¿Nuevo periodismo?

Cada día leo titulares fascinantes , apasionantes, llenos de adjetivos dramáticos, patéticos, tremebundos, que te obligan a leer la sensacional noticia. Lo malo es que, luego, el contenido no responde para nada a lo que el titular prometía.

Por ejemplo, un descubrimiento que involucra a dos grandes estrellas literarias... pero resulta que lo que se ha encontrado apenas tiene importancia y que las dos figuras aludidas juegan un papel absolutamente secundario. La inmensa mayoría de los iniciales lectores abandonarán enseguida una noticia tan floja. ¿Para qué ha servido ese titular? Sin duda, para poder sumar descargas electrónicas . ¿Es eso nuevo periodismo?

La vieja regla de Lasswell del «qué, quién, cómo, cuándo y por qué» ha quedado superada por la irrupción de lo subjetivo, la apariencia de ficción, el metarrelato . A todos nos parece trascendental lo que nos ha sucedido: las redes sociales lo demuestran. Por eso, leo con frecuencia relatos sobre minucias autobiográficas (con frecuencia, vanidosas exhibiciones de los deslumbrantes éxitos eróticos del narrador) que, pasada la curiosidad inicial, a nadie interesan.

¿Es eso nuevo periodismo? ¿Qué diría el viejo y sabio Josep Pla de todas estas moderneces? Sin duda, que eran... (una expresión rotunda, en catalán popular) y que él seguía prefiriendo los hechos, las sensaciones reales. Pero eso no era, de ningún modo, nuevo periodismo.