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ABC Cultural

ARTE

«Lo virtual puede ser muy real»

De formación arquitectónica, Pablo Valbuena se enfrenta al espacio desde una actitud mental. El madrileño ocupa ahora la galería Max Estrella, La Laboral y la Sala Parpalló

jJosé alfonso

javier díaz-guardiola

Tiramos del hilo y recorremos el trayecto en sentido contrario. La muestra que Pablo Valbuena (Madrid, 1978) inaugure con obra inédita en Max Estrella el jueves será su primera incursión en una galería, pero buena parte de la mecánica de sus instalaciones se evidencia en su proyecto Para-Sites en La Laboral , mientras que sus primeros trabajos más escultóricos se despliegan en Valencia en la Sala Parpalló. (Casi) Todo Valbuena en tres golpes de vista. En ellos se desmenuza su concepción de lo espacial.

Podemos recorrer prácticamente toda su trayectoria a través de estas tres muestras.

Si hacemos el recorrido de forma cronológica, debemos atender primero a la Parpalló. Allí se presenta la serie Esculturas aumentadas , el inicio de mi interés por la videoproyección sobre objetos y que pone el acento en el aspecto temporal de lo escultórico, ocupándome de los mecanismos que sugieren cambios en lo volumétrico. Para-Sites , en Gijón, es la segunda parte de una coproducción entre este centro y Matadero-Madrid . En el primer capítulo trabajaba a escala grande sobre un único ámbito, mientras que ahora pequeños «parásitos» van invadiendo espacios intersticiales de La Laboral, algunos no expositivos y, por ende, en los que no reparamos.

El cambio más obvio ha sido la renuncia al soporte escultórico.

Y el comenzar a intervenir directamente el espacio. Mis instalaciones buscan transformar los entornos pero a través de la percepción del espectador. Por eso son siempre piezas muy específicas que dependen del lugar. Y este juego de superposiciones tiene que ver con la arquitectura pero también con el dibujo. La diferencia es que el soporte deja de ser el papel y pasa a ser el objeto que se representa. En Matadero aludía de forma directa a la idea de trampantojo. Lo que ha venido después son conceptos mucho más destilados, sencillos y contenidos.

Eso es lo que nos espera en «Puntos de fuga».

La llegada a un espacio privado me interesa porque me permite asumir en primera persona algo de lo que se ha hablado mucho y es la desmaterialización del objeto artístico. Yo ofrezco sobre todo un proceso, una idea, más que un producto. Es un aspecto en el que incido mucho en la exposición.

«Me gusta considerar que no trabajo en el espacio físico, sino en el mental del espectador»

Su formación es arquitectónica, pero su aproximación al entorno circundante fue a través del volumen.

Nunca ejercí la arquitectura, pero, sin duda,mi formación tiene un peso en todo lo que hago. Investigo sobre el espacio pero desde un punto de vista no funcional y completamente abstracto. En el fondo, eso es la escultura, que tiende a condensar este interés en un objeto. Y veo en mis primeras piezas un vínculo directo con las maquetas. Lo arquitectónico no estaba tan escondido. Me interesa la escultura, y mi tendencia natural es hacia la instalación: lo primero es algo que tú abarcas y lo segundo algo que te abarca.

Podemos decir que en su obra lo virtual llega a ser más real que su punto de partida.

Me interesa eso de que la virtualidad pueda ser más real de lo que así se denomina. Ese es casi el eje de mi propuesta, evidenciar si existe o no una línea divisoria. Me interesa poner en duda la manera que tenemos de percibir el espacio y si las señales que éste nos manda son ciertas o dependen de nuestra subjetividad. Por tanto, yo propongo dudas, más que certezas, y un apercibimiento de que lo que llamamos real es una construcción más.

Para eso hace falta tiempo, un concepto en el que hace hincapié.

El primer enfoque de las Esculturas aumentadas era incidir en la temporalidad de lo espacial. Además hay que tener en cuenta que el tiempo también es subjetivo. A través de la luz y de la sugestión de determinados ambientes se pueden crear espacios temporales. Creo que una parte importante de lo que hago está directamente vinculada al cine y la imagen en movimiento. Sin embargo, rompo con el concepto de pantalla como ventana hacia otra realidad. Esta se genera ahí mismo.

«Propongo dudas, más que certezas, y la llamada de que lo real es una construcción más»

La arquitectura se crea para perdurar.

La escala temporal de la arquitectura se basa en lapsos largos de tiempo. Está hecha para que dure, para que nos sobreviva. Lo mío es lo opuesto: es muy sutil, transitorio, poco matérico... Incluso intento dotar de un ritmo pausado a las proyecciones en un deseo de generar no solo un entorno espacial, sino también temporal. Es fundamental que las piezas se perciban bien, que no haya una saturación de los sentidos, que el cerebro pueda procesar la información que se le aporta. Por encima de todo, está la capacidad de reflexión del que mira.

Porque, ¿dónde se genera la pieza: ante nuestros ojos o en nuestra cabeza?

Me gustaría considerar que no trabajo en el espacio físico, sino en el mental del espectador. De hecho, el resultado, para cada visitante es distinto. Lo importante es ese aspecto duchampiano de que es el observador el que completa la pieza. Aquí esto es literal.

La luz es un elemento que no deja huella, que no mancha.

Percibimos porque hay luz, pero no reparamos en ella. En el fondo no deja de ser un medio de transmisión. Hay algo efímero en ello que se funde con el carácter transitorio de la pieza. El resultado es aún más sugestivo cuando el espacio es conocido previamente.

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