Sorolla antes de Sorolla
El museo del pintor inaugura los actos del centenario de su muerte con una muestra centrada en sus años de formación

A los dos años, Joaquín Sorolla y Bastida quedaba huérfano. Sus padres murieron a causa del cólera en la epidemia que asoló Valencia en 1865. Se hicieron cargo del pequeño Joaquín y de su hermana Concha sus tíos maternos, Isabel Bastida y José ... Piqueres. Por las mañanas, el adolescente Sorolla ayudaba a su tío, que era maestro cerrajero, y acudía a las clases nocturnas en las Escuelas de Artesanos de Valencia, en cuyo libro de matrícula figura el nombre de un alumno (Joaquín Sorolla y Bastida) y su profesión (cerrajero).
Tenía 13 años cuando ingresó en este prestigioso centro artístico y allí permaneció de 1876 a 1879. Tuvo, entre sus maestros, a Cayetano Capuz, que impartía clases de escultura, y a José Estruch, profesor de dibujo. Algunos de los dibujos que pintó allí un Joaquín adolescente ('Estudio de pies', 'Pareja de árabes', 'Inmaculada Concepción de los Venerables' –copia de un Murillo– y 'Retrato del Rey de Roma') están presentes en la exposición con la que su casa-museo en Madrid inaugura los actos conmemorativos del centenario de su fallecimiento, que, al igual que ha ocurrido con el 50 aniversario de la muerte de Picasso, se ha adelantado unos meses. Ambas efemérides tendrán lugar en 2023.

'Sorolla. Orígenes' aborda sus años de formación y sus primeros pasos como artista, hasta que en 1885 lograra su sueño de viajar pensionado a Roma. Sorolla antes de Sorolla, cuando aún no había logrado el reconocimiento y el éxito internacional. Comisariada por Luis Alberto Pérez Velarde, conservador del Museo Sorolla, la exposición reúne 93 obras (57 cuadros, 6 dibujos, una orla, una acuarela, 26 fotografías, una medalla y un azulejo). Buena parte de los cuadros presentes son inéditos. Veinticinco proceden de colecciones particulares. Y los hay que salen por vez primera de los almacenes del Museo Sorolla. La muestra viajará, tras su paso por Madrid, al Museo de Bellas Artes de Valencia.
Tras su paso por las Escuelas de Artesanos de Valencia, en 1878 ingresó en la Escuela de Bellas Artes de esta ciudad, que dependía de la Real Academia de San Carlos. Fue alumno de Salustiano Asenjo, Ricardo Franch, Felipe Farinós y Gonzalo Salvá Simbor. En esos años se centra en la pintura de flores y en los bodegones. Cuenta el comisario que el joven Sorolla ganaba dinero vendiendo sus pinturas en las tiendas donde se ofrecía arte por entonces: la papelería de Faustino Nicolás, la camisería del señor Calvet, la confitería de Germán Burriel...

También, en el Rastro de los Santos Juanes de la ciudad, donde el fotógrafo Antonio García Peris adquirió un bodegón con uvas y granadas. Al llegar a casa se lo enseñó al joven aprendiz de su taller, que no era otro que Joaquín Sorolla, quien le confesó que él era el autor del cuadro que había comprado. El lienzo, que pintó en 1878 y vendió por cinco duros, cuelga en la primera sala de la exposición. Fue donado en 1919 por los herederos de Antonio García al Museo de Bellas Artes de Valencia. Con los años, su primer mecenas se convirtió en su suegro, pues el artista se casaría con su hija Clotilde.
En 1881 el joven Sorolla viaja a Madrid, donde copia en el Museo del Prado a Ribera y, sobre todo, a Velázquez, un artista que causó en él «un impacto profundo», según el comisario. Algunas de estas copias están presentes en la primera sección de la muestra: 'Menipo', 'Marte', fragmentos de 'Las hilanderas' y 'Retrato de la Reina Mariana de Austria', la cabeza de Spínola de 'Las lanzas'... Ese año expuso, sin éxito, tres marinas en la capital. Habían pasado de moda.

La segunda sección de la muestra reúne algunas de las obras de Sorolla que estuvieron presentes en la Exposición Regional de Valencia de 1883, organizada por la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde consigue su primer gran éxito gracias al retrato de una religiosa: 'Monja en oración' obtuvo la Medalla de Oro. El cuadro es propiedad de la Fundación Bancaja. El Museo Sorolla conserva una fotografía del lienzo con esta inscripción: «A mi querido tío Pepe, su sobrino Joaquín. Valencia, 1883». De las seis obras que presentó cuelgan cuatro. Dos han sido adquiridas recientemente por el Ministerio de Cultura y adscritas al Museo Sorolla: 'La esclava y la paloma. Desnudo' y 'El oferente'. Tienen las mismas medidas y se mostraron como pareja en 1883.
El recorrido de la exposición continúa con un espacio centrado en dos de sus obras maestras, ambas pinturas de Historia: 'El dos de mayo' y 'El grito del Palleter'. Sorolla presentó la primera a la Exposición Nacional de 1884. Aborda en el monumental lienzo, al igual que hizo Goya, el alzamiento de Madrid contra la invasión francesa. Concretamente, la defensa del Parque de Artillería de Monteleón. Obtuvo la segunda medalla. Recuerda el comisario que Sorolla dijo en alguna ocasión: "Aquí, para darse a conocer y ganar medallas, hay que hacer muertos". El cuadro, que fue pintado al aire libre, fue adquirido por el Estado y pasó a las colecciones del Prado, que lo tiene depositado en el museo de Villanueva y Geltrú. No está incluido en la muestra, aunque sí hay interesantes estudios y bocetos.

Animado por el éxito, Sorolla se presentó con otra obra de temática histórica a un concurso organizado por la Diputación de Valencia. El ganador obtendría una pensión de estudios en Roma. El tema propuesto por el jurado era 'El grito del Palleter'. Sorolla obtuvo, por unanimidad, la ansiada beca con el lienzo 'El grito del Palleter o El Palleter declarando la guerra a Napoleón', una de las joyas de la exposición, que ha sido cedida por la Diputación de Valencia, que la tiene depositada en el Palau de la Generalitat. El cuadro narra la arenga antifrancesa de Vicente Doménech, el Palleter, que vendía pajuelas impregnadas de azufre para encender fuego. Según la leyenda, fue quien dio el grito de independencia a los campesinos que se hallaban cerca del lugar donde ocurrió el primer movimiento revolucionario. Junto al cuadro, un magnífico boceto del rostro del Palleter. Gracias a la beca, en invierno de 1885, Sorolla, que tenía 21 años, viaja a Roma.
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La exposición concluye con una sala centrada en el retrato, un género en el que Joaquín Sorolla fue un maestro. Se exhibe una galería de retratos de familiares (su hermana Concha) y amigos. Es el caso de un lienzo, de una colección particular, en el que pinta estudios de ocho cabezas masculinas. Entre ellas, la del pintor Francisco Pradilla, que sería su maestro en Roma. Advierte el comisario que ya en esta etapa de formación se pueden apreciar algunas de las virtudes que caracterizarían, años después, su celebrada pintura: su maestría en el empleo del color, su manejo de la luz y su habilidad insertando las figuras en las composiciones.
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