Felipe II regresa a casa

Como contrapartida, Patrimonio Nacional ha cedido al museo vasco tres piezas procedentes de la Armería del Palacio Real de Madrid para una exposición sobre la Fábrica de Armas de Eugui, adquirida por Felipe II en el siglo XVI.

Desde la pasada semana se exhiben 'La Rodela del Juicio de París', una celada y un arcabuz, producidas las tres en esa fábrica. También se han cedido un libro ilustrado, fotografías de Clifford y Laurent, y el álbum fotográfico del Conde de Lipa.

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Pasadas las ocho y media, tres operarios de la empresa SIT trasladaban la caja con el cuadro hasta un montacargas para llevarlo al espacio dedicado a los Austrias. Donde antes lucía el tapiz 'Ciro liberta a los hebreos' se ha instalado un montaje especial para colgar la pintura. A un lado, la escultura del monarca en mármol, obra de Pompeo Leoni. Enfrente, la armadura ecuestre de Felipe II llamada de ondas o nubes, regalo de su padre, Carlos V, con motivo de su boda con María Tudor, junto con el título de Rey de Nápoles. Faltaba en este espacio un retrato de Felipe II. Solo aparece en un cuadro del Greco, 'Alegoría de la Santa Liga', en primer plano, arrodillado y vestido de riguroso negro.

Este óleo sobre tabla se coloca sobre una mesa para inspeccionarlo. Lo hacen Mercedes Briones, restauradora de Museo de Bellas Artes de Bilbao y correo que viajó con él; y Natalia Martín, restauradora de Patrimonio Nacional. Supervisa la operación Carmen García Frías, conservadora de esta institución. Muy atentos, Leticia Ruiz, directora de la Galería de las Colecciones Reales, y Manuel Blanco, autor de la museografía del centro y del montaje especial del cuadro. Luz verde. Toca colgarlo y ajustar la luz con los lux precisos. Algo que quedó desbaratado minutos después con los potentes focos usados para la rueda de prensa ante el disgusto de Mercedes Briones, que trataba de que los apagaran.

Ha sido un día de regresos. Felipe II vuelve a casa, rodeado de sus familiares. Antonio Moro, pintor holandés (nació en Utrecht), también regresa a Madrid, donde estuvo poco tiempo. En 1559, acompañando al séquito del entonces Príncipe, apenas permaneció unos meses en España, pues estaba en el punto de mira de la Inquisición, que sospechaba de él. Le sustituyó como pintor de Corte Sánchez Coello. Y Miguel Zugaza, director del Bellas Artes de Bilbao, regresa a Madrid, donde fue durante 15 años director del Prado.

Antonio Moro pintó al entonces joven príncipe (tenía 22 años), entre abril de 1549 y mayo de 1550, en Bruselas durante su particular Grand Tour, conocido como el 'Felicíssimo Viaje' a Europa. De 1548 a 1551 recorrió Italia, Amberes, Bruselas, Augsburgo y fue presentado por su padre, el emperador Carlos V, como heredero de la Casa de Austria en los Estados Generales de Flandes. Un viaje iniciático en el que el futuro rey, gracias a su tía, María de Hungría, gobernadora de los Países Bajos, entró en contacto con el arte internacional y con artistas como Tiziano, Coxcie, Leoni o el propio Moro. También con talleres de armas y tapices. Así fue cómo comenzó a gestarse su figura como gran mecenas y coleccionista.

Es una de las primeras imágenes de Felipe II. Moro lo retrata como un Príncipe del Renacimiento, con el rostro inexpresivo, distante, símbolo de majestad áulica y magnificencia. Pintado sobre un fondo neutro, luce un lujoso jubón negro bordado en plata, con botonadura dorada y un rico talabarte. Porta el Toisón de Oro. Destaca la empuñadura de la espada con perlas y piedras preciosas. Posa su mano derecha sobre un bufete, símbolo de sus dotes de buen gobierno. Tiziano lo retrataría poco después, en 1551, en un cuadro que se halla en el Prado. El cuadro de Moro no figura en los inventarios reales españoles. Aparece documentado por vez primera en 1746, en la colección de los condes de Spencer. En la parte superior izquierda del lienzo aparece una inscripción en inglés: «Philip 2nd King of Spain // Ant. More Pt».

