LIBROS
J. D. Barker: «Mis lectores deben olvidarse del mundo»
J. D. Barker es un maestro del ‘thriller’ más adictivo. Junto con James Patterson publica ahora la desasosegante ‘Los crímenes de la carretera’. En esta entrevista nos explica cómo cocina sus ‘palomitas literarias’ que tantos seguidores tienen
![El escritor norteamericano J. D. Barker](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2021/04/09/1465baker-koeH--1248x698@abc.jpg)
El norteamericano J. D. Barker (Lombard, Illinois, 1971) se niega a atribuirse otro mérito que no sea el de «cocinar buenas palomitas literarias», pero lo cierto es que con su, según él, modesta receta del ‘thriller’ ha logrado ser traducido a más de veinte idiomas ... y captar el interés del público internacional, que ha seguido con ansia su exitosa trayectoria: desde la publicación de ‘Drácula, el origen’, pasando por las entregas de su ya emblemática trilogía ‘El cuarto mono’ , hasta la reciente y aplaudida llegada a librerías de su nueva novela, ‘Los crímenes de la carretera’. Escrita a cuatro manos con James Patterson (Newburgh, Nueva York, 1947), creador de la famosa serie literaria protagonizada por el agente del FBI Alex Cross, ‘Los crímenes de la carretera’ tiene como protagonistas a los hermanos Michael y Megan Fitzgerald, y cuenta con dos atractivos fundamentales: la Psicología como hilo conductor de la trama criminal, una disciplina que Barker comenzó a estudiar en la universidad, antes de inclinarse por la literatura; y los escenarios, diseminados a lo largo del trayecto de California a Nueva York y en todos los casos sorprendentes; un elemento, el del paisaje, que, durante nuestra charla, el autor identificó como característico de la novela negra estadounidense más actual.
Es con estos mimbres y una única misión, «conseguir que el lector se olvide del mundo», como Barker construye con la ayuda de Patterson un universo de ritmo trepidante, del que cuesta salir y en el que conviven técnicas narrativas importadas de la ficción audiovisual con la herencia que Barker le debe a sus autores de cabecera, Edward Stratemeyer, creador de ‘Los misterios de Nancy Drew’, Agatha Christie, Charles Dickens, Arthur Conan Doyle y Thomas Harris, porque hay un lugar al que Barker considera que siempre merece la pena volver: la acción opresiva y magistral de ‘El silencio de los corderos’.
¿Cómo surgió la colaboración con James Patterson?
Siempre he admirado a Jim -así se refiere a Patterson-, así que, en cuanto se publicó, le envié una copia de ‘El cuarto mono’ (Destino, 2018). Lo hice con la esperanza de que me regalara una cita para incluir en la faja promocional del libro pero, para mi sorpresa, le gustó tanto que me llamó y me propuso trabajar. Supe desde el principio que iba a enseñarme mucho, aunque trabajamos de formas muy distintas: él planifica hasta el más mínimo detalle de la estructura de sus novelas y, sin embargo, yo prefiero que las historias fluyan, que me sorprendan también a mí. Aún así, dimos con un punto de encuentro que salvó este obstáculo. Jim se prestó a adaptarse a mi método, más caótico e imprevisible. Era la primera vez que él trabajaba así y ha sido muy divertido.
¿Y cómo idearon la trama?
El germen de la historia es de Jim, los perfiles de Michael y Megan, su pertenencia a una familia tan peculiar, hijos adoptivos de un matrimonio de respetados médicos… Pero el trasfondo es mío y para mí todo empieza por los personajes. Tengo que conocer tan bien a los personajes como a mi mejor amigo… tengo que saberlo todo, incluso en qué atracción se subirían si los llevara de fin de semana a Disney World. Solo cuando los personajes ya están desarrollados a ese nivel, puedo prever su comportamiento y ponerme marcha.
Los protagonistas de ‘Los crímenes de la carretera’ comparten con los de ‘El cuarto mono’ el peso de la infancia. Ambas historias vuelven constantemente al pasado, a una niñez traumática y tan bien lograda que el lector llega a pensar si hay en ella algo inspirado en sus propios recuerdos.
¡En absoluto! Yo tuve una infancia muy feliz, pero en las historias que menciona era imposible prescindir de una información tan importante como la aportada por la niñez de los personajes. Lo que es fundamental en la ficción es saber narrar el tiempo, que debe adaptarse al tipo de relato. En el caso del ‘thriller’, lo que funciona mejor es empezar con la acción e ir incorporando la historia pasada a medida que la narración avanza.
«Cada capítulo debe tirar de la historia, contribuir al ritmo. Si un texto no cumple esta regla hay que eliminarlo»
Y junto con el conocimiento de los personajes y el dominio del tiempo, por si no fuera suficiente, Los crímenes de la carretera suma al suspense la agilidad del equivalente literario a una ‘road movie’.
Cierto. Queríamos que los crímenes empezaran en California y terminaran en Nueva York, asesinatos de costa a costa, como se indica en el título original, ‘The Coast-to-Coast Murders’.
Una decisión que se traduce en un número muy elevado de escenarios, ubicados por todo el país. ¿Fue difícil escoger las localizaciones?
Lo fue, sobre todo porque, al escribir sin guion previo, ninguno de ellos estaba planificado, así que los elegimos sobre la marcha, entre Jim y yo, con dos criterios fundamentales: que fueran pertinentes y que contribuyeran a aumentar el interés de lo narrado suponiendo un desafío a lo obvio, a lo que el lector iba a prever. Cada vez que pensábamos: «podría pasar esto», nos decíamos a nosotros mismos: «pues esto es lo que no va a pasar», y buscábamos otra opción para que, cuando el lector diera por hecho que conocía la dirección de la historia, al instante quedara desubicado.
¿Imagina una ruta turística que cruce los Estados Unidos siguiendo los pasos de Michael y Megan? En España, novelas como ‘El guardián invisible’ o ‘La sombra del viento’ se han convertido en auténticos mapas para los adictos al suspense más viajeros.
¿Por qué no? A mí me encantaría meterme en un coche y disfrutar del viaje que proponemos en nuestra historia. Tengo 50 años y lamento no haber hecho un viaje aventurero. Eso sí, como autor ya me ha pasado algo parecido: la acción de la trilogía de ‘El cuarto mono’ termina en New Castle, muy cerca de donde yo vivo, en New Hampshire, una isla muy pequeña frente a la costa del continente; y la escena final se produce en los baños públicos de un parque… ¡pues mi esposa y yo hemos visto turistas visitándolos después de leer las novelas!
En una novela de una extensión tan larga, más allá del planteamiento impactante y el desenlace, tiene gran importancia el nudo de la trama. ¿Cuáles son sus trucos para mantener la tensión?
Jim insiste siempre en que cada capítulo debe tirar de la historia, contribuir al ritmo. Si el texto no cumple esta regla hay que eliminarlo. Escribimos cuatro páginas que describían una cena en la que los protagonistas mantenían un interesante diálogo y, cuando la repasamos, Jim me miró y dijo: «¿Por qué no escribimos simplemente ‘y cenaron’?». Tenía razón, no era necesario nada más, así que redujimos cuatro páginas a dos palabras. El ritmo debe ser siempre trepidante y el lector siempre debe quedarse con ganas de seguir e interrumpir la lectura solo cuando no le quede más remedio. Para conseguirlo, yo utilizo ‘lectores Beta’, primeros lectores, a los que les pido por sistema que me digan en qué punto del relato se han detenido, para así poder revisarlo.
«El reto está en hacer algo diferente, romper el molde, engañar al lector y sorprenderlo con lo inesperado»
¿Cree que es esa agilidad la que marca en sus novelas la huella de autor?
No soy yo quien debe decirlo, lo único que tengo claro es que escribo los libros que yo quisiera leer. Por mis manos pasan muchos ‘thrillers’. Leo y veo mucha ficción de género y reconozco las fórmulas. Nada tengo en contra de los autores que se acogen a ellas, de quienes prefieren jugar sobre seguro, pero para mí el reto está en hacer algo diferente, romper el molde, aprovechar esas estructuras preestablecidas para engañar y sorprender con lo inesperado.
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