricada a la luz de un candil, el 8 de enero de 1935, con su padre malviviendo de trabajos precarios y el contrabando de licor ilegal; pasando por cómo el Coronel Parker lo exprimió hasta convertirlo en una máquina de actuar e ingerir fármacos, hasta su muerte con solo 42 años.
Por el camino no rehuye de los capítulos más peliagudos, como su marcada misoginia, su relaciones con menores, su abuso de las drogas, su obsesión por las armas -en las que llegó a gastar más de 20.000 dólares en tres días- y su creciente paranoia. Esta última queda bien retratada en un episodio de principios de los 70, cuando se empeñó en ir a la Casa Blanca para que Nixon le diese una placa de la Oficina Federal de Narcóticos y Drogas Peligrosas. En el vuelo a Washington garabateó una nota con tachones: «He hecho un estudio en profundidad sobre el abuso de las drogas y las técnicas comunistas de lavado de cerebro y estoy justo en el meollo del tema». Lo sorprendente es que, al llegar, el presidente no solo lo recibió, sino que le dejó entrar al Despacho Oval con una pistola y hasta arriba de benzedrinas. Y allí cargó contra los Beatles, Jane Fonda , el antibelicismo y los jóvenes antipatrióticos, pero nada había cambiado…
El titular del ‘Memphis Press’ del 17 de agosto de 1977, un día después de morir, lo decía todo: ‘Una vida solitaria acaba en Elvis Boulevard’.
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