En 1992, el padre de Diana de Gales, conde de Spencer, lo vendió al Museo de Bellas Artes de Bilbao. Cuenta Zugaza que la galería Caylus de Madrid facilitó la oportunidad de su adquisición. Explica a ABC José Antonio de Urbina, uno de los directores de la galería, que el entonces director del museo bilbaíno, Jorge Barandiarán, ya había comprado un Sánchez Coello y estaba interesado en adquirir una obra de Moro: «Nosotros supimos que el conde de Spencer sacaba a la venta el 'Felipe II' de Moro e hicimos la gestión». ¿Se ofreció antes al Prado? «No, tiene muchas obras de Moro y además quien nos hizo la petición fue el Bellas Artes de Bilbao». Su precio, en torno al millón de euros. Según Miguel Zugaza, el dinero partió del Gobierno vasco, que se había incorporado al Patronato del museo. «Barandiarán supo ver que era caro el arte contemporáneo y barato el arte antiguo. El museo de Bilbao no perdió la oportunidad. Tuvo valentía, al igual que cuando adquirió la 'Lucrecia' de Cranach o un Bacon, para cuya compra tuvo que pedir un crédito», apunta Zugaza.

Patrimonio Nacional atesora otro retrato del Rey pintado por Antonio Moro, 'Felipe II en la jornada de San Quintín' (1560), que se halla en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial por expreso deseo del monarca. Lo encargó en 1557 para celebrar la victoria de San Quintín. Se perdió. En 1560, Moro pintó otro igual para Juana de Austria. Es el que cuelga en la sala de audiencias del Palacio de los Austrias en el Monasterio de El Escorial.

La presidenta de Patrimonio Nacional, Ana de la Cueva, agradeció a Miguel Zugaza la generosidad por prestar esta obra capital durante un año y anunció que ya ha habido contactos con otras instituciones como el Prado, el Louvre y Versalles. Además, subrayó que, tras ocho meses de apertura, «la Galería se consolida como oferta cultural de Madrid». En 2023 recibió 336.058 visitantes. Aunque es cierto que abrió a partir de junio, las cifras quedan alejadas de las altas expectativas que había: en torno a un millón o millón y medio al año. Explica Leticia Ruiz que «uno de los temores es que nos hiciéramos la competencia con el Palacio Real, pero no ha sido así. Son públicos distintos. Desde seguridad nos advirtieron de que el edificio, aunque es enorme, tiene un aforo muy limitado. Pero estamos muy contentos, cada vez hay más gente y sale muy contenta de la visita. Las críticas nacionales e internacionales son buenísimas. Además, cuando abrimos en junio de 2023 no pudimos aspirar a grupos de colegios. Ya están viniendo».

Miguel Zugaza tuvo grandes elogios para este «magnífico» nuevo museo público y nacional: «Soy fan». Las obras de ampliación del museo que dirige permiten la oportunidad de compartir sus colecciones con otras instituciones, como es el caso de «este imponente retrato, icono del arte del Renacimiento». Tras recordar que por esta Galería han pasado y hay personas que han trabajado en el Prado, concluyó que éste «no era un enemigo, sino un gran amigo».

Las relaciones entre ambas instituciones no siempre han sido las mejores: José Rodríguez-Spiteri, expresidente de Patrimonio Nacional, reclamó al Prado cuatro obras maestras de Van der Weyden, El Bosco y Tintoretto que eran propiedad de la institución. La llegada de Alfredo Pérez de Armiñán al frente de Patrimonio Nacional puso fin a la Guerra Fría entre ambas instituciones.