CRÍTICA DE:
'209 rue Saint-Maur, París', de Ruth Zylberman: los niños de la infamia
NARRATIVA
Historia de un edificio de vecinos del distrito 10 de París, que ha vivido dramáticos acontecimientos narrados por la escritora francesa
Otras críticas de la autora
![La documentalista y novelista francesa Ruth Zylberman](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/29/ruth_20240429151024.jpg)
Existió una infamia. Y tuvo lugar no hace tanto en París y en tantas otras ciudades europeas durante los años de la Segunda Guerra Mundial, de 1939 a 1945. La infamia se consumó con especial ferocidad en la población judía que sufriría lo indecible. ... Pero sobre todo a través de los más indefensos: sus propios hijos, en ocasiones de muy corta edad.
La etapa de la Ocupación en Francia, esa pesadilla de persecución implacable y crueles deportaciones de judíos a los campos de exterminio nazis, que va del 1942 al 1944, será retratada minuciosamente, con una mezcla de fidelidad histórica, intriga policiaca y relatos estremecedores, a través de una pequeña franja simbólica al modo de un palimpsesto aún palpitante: el de un edificio de vecinos del distrito 10 de París.
NOVELA
'209 rue Saint Maur, París'
![Imagen - '209 rue Saint Maur, París'](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/29/1615portamonmany.jpg)
- Autora Ruth Zylberman
- Editorial Errata Naturae
- Año 2024
- Páginas 467
- Precio 25,90 euros
Un «testigo mudo» que ha visto pasar los siglos y dramáticos acontecimientos desde el año 1848 y las barricadas de la Comuna hasta la Shoah y los atentados del 13 de noviembre de 2015. Un testigo que gracias a una médium extraordinaria que le da voz, la documentalista y novelista francesa Ruth Zylberman, escribe su propia autobiografía en un libro fabuloso, hipnotizante, cautivador, realmente magnífico y conmovedor: '209 rue Saint-Maur, París'.
Hija a su vez de una deportada a Ravensbrück con tan solo 5 años, Zylberman rodó en el año 2018 un impresionante documental para Arte titulado 'Los niños del 209 de la calle Saint-Maur de París', sobre un inmueble cualquiera que había encontrado al azar en sus frecuentes y absortos paseos. Incitada por los mapas y censos del famoso abogado y buscador de criminales de guerra nazis Serge Klarsfeld, Zylberman le pondría nombre y le otorgaría una historia individual, a un grupo de 9 niños judíos, víctimas de los nazis y de la policía de Vichy. Dos años más tarde este documental se convertiría en un libro espléndido que iba acompañado de un subtítulo u homenaje apenas velado a Georges Perec: 'Autobiografía de un edificio'.
Insólitos testimonios, huellas muchas veces perdidas entre las brumas del pasado
Se llamaban Adolphe, Bernard, Marguerite, Albert, Joseph, Hélène, Simone, Bernard, Daniel, y sus edades estaban comprendidas entre los 3 y los 17 años. Arrancadas sus historias del olvido, abriendo y cerrando puertas ocultas tras un vibrante rompecabezas, Ruth elaboraría nueve microbiografías, y muchas más complementarias, que hablaban de la soledad en minúsculos reductos donde se escondían pequeñas Anas Frank, de la infamia y de una vejez que, salvo en sueños, se resistía a volver a visitar aquellos años.
Tiempos tenebrosos
Persiguiendo tenazmente sus huellas, de París a Tel Aviv o desde Nueva York a Australia, en el relato coral, magníficamente escrito y entrelazado, de Zylberman iban apareciendo una gran cantidad de actores secundarios, entre colaboracionistas y justos, entre judíos y no judíos que no dudaron en ayudarlos y esconderlos. Una terrible Comedia Humana de aquellos tiempos tenebrosos en los que en una misma familia, los Dinanceau, se reunían unos padres valerosos junto a un hijo violentamente fascista y delator. Insólitos testimonios, huellas muchas veces perdidas entre las brumas del pasado, acompañan a actos de coraje y humanidad, como el de esa modesta portera del inmueble, Mme. Massacré, que había establecido un código para avisar a los judíos escondidos en apartamentos de una habitación o dos, donde a veces convivían ocho miembros de una misma familia. La famosa frase de Albert Camus («¿qué respondería en este mundo a la terrible obstinación del crimen si no fuera la obstinación del testimonio?») se convierte más que nunca en el eje neurálgico de esa morada congelada en el tiempo que da voz tanto a vivos como a muertos.
Las calles, del día a la mañana, cuando Odette, uno de los personajes más entrañables del libro, con 12 años durante la Ocupación, empezó a llevar la estrella amarilla, ya no protegían. Dejaban abandonados a niños ocultos y adolescentes escapados como esa Dora Bruder de Modiano de la que se perderá todo rastro por las calles de París hasta su final exterminio en Auschwitz. «Me digo —afirma Ruth Zylberman en su libro, cargado de imágenes fugaces, de instantes robados al olvido, de pequeños inicios de historias insertadas unas dentro de otras—que las mismas calles que te protegían reciben, indiferentes, inmutables, la marca de tu condena. La metamorfosis de tu horizonte familiar en un paisaje hostil. De esta metamorfosis algunos jamás se recuperan».
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