Batalla por el Ateneo de Madrid
Luis Arroyo, que en 2021 se hizo con todo el poder de la casa, afronta duras críticas de un sector renuente a los cambios
La retirada de la subvención de la Comunidad de Madrid deja a la institución en una situación económica delicada
La Comunidad de Madrid abre una crisis con el Ateneo al retirarle la ayuda anual

La decisión de la Comunidad de Madrid de retirar la subvención fija anual al Ateneo ha puesto a esta histórica institución en el punto de mira, una nueva crisis en una casa que pasados los doscientos años de vida sigue siendo fiel a una ... de sus características principales: la agitación. A los apuros económicos que lleva arrastrando el Ateneo desde 2017, cuando la Docta Casa se metió en una deuda millonaria con Hacienda, se suman dos nuevos frentes. Uno es la resistencia de los ateneístas más veteranos a la renovación liderada por Luis Arroyo, presidente desde 2021. La segunda, la vinculación de este consultor político con el PSOE. «El Ateneo ha pasado a ser la sede del PSOE», dicen los más críticos. Entre el Congreso y el Ateneo hay tres minutos de distancia.
El origen del terremoto actual está en 2019, cuando Arroyo se hizo socio del Ateneo. «Mi pareja y yo nos reunimos con el presidente anterior y su secretario primero para comentarles que queríamos impulsar el Ateneo. En aquel momento había un grupo de 20-25 socios que controlaban la casa. Nos dijeron que la vía era hacer una agrupación». Empezaron siendo una veintena: el Grupo 1820, por el año de fundación de la institución. Para las elecciones de 2021 ya eran unos doscientos. Joan Manuel Serrat, Rosa Montero, Ángeles González Sinde o Pepa Bueno entre ellos. Su lema: 'Volver a encender la luz del Ateneo'. Arroyo ganó las elecciones claramente y en poco tiempo se hizo con el control de toda la Junta de Gobierno y de las 27 secciones.
«La fuerza mayor se ubica en el progresismo», concede Miguel Pastrana, de Convergencia para la Estabilidad Democrática, continuador del filósofo marxista Carlos París. En las últimas elecciones, de mayo, quedó segundo con el 21,09% de los votos. De perfil conciliador tras la polémica de la retirada de la subvención de 100.000 euros no quiere entrar en controversias. Si acaso, lo que ve más censurable son las «amistades liberales» de Arroyo. «He sido directivo nueve años y he sufrido denuncias. El Ateneo siempre ha tenido lío», dice. Su crítica se centra en los intentos de cambiar un reglamento que apenas ha sufrido modificaciones en 200 años.
Todos los meses se celebran Juntas Generales y cada año se renuevan todas las secciones y la mitad de la Junta de Gobierno. Es un modelo asambleario que Arroyo ha intentado modificar en dos ocasiones para ser más operativo. «Esa inestabilidad se traduce en falta de confianza por parte de las administraciones», dice el presidente. Aún no ha conseguido los dos tercios que necesita, por la oposición de los seguidores de Pastrana y una tercera corriente, en la que se integran Mayte Pedraza y Alfonso Vázquez, que en las últimas elecciones consiguieron, en candidaturas separadas, el 16,52% de los votos. «Tenemos que llevar el Ateneo al siglo XXI, pero sin perderla esencia del siglo XIX», dice Pedraza. Más contundente, Vázquez acusa a Arroyo de «usurpar» el poder.
Gritos e insultos
El tono de las últimas asambleas ha sido bronco, con gritos e insultos. Un socio veterano, Francisco José Alonso, ha difundido una carta en la que acusa a Arroyo de «difamar y señalar de forma vergonzosa» a algunos miembros del Ateneo. En conversación con ABC, explica que ha demandado al presidente en cuatro ocasiones, todas archivadas. Arroyo también se ha querellado contra él, y acumulan enfrentamientos dignos de una comedia de enredos. «Ha venido a robar el Ateneo», dice Alonso. Es una de las 30-40 personas, de un total de 2.300 socios, de la «oposición gritona», que dice Pastrana. «Siempre hemos sabido que si alguien venía y pagaba doscientos socios, se quedaba con el Ateneo», señala Vázquez. A juicio de este grupo de irreductibles, esto es lo que ha hecho Arroyo. Acusan al actual presidente de haber puesto el Ateneo al servicio del PSOE.
Otros socios que están al margen de estas luchas de poder, como Jesús Esperanza, opinan que la dirección actual está creando una estructura sólida: «Ha habido una transformación increíble. La primera vez que entré, en 2009, vi un par de personas de avanzada edad durmiendo la siesta. Hay críticos que se creen los amos del calabozo». ¿Ser ateneísta era esto? Si la actual dirección se ha consolidado es porque hay socios antiguos que la apoyan. El escritor Luis Español, familia de ateneístas, era uno de ellos, pero hace unas semanas se dio de baja por la cercanía con el sanchismo: «Si he apoyado los cambios en el Ateneo, no es para que venga hacerse la foto un mandatario que presume de levantar muros. ¿Qué pinta en una casa donde tienen cabida todas las ideas?». .
