Suzanne Valadon: la musa de Montmartre que se consagró detrás del caballete
El MNAC acoge la primera gran retrospectiva que un museo español dedica a la pintora francesa
Impresionismo: 150 años de la gran revolución pictórica
![Una visitante contempla un espacio dedicado a los desnudos de Valadon](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/17/valadon1-RzJeYJDeYsrjziyMoHifWdJ-1200x840@diario_abc.jpg)
Es casi un milagro que quepa en una exposición, que las paredes sean capaces de contenerla. Porque, por más que la historia se empeñase en orillar su nombre, en aplanarla a martillazos para reducirla a madre, esposa y, con un poco de suerte, también musa y modelo, ... Suzanne Valadon (1865-1938) fue un portento de la naturaleza. Una artista que lo era todo, causó sensación a ambos lados del caballete y plantó bandera en la cima de Montmartre, ahí donde bullía el impresionismo.
Mujer en un mundo de hombres, posó para Renoir, Puvis de Chavannes, Toulouse-Lautrec, Utter, Steinlen y Wertheimer, enamoró a Erik Satie hasta las trancas (o hasta ese pozo de angustias que fue 'Vexations', que vendría a ser lo mismo), maravilló a Degas, y acabó pintando cosas tan extraordinarias como 'La habitación azul', imponente óleo de 1923 que cierra en el el MNAC la primera gran retrospectiva que le dedica un museo español.
Es el final del recorrido y, según se mire, también la mejor manera de resumir la carrera de una mujer que saltó del trapecio para convertirse en cotizadísima modelo profesional y, acto seguido, triple salto mortal: agarró los pinceles y se convirtió en pintora,en pieza clave de la bohemia parisina. «Hizo el tránsito de modelo a artista en uno de los entornos más complicados posibles, junto a los pioneros de la modernidad y en un mundo muy masculinizado», explica Eduard Vallés, jefe de colecciones del MNAC y comisario junto a Philip Dennis Cae de una exposición que reúne más de una centenar de óleos, grabados, dibujos y esculturas para reconstruir, paso a paso, la fabulosa epopeya de Valandon. «No estaba destinada a escribir este capítulo en la historia del arte. Se suponía que no podía ser artista porque ya había sido modelo, y de las grandes, pero persistió», subraya Vallés.
!['La echadora de cartas', 1912 Petit Palais, Ginebra](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/17/Cartas-U25730372075QTK-760x500@diario_abc.jpg)
«Eres uno de los nuestros», le dijo Degas cuando vio sus primeros trabajos, dibujos al carboncillo que realizaba a escondidas entre posado y posado. Valadon, sin embargo, no era como nadie: hija de una lavandera suiza de dieciséis años, trabajó como florista, camarera, verdulera y lavandera; fue trapecista en el circo Mollier; y se paseaba por Montmartre con ramo de zanahorias y una cabra a la que, decían, alimentaba con sus obras fallidas.
Antes de eso, con 17 años, empezó a facturar como musa. Primero Pierre Puvis de Chavannes; luego todos los demás. A saber: Renoir, Forain, Hynais, Wertheimer, Henner... También Toulouse-Lautrec, quien, chistoso él, le cambió el nombre: «Tú, que posas desnuda para viejos, deberías llamarte Suzanne», le dijo en referencia al mito de Susana y los viejos. Dicho y hecho, 'moría' Marie-Clementine y nacía Suzanne. Un cambio de nombre al que no tardaría en seguir otra transformación, aún más radical, de vida.
Reinventar el desnudo
En 1882 conoce al periodista catalán Miquel Utrillo, otro bohemio vocacional imantado por los locos años de la 'belle epoque', y tiene un hijo de padre desconocido que acabará siendo, apellido prestado mediante, Maurice Utrillo, pintor aficionado al bebercio y a la autodestrucción. Para eso, claro, aún faltan unos cuantos años, justo los que Suzanne dedica a consagrarse como artista.
En el MNAC, una foto tamaño mural de la musa saliente posando desnuda para el austríaco Vojtêch Hynais apunta por dónde irán los tiros. «Cuando pinta desnudos se impone a todos su contemporáneos -defiende Vallés-. Su trabajo escapa de la mirada estereotipada masculina, también de la femenina, y, al no tener formación, retrata a las mujeres con mucha más naturalidad».
!['Las bañistas', 1923](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/17/Banistas-U14762226216Svo-760x800@diario_abc.jpg)
El desnudo es, de hecho, uno de los hilos conductores de una exposición que arranca con 'La echadora de cartas', un ejercicio de simbolismo críptico y color desbordante, y se cierra con el desnudo sin desnudo de 'La habitación azul'. «Es una modelo que está vestida y fumando y que ignora completamente de la mirada masculina a la que supuestamente tiene que servir. Además, tiene libros, es ilustrada», apunta el comisario. Es su manera, añade, de romper definitivamente con su pasado como modelo y reconquistar el desnudo desde otro ángulo.
Atravesar todos los 'ismos'
Entre ambos cuadros, 109 obras, la mitad firmadas por Valadon, generosas en naturalezas muertas, odaliscas, retratos familiares, autorretratos terminales, rarezas como esa 'Venus negra' de 1919 y óleos polémicos como 'El verano o Adán y Eva', uno de los primeros desnudos integrales masculinos y obra que la francesa tuvo que retocar con una hoja de parra para poder exponerla en el Salón de los Independientes de París de 1920.
A diferencia de la versión de la exposición que pudo verse hace unos meses en Nantes, la del MNAC no incluye obras de Cézanne, Balthus o Gauguin por razones presupuestarias y para, según Vallés, no perder foco ni desnaturalizar la retrospectiva, Sí que hay, en cambio, piezas de Casas, Rusiñol, Degas y Toulouse-Lautrec que ilustran sus conexiones artísticas, documentan su relación con Miquel Utrillo y sitúan a Valadon en el centro de casi todas las miradas. «Pasó por todos los 'ismos' del siglo XX y todos sucedieron a pocos metros de su casa», subraya el comisario.
!['La habitación azul'](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/04/17/VALADON2-U52357850703TXi-760x427@diario_abc.jpg)
De ahí que su obra, asegura, beba de los grandes maestros (su 'Acróbata' es casi un calco de las bailarinas de Degas) e intente ir más allá de las influencias evidentes.«Mira a muchos artistas, se inspira en Matisse y Gauguin, pero tiene unos códigos propios. Se singulariza con ese perfilado negro y el uso del color muy vivo y muy libre», apunta Vallés. O, como dejo dicho la propia Valadon antes de fallecer en 1938. «Tuve grandes maestros. Me quedé con lo mejor que tenía cada uno, de sus enseñanzas y ejemplos. Pero no copié a nadie. Me encontré a mi misma, me hice a mí misma, y dije lo que tenía que decir».
Su legendario romance con el compositor Erik Satie, esos seis meses que, al parecer, dieron para mucho, cuentan también con un espacio propio en el que, además de un harmonio que reproduce fragmentos de esas 'Vexations' que compuso cuando la relación se hizo trizas, se pueden ver retratos óleos de Casas y Rusiñol, un retrato de Satie firmado por Valadon y un dibujo del mago del minimalismo en el que reduce a su amada a cuatro trazos tirando a robóticos.
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