Buñuel y su órdago a la chica surrealista con 'Belle de jour'

Madrid-París-México-Madrid, el tebeo narra cuatro semanas a mediados de los 60. Cuatro escenarios y los altibajos de la pareja enfrascada en la escritura, Jean-Claude Carrière y Buñuel, adaptando la novela homónima del novelista de entreguerras Joseph Kessel, un proyecto maldito que había pasado por las manos de varios directores, guionistas y productores. De hecho, aquí hace un cameo el artero Louis Malle intentando expoliar al guionista francés de las garras de Buñuel previniéndole de que iban a fracasar.

«El cómic cuenta el instante de crisis y dificultades de salud antes de la consolidación de Buñuel, antes de su gran éxito de crítica y público. Un momento de crisis y de creación entre dos amigos que van a ser faros del siglo XX», dice Soler, el escritor del guion que inicialmente iba para película pero se lo enviaron al dibujante Solís, autor de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas', que, al principio, además, se mostró reacio: «Fue cómo encontrarme un viejo amigo, pero tuve reticencias porque no quería hacer una segunda parte, sentía como que me estaba aprovechando de Buñuel».

Solís, finalmente, pergeñó un nuevo Buñuel respecto al que dibujara en 2019, menos underground y mezclado con el colorido de la película que ganó el Goya en 2020, y se apoyó mucho en Arce, el otro coautor de la obra, cofundador del Luis Buñuel Film Institute, de Los Ángeles, que le enseñó incluso gestos cotidianos que hacía el director de 'Viridiana'. ¿Cuánto hay de realidad y ficción en el cómic? «Nos hemos basado en correspondencia, guiones y fotografías. Y en la buena cantidad de tiempo que he pasado con los hijos de Buñuel, Juan Luis y Rafael, y también con el propio Carrière, en Estados Unidos y Francia», dice Arce.

'Belle de jour' cuenta la historia de Sévérine, una joven casada con un atractivo cirujano, que descubre la existencia de la prostitución diurna. De ahí el título: 'Bella de día'. Así, impulsada por la curiosidad, ingresa en la casa de citas de Anaïs y termina acostumbrándose a llevar una doble vida. La aparición de Marcel, un delincuente que se enamora de ella, complicará la situación de la protagonista… Y en estas, Buñuel y Carrière, para «investigar las propiedades ocultas del superego freudiano», se fueron a prostíbulos y pidieron ayuda para moverse en esos campos velados a alguien experto: un periodista español. Por cierto, el libro de Kessel en el que se basa la obra le parece una boñiga a Buñuel, que lo rompe varias veces en pedazos. Una alegría: «Le encantan las novelas mediocres para superarlas», explica Arce.

Para guiarse en la toma de decisiones del guion, Buñuel inventó a dos personajes imaginarios en la vida real, una pareja de ancianos de clase media, Henry y Georgette, a los que no les puedes dar mucho surrealismo «porque si no cogen los trastos y se van». El cineasta, que exigió a los productores libertad total, aceptó al final de protagonista a Catherine Deneuve (aunque prefería a Jeanne Moreau, Silvia Pinal o Monica Vitti) y la participación del modisto Yves Saint Laurent. En el ahora centenario del Surrealismo, ojo la jugada del maestro: «Creó dos personajes para explicar las claves de la narrativa. El juego del juego. Hay que ser un tótem de la creatividad», explica Esteve. Y todo para menguar lo surreal del filme: «Eran seres irreales y activos, sus decisiones influyen en el guion», continúa. Arce amplía: «Buñuel siempre cumplía y había que poner pan en casa», pero sobre todo cedió con los productores para hacer la película con su amigo Carr.

En el rodaje, Buñuel sólo necesitó ocho semanas para terminar la película. Luego, el montaJe quedó listo en apenas doce horas. Y, además del León de Oro, ganó asimismo muchos otros premios y a día de hoy se la sigue considerando una obra maestra en la historia del cine. El aragonés y Carriére escribieron juntos otras cuatro películas: 'La Vía Láctea', 'El discreto encanto de la burguesía', 'El fantasma de la libertad' y 'Ese oscuro objeto de deseo'. Y Henry y Georgette les acompañaron en todas ellas, permitiendo el juego surrealista incluso en la propia 'Belle de jour': «Vamos a hacer que durante toda la película se escuchen maullidos de gato, pero que nunca se vea ninguno», intentó el director.

En una carta a sus hijos en los momentos de incertidumbre, Buñuel les dijo: «Todo va bien con Jean-Claude, es un buen muchacho. Tal vez, esta película por fin nos saque de la penuria con un buen dinero. No estoy muy convencido con la protagonista, ni con el diseño de vestuario, ni tan siquiera con la novela original, que ya he destrozado en varias ocasiones. Pero, por mi parte, no es complicado hacer que un libro mediocre se convierta en una buena película». En una reflexión posterior al triunfo, analizó: «Fue quizás el mayor éxito comercial de mi vida, éxito que atribuyo a las putas de la película más que a mi trabajo».