la escena imposible
'La que se avecina': Puñetero pescadero
La evolución de 'La que se avecina' mantiene viva la esencia cómica, adaptándose a los tiempos sin perder su chispa original
«La que se avecina»: cuanto más, mejor
![Escena de 'La que se avecina'](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/08/22/LAQUESE39473616-Rdu63cIfRR7SUbZ5fQXiLGN-1200x840@diario_abc.jpg)
La que no hay quien viva
El éxito súbito. Inesperado. La locura. Eso definió 'Aquí no hay quien viva', la serie creada por Laura y Alberto Caballero que reventó nuestro país a lo largo de tres años (2003-2006). El periodista Javier P. Martín lo explica en su historia ... oral 'Aquí no hay quien viva. Detrás de las cámaras: la delirante historia de esta nuestra comunidad' (Plaza y Janés): hubo una conjunción de astros. Por una parte, la tradición populachera de José Luis Moreno, tío de los Caballero, y por otra -siempre sobre las bases anteriores- una cierta apertura a tramas modernas: la homosexualidad, los problemas sociales, las dificultades de salir adelante… No era por esto último por lo que funcionaba 'Aquí no hay quien viva'. Al final, había que diseñar la risa con los diálogos, los sketches, las frases recurrentes… Y esa comunidad, reflejo distorsionado de lo que cualquiera podría ver en la calle. La podíamos reconocer y nos hacía gracia.
La primera gran cuestión: ¿era un plagio de 'Rue del Percebe'? Digo que es la gran cuestión porque debería, como todas las grandes cuestiones, sacarnos una carcajada. Las comedias corales, en el formato que se presenten, son una constante a lo largo de la historia. Se interrelacionan, mutan, evolucionan. Esa sería la respuesta justa: lo de los Caballero y lo de Ibáñez no se parecen en nada y se parecen en lo esencial.
Laura y Alberto Caballero
Ahora se han convertido en una factoría -¿inagotable?- de series cómicas: 'Machos alfa' o 'Muertos S.A.' lo prueban. Quizá su momento más complejo para ponerse a prueba: el trasvase de 'Aquí no hay quien viva' en Antena 3 a 'La que se avecina' en Telecinco. Se trataba de tocar todo sin tocar demasiado. Se enrocaron en su propósito y ahí germinó una cosa que recordaba a la anterior, sin pasarse. Y lo que es mejor -vuelvo a lo mismo- mantenía intactos sus aparatos cómicos. Qué maravilloso trabajo cerraron: al cambiar las formas e inventar nuevos personajes, la serie, con los mismos elementos, mutó. Todo cambia cuando se cambia la perspectiva. Igual puede convertirse en otra cosa según el lugar desde donde lo mires. Lo explicó muy bien Saint-Exupery en su 'Principito': si lo observas desde una perspectiva determinada, un sombrero puede transformarse en una pitón con un elefante en la barriga.
El microcosmos de 'La que se avecina'
En las comedias corales importa que, como patas del ciempiés, todas las tramas y subtramas funcionen. Esto implica que hasta los personajes episódicos deban contener ese encanto, esa especie de locura cómica para que no contrasten en exceso con los protagonistas y secundarios. La tarea se plantea titánica y 'La que se avecina' la resuelve con maestría: ahí están Amador (un alucinante Pablo Chiapella) y la Cuqui, las malas viejas -recuperando la estela de las que copaban 'Aquí no hay quien viva', el presidente de la comunidad o las nuevas incorporaciones. Fijaos qué bien se han integrado Doña Fina (Petra Martínez), esa especie de Terminator del mal, ese caladero de brillantez de nombre Miren Ibarguren (Yolanda Morcillo en el serial) o Carlos Areces en el papel de Agustín Gordillo, un señor con múltiples personalidades que le permiten al actor jugar y jugar con los disfraces y tontuneces varias.
Puñetero pescadero
Y evidentemente si hablamos de personajes, enterita 'La que se avecina' confluye en él: el pescadero Antonio Recio (Jordi Sánchez, un tipo de un talento asombroso en la interpretación, la dirección y la escritura). No limpia pescado. Su mujer, Berta, conformada por otra monstrua, Nathalie Seseña, actúa de contrapeso ideal a las locuras de este señor.
Esta sección trata de escenas imposibles: escenas humorísticas donde, más que la risa, se busca la vergüenza ajena o el rechazo. Ese tilín del corazón oscuro. No sabría escoger, entre las miles y miles de Antonio Recio, cuál. El periodista Manuel Jabois y yo tenemos un hilo de comunicación dedicado en exclusiva a avisarnos de este tipo de escenas. Como se nos olvidan, las revivimos de nuevo en las abundantes redifusiones. Creo, además, que este hábito reverdece nuestra amistad. Probadlo.
Que no se acabe nunca
Desde hace unas temporadas, el formato de 'La que se avecina' ha cambiado. No sólo los vecinos se han ido de Montepinar sino que sus creadores nos los entregan con un audiovisual diferente y, además, añaden y cambian personajes por el bien de su ficción. Los Rolling Stones -cuentan- se cambian la sangre de vez en cuando y ahí siguen, a sus ochentayalgo, dando conciertos. De eso se trata: no queremos que 'La que se avecina' se termine nunca. Y por eso deben cambiarse la sangre de vez en cuando: probar novedades, remozar lo que hay y continuar. El lienzo sobre el que se dibuja permanecerá siempre: se llama España y sus tripulantes somos nosotros.
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