De los 'Caprichos' de Goya al Franco de Eugenio Merino: una cartografía del arte prohibido, censurado y atacado
Abre en Barcelona el Museo del Arte Prohibido, una «constelación de obras bajo amenaza» impulsada por el empresario Tatxo Benet en la casa Garriga-Nogués
Tatxo Benet: «El Museo del Arte Prohibido nos confronta con una realidad que existe y existió, y que vuelve permanentemente a nosotros»
Las rutas de la cancelación: todos los caminos llevan a la censura
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Seguro que se acuerdan de la historia: en febrero de 2018, con el 'procés' en su punto justo de ebullición, Santiago Sierra desembarcó en ARCO con 'Presos políticos en la España contemporánea', una instalación fotográfica con 24 retratos de, entre otros, Oriol Junqueras ... y Jordi Sànchez. Con él, claro, llegó el escándalo. Y de qué manera. «La sombra de la censura planea sobre ARCO», tituló entonces su crónica Natividad Pulido después de que la obra de Sierra fuese descolgada a petición del presidente del Comité Ejecutivo de Ifema. El motivo, se dijo entonces, fue evitar la polémica, aunque el resultado fue precisamente el contrario: dos tazas, por no decir el cazo entero, de escandalera mediática, y una pieza por la que ni su galerista daba un euro («no creo que nadie pague 80.000 euros por ella; ni siquiera 10.000, dijo entonces Helga de Alvear) convertida en cotizado (y censurado) objeto de deseo.
«Me puso en contacto en 2018 con un mundo fascinante: el mundo de las obras de arte prohibidas. Un mundo que me atrapó con un imán muy poderoso. Un mundo, desgraciadamente, amplísimo», reconoce ahora el empresario, fundador de Mediapro y coleccionista de arte Tatxo Benet. Porque él fue quien acabó comprando, apenas un par de horas antes de que estallara todo el jaleo, una instalación sobre la que ha edificado una colección de arte prohibido, censurado y atacado.
Un mapamundi de la polémica y la intolerancia que, cinco años y 200 obras después, ha echado raíces en la casa Garriga-Nogués de Barcelona para dar forma al Museo del Arte Prohibido. Una «constelación de obras bajo amenaza» formada por clásicos de la historia del arte y maestros de la performance provocativa. De Goya a Eugenio Merino y de Picasso a León Ferrari. De 'La revolución' de Fabián Cháirez a la instalación de alfombras para rezar intervenida con zapatos de tacón de Zoulikha Bouabdellah.
De Picasso a León Ferrari
Una mezcla ecléctica y singular que en la que caben las provocativas y muchas veces canceladas fotografías sadomasoquistas de Robert Mapplethorpe; el 'Mao' de Andy Warhol que el Gobierno de China vetó en 2013; el Saddam Hussein en formaldehído de David Cerný que fue censurado en Bélgica, Polonia y Alemania; un cartel taurino que Miquel Barceló realizó para Roland Garros (y que la organización del torneo rechazó utilizar); y los grabados y litografías de Picasso que despertaron la ira de la Iglesia Ortodoxa Rusa en 2012.
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«El arco temporal va desde la Ilustración, que es el inicio de la crítica social y el análisis de la sociedad, hasta nuestro días», resume la directora del museo, Rosa Rodrigo, quien ya vivió de primera mano, mientras trabajaba en el Reina Sofía, la polémica que rodeó a dos de las obras aquí expuestas: 'La civilización occidental y cristiana', de León Ferrari (un cristo crucificado en un avión de combate avión FH 107); y 'Cajita de fósforos', del colectivo Mujeres Públicas (cajas de cerillas con el lema «La única iglesia que ilumina es la que arde»).
«Las piezas seleccionadas y la museografía que las presenta no sólo favorecen el acceso a la obra y a sus polémicas, también son la puerta de acceso a lo macro y lo micro, a lo general y lo absolutamente particular. Nos permiten entrar tanto en las tensiones de nuestra época, en sus guerras culturales, en el siempre difícil terreno de la libertad de expresión, como en las dudas y las incoherencias del propio espectador», apunta el escritor Jorge Carrión en uno de los textos del catálogo.
En las paredes de la casa Garriga-Nogués, esto se traduce en dibujos de Keith Haring que fueron censurados para «ser respetuosos con el público»; el retrato poco favorecedor de Trump por el que Illma Gore fue vetada en Facebook primero y agredida en plena calle en Los Ángeles más tarde; el 'McJesus' de Jani Leinonen; el 'Filippo Strozzi en LEGO' con el que Ai Weiwei 'consiguió' que la empresa danesa le cerrarse el grifo de material por utilizar sus bloques de colores con fines políticos…
«Hay mucha gente que, al ver algunas obras, se pregunta: '¿Y esto por qué está aquí?», explica Rodrigo. ¿Un ejemplo? «Cada vez que 'The Statue of A Girl of Peace' se expone en alguna parte del mundo hay una crisis diplomática», ilustra al hilo de la escultura de Kim Eun-Sung y Kim Seo-Kyung que representa a una 'mujer de consuelo' coreana forzada a a servir como prostituta para miembros el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial. En 2019, el museo de Nagoya que exhibía la pieza tuvo que bajar la persiana ante el alud de amenazas recibidas, una de ellas supuestamente relacionada con un atentado reciente en el que habían muerto 35 personas.
Sin los 'presos políticos' de Sierra
'Presos políticos en la España contemporánea', decíamos, fue la primera compra, el primer cheque, aunque la pieza brilla por su ausencia en el nuevo museo. Y es que, según fuentes del centro, la obra de Sierra seguirá cedida al Museo de Lérida, donde se expone desde 2018, mientras, dicen, «queden presos políticos en España». Nada grave. Porque si de algo anda sobrado el recién nacido museo es de reclamos controvertidos y obras que levantaron ampollas y arrasaron cargos y direcciones. Ahí está, por ejemplo, la escultura 'Not Dressed for Conquering' que le costó el cargo al entonces director del MACBA, Bartomeu Marí; el Franco frigorizado de Eugenio Merino que la Fundación Francisco Franco llevó (sin éxito) a los tribunales; y la instalación 'Amén' de Abel Azcona: 242 hostias consagradas formando la palabra 'Pederastia' con las que lleva sumando procesos judiciales desde 2015.
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Entre retratos de la sudafricana Zanele Muholi; una fotografía de Terry O'Neil con Raquel Welch crucificada que tardó más de treinta años en ver la luz; un autorretrato de Chuck Close, artista cancelado tras ser acusado de conducta sexual inadecuada; y la polémica reproducción en hierro forjado del 'Arbeit Macht Frei' de Tania Bruguera; destaca 'Piss Christ', fotografía de Andres Serrano de un cristo sumergido en orina que acumula un largo historial de ataques y censuras: en 1997 la golpearon con un martillo en Australia; en 2011 activistas católicos la atacaron con un destornillador en Aviñón; en 2012 provocó protestas en Nueva York; y en 2015 se eliminó de una exposición en Lucca por ser demasiado provocativa.
Casi tanto como lo fueron, siglos antes, los 'Caprichos' de Goya que lucen en una de las paredes, crítica feroz y ácida de la sociedad de la época que la Santa Inquisición a punto estuvo de llevarse por delante. Suerte que estuvo hábil el de Fuendetodos y retiró las estampas de la venta a las dos semanas para regalárselas a Carlos IV.
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