«Llevo 25 años trabajando para el PSOE y soy militante socialista, pero sé que esta casa tiene que ser plural», dice Luis Arroyo
Arroyo defiende su gestión. «Llevo 25 años trabajando para el PSOE y soy militante socialista, pero sé que esta casa tiene que ser plural. En mis listas está Alicia Delibes, que ha sido viceconsejera con Aguirre, la presidenta de la Agrupación 1820 es María Zaplana, hija del exministro Eduardo Zaplana... No hay cosa más plural, más democrática y más abierta que el Ateneo», justifica. «Cuando llegamos la casa estaba apagada, decadente». Los socios rondaban los 1.700, pero a las asambleas acudían una media de 32 personas, los más 'cafeteros', los que ahora quieren frenar los cambios. «Tenían el control del Ateneo. Nosotros hemos incrementado la relevancia de la institución». Ahora son 2.300 socios, celebran 900 actividades al año, han renovado la cantina y han puesto en marcha programas como 'Los Desayunos del Ateneo', que inauguró Pedro Sánchez. Le siguió Unai Sordo, del sindicato CC.OO. Según Arroyo, han sido invitados todos los presidentes autónomos (Ayuso incluida) y alcaldes de grandes ciudades. También Feijóo.
La retirada de la ayuda anual que desde hacía 25 años venía concediendo la Comunidad de Madrid al Ateneo añade un factor más de desestabilización, este de corte económico. Pese a que el consejero Mariano de Paco insiste en que está dispuesta a seguir subvencionando proyectos concretos, no contar con los 100.000 euros esperados «pilla con el pie cambiado» a la Junta de Gobierno. «Nos rompe el presupuesto», dicen. El Ateneo se financia con las cuotas de los socios (316 euros al año), el alquiler de salas y la cantina, y las subvenciones y patrocinios. En 2022 cerraron el ejercicio con unos beneficios de 90.000 euros; y este, contando con los 250.000 euros de Ayuntamiento y Comunidad comprometidos, habrá unas pérdidas de entre 30.000 y 50.000 euros. «Nos obliga a buscar ingresos alternativos o recortar planes previstos. Es una malísima noticia», indican fuentes de la Junta de Gobierno. Mayte Pedraza, del grupo de los críticos, recuerda que Arroyo prometió una subvención del Gobierno para un proyecto de memoria democrática y luego se desdijo: «¿Por qué no se ha quejado de esto en los medios?».
Tensiones de tesorería
El balance del Ateneo presenta ciertas tensiones de tesorería, sin que su solvencia financiera esté en riesgo. Al cierre del primer semestre, presentaba un remanente negativo de 528.682 euros en los resultados de ejercicios anteriores. La deuda a corto plazo, al cierre del año, será de entre 150.000 y 200.000 euros. Esta es la principal urgencia económica del Ateneo, resultado de unas obras recientes en la Cátedra Mayor de un edificio que es Bien de Interés Cultural. El Ministerio de Cultura aportó 175.000 euros de los fondos europeos y el Ateneo otros 200.000. Según la parte crítica, estas actuaciones se hicieron sin licencia y el Ayuntamiento ha pedido revertirlas. Arroyo lo niega: «Al ser fondos europeos, Cultura nos exigía terminar las obras en un plazo determinado. Al tener que acelerar tanto, empezamos sin la formalidad de Ayuntamiento licencia, pero advirtiendo al Ayuntamiento y a Patrimonio de que por la premura comenzábamos los trabajos». Al Ayuntamiento, consultado por ABC, no le consta la falta de licencia.
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Con todo, el agujero mayor es una deuda de 1,7 millones con Hacienda, cuyo pago está pendiente de un juicio en el Supremo. Esta cantidad corresponde a unas ayudas por valor de un millón para rehabilitar el edificio que Cultura concedió en 2010 y no se justificaron adecuadamente. Con el paso de los años, se han ido sumando intereses. Si el Supremo falla en contra del Ateneo, el momento crítico que se vivió en 2017, cuando estalló el caso, volverá, pero Arroyo confía en encontrar una solución. «El Ateneo fue expoliado durante el franquismo, y Cultura está mirando la procedencia de algunos cuadros que al parecer están en algunos paradores. Estamos viendo cómo compensarlo. No nos preocupa en absoluto», asegura. Su prioridad, ahora, es aumentar la masa social del Ateneo. Desde el viernes pasado, cuando se hizo pública la retirada de la subvención, llevamos 50 socios nuevos, diez veces más de nuestro ritmo normal de captación». La década de los ochenta, con la llegada de la democracia, fue la época más álgida del Ateneo. Llegaron a tener casi 7.000 socios.
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