TEATRO
Caroline G. Nguyen, el peso del dolor
‘Fraternité. Conte fantastique’ es el último trabajo de la dramaturga francesa que se ha podido ver en el CDN
![Momento de ‘Fraternité’ con reparto coral](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2021/11/12/franernite-k56G--1248x698@abc.jpg)
Ha pasado por Madrid ‘Fraternité. Conte fantastique’, la última producción de la gran e imprescindible dramaturga francesa Caroline Guiela Nguyen. La obra se estrenó en el Festival de Avignon y está patrocinada por 26 grandes teatros europeos, entre ellos el Centro Dramático Nacional. ... Había expectación por ver esta nueva propuesta de Guiela Nguyen, y había curiosidad por ver qué camino se había marcado después de la memorable ‘Saigón’, tal vez una de las obras más aplaudidas de los últimos tiempos.
Si ‘Saigón’ era un buceo en la memoria, ‘Fraternité, con su carga especulativa y sus dimensiones de ficción científica, quiere ser una exploración del futuro . Guiela Nguyen parte de una idea bellísima: el dolor de nuestros corazones, el dolor insoportable del mundo de hoy ha desviado las leyes que hasta ahora regían el universo. Por eso, para descargar parte de ese dolor, el universo ha hecho desaparecer, en un eclipse, a la mitad de la población mundial. A partir de ese momento se habla del trauma de la separación, de la ausencia, de la memoria y del sentido de la vida cuando la vida está amputada. Y también, claro, sobre la necesidad de reconocer al otro, de darse cuenta de que el dolor del otro es siempre nuestro dolor.
Todo ello se desarrolla en un espacio hiperrealista tan del gusto de Nguyen, en este caso la sala de un Centro del Sueño y la Consolación
Todo ello se desarrolla en un espacio hiperrealista tan del gusto de Nguyen, en este caso la sala de un Centro del Sueño y la Consolación, una institución creada para tratar a esos enfermos de ausencia. Desde ella mandan mensajes a sus seres desaparecidos , se desesperan ante su silencio, ven cómo su inmenso dolor va poco a poco deteniendo la marcha de los astros.
Psicología rota
La primera parte de la obra es excesivamente inmóvil, pero las audacias argumentales de la segunda mitad, con ese final tan ingenioso, hacen que la representación esté a la altura de nuestras expectativas. ‘Fraternité’ no solo despliega un lenguaje dramático brillante, no solo es apasionante cuando se sumerge en la psicología rota de sus personajes, sino que es capaz de mantener, de construir una profunda y bella perturbación.
Ese panel electrónico que refleja la cadencia de los latidos de los corazones , ese lector de las voces, de los mensajes que envían aquellos que desaparecieron, ese programa llamado ‘Memo’ que borra la memoria para hacer del olvido una estrategia de la felicidad. Nguyen lleva a cabo una tragedia contemporánea con los códigos y los lenguajes de hoy, desde la ciencia a las técnicas de la terapia psicológica, desde la tecnología hasta el valor de la comunidad. Su teatro es grande porque es ambicioso, porque intenta impactar en el espectador mediante situaciones extremas que son un puñetazo en el patio de butacas. El ciclo de ‘Fraternité’, del que ya conocemos un cortometraje y que conformarán dos obras más a estrenar en los próximos meses, está llamado a ser uno de esos logros que solo aparecen de vez en cuando.
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