Todo Berlanga y todo es Berlanga en Caixaforum
Una exposición ahonda en el monumental archivo del cineasta valenciano para ofrecer un mirada íntima e inédita del responsable de títulos como 'El verdugo' y 'Bienvenido, Mister Marshall'
Luis García Berlanga, los contraplanos de un 'anarquista burgués'

En 1958, coronadas ya unas cuantas cimas del humor absurdo, la sátira social y la comedia costumbrista gracias a 'Bienvenido, Mister Marshall', 'Calabuch' y 'Los jueves, milagro', Luis García Berlanga (1921-2010) se vino arriba y le envió a su adorado Charles Chaplin ... una propuesta de guion para traerse a Charlot a una España distópica y, cómo no, decididamente berlanguiana. «El Marciano acompaña a Charlot a una agencia de colocaciones, la que le dio a él el puesto de marciano. y tras una espera casi eterna, Charlot es enviado a unas señas. Se encuentra con un viejo paralítico al que ha de acompañar durante sus paseos», leemos. Y así durante cuatro chispeantes páginas mecanografiadas y con correcciones en rojo que, lástima, Chaplin no llegó a leer jamás ya que, como le respondió cortésmente alguno de sus ayudantes, el director británico sólo trabajaba con guiones propios.
La cosa, ya ven, prometía, pero la buena noticia es que ambos documentos, las páginas de Berlanga y la carta de rechazo, pueden contemplarse ahora en la frondosa y reveladora y a ratos también inédita exposición que Caixaforum Barcelona dedica al genial director valenciano.
Una muestra minúscula al lado del descomunal legado que Berlanga dejó empaquetado y ensobrado poco antes de morir (se muestran 'sólo' 300 de los más de 27.000 documentos y objetos catalogados y digitalizados por la Fundación La Caixa en colaboración con la Filmoteca Española) que, sin embargo, ofrece un completo plano secuencia de la vida y obra del director, guionista, poeta y dibujante. Un 'traveling' marca de la casa que, resume la comisaria Sol Carnicero, directora de producción del valenciano, «es una mirada íntima a su legado profesional, una lección de cine y una museografía que nos traslada a los diferentes universos de Berlanga». Para entrar en materia, una carta que el director de 'La escopeta nacional' escribió en 2003, poco después del último cerrar plano con 'París-Tombuctú', en la que manifestaba su deseo de hacer memoria, abrir cajones y ordenar vivencias que creía perdidas. «Cerrar mi vida narrando mi ocaso como narraba mis ensueños adolescentes», que anotó a modo de despedida.

Dicho y hecho, 'Interior Berlanga. Cine, vida y humor', en cartel hasta el 20 de abril, hurga a conciencia en la memoria del cineasta y en ese diógenes que, bromea su hijo José Luis, le hacía guardarlo absolutamente todo desde niño, para trazar un mapamundi berlanguiano y navegar entre el 'Don Quijote' de Pabst, la División Azul, los guiones mano a mano con Rafael Azcona, el erotismo fetichista e incluso una minuciosa reproducción de la taquilla y el interior del Cine Atlántico ( butacas del desaparecido cine Urgel incluidas) que podía verse en 'Esa pareja feliz'. «Le da un giro a la obra del artista para devolverla al público enriquecida», