Brigitte Bardot, irreductible y salvaje a sus 89 años

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Juan Pedro Quiñonero

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Recordando sus principios como actriz y la causa feminista, Bardot declara: «A decir verdad, cuando empezaba, me gustaba y me divertía que me metieran la mano entre las nalgas. Era cosa entre amigos, con los técnicos que trabajaban en el estudio, una suerte de camaradería. Nadie me violó nunca. Salvo si yo consentía. Algo muy distinto al caso de las chicas de la época, que preferían acostarse con los productores para conseguir un papel que no siempre conseguían«.

¿La liberación de la mujer? «Temo que, aspirando a liberarse, las mujeres terminen siendo desgraciadas«, comenta Bardot, agregando: »Ser una mujer sola, que trabaja, que debe ocuparse de sus hijos, sola, siempre, con un salario modesto, es una suerte de esclavitud«.

¿Feministas y ecologistas de nuestro tiempo? «Un horror, con frecuencia. Los ecologistas, en particular, son unos hipócritas, unos impostores. Se pasan el tiempo haciendo política de la peor especie. Los grandes problemas del calentamiento global y el futuro de nuestra agricultura son, para ellos, mera mercancía política, de la que usan y abusan, con frecuencia«.

En el caso de Bardot, su descubrimiento de la ecología y la defensa de los animales, comenzando por las focas, provocó, en su día, riadas de comentarios entre irónicos, burlones y esperpénticos. Ella responde, poniendo las cosas en su sitio: «En mi caso, la causa animalista me la descubrió una de las grandes escritoras de nuestra historia literaria, Marguerie Yourcenar. Fue ella quien me descubrió el problema inmenso de los bebés focas. Ella vivía en el nordeste de los Estados Unidos, en el Maine, y había comenzado a denunciar el exterminio anual de más de 50.000 bebés focas. Quedé horrorizada. Fue Yourcenar quien me insistió en poner mi celebridad al servicio de esas causas, en defensa de los animales, en defensa del medio ambiente. Tengo una gran deuda con ella«.

Sobre celebridades, Bardot comenta con ironía cruel uno de los rostros menos conocidos de Marlon Brandot, otra celebridad legendaria: «Coincidimos en casa de una amiga de Roger Vadim. Me propusieron, en broma, que le llevase el desayuno a su habitación. Acepté. Y quedé horrorizada. Cuando llamé a su puerta me abrió un señor muy sucio, sin afeitar, cubierto con un albornoz andrajoso. Me pareció un personaje de mal gusto. Todo terminó ahí».

En materia política, Bardot ha conocido a cinco de los siete presidentes de la V República. Valery Giscard d'Estaing es el que sale mejor parado de sus comentarios, descrito como un personaje sensible, abierto, a la escucha de problemas concretos. ¿Chirac? «Me enviaba mensajes muy cariñosos. Quizá quería ligar conmigo. Pero nunca escuchaba lo que le pedía«. ¿Sarkozy? Inexistente. ¿Hollande? »Solo hablamos por teléfono, pero escuchó mis peticiones?«. ¿Macron? »Muy buenas palabras. Luego, siempre va a lo suyo. Tiene algo de maléfico. Un fiasco total«.

Mirando hacia el futuro, Bardot se deja llevar por una suerte de melancolía: «En Francia, matamos a tres millones de animales, cada año, para comer. Devoramos miles de millones de animales y seres sensibles. Temo que nuestros modos de vida sean catastróficos para la humanidad. Recuerdo, con frecuencia, una frase de Marguerite Yourcenar: 'La protección del animal, en el fondo, es la protección del hombre'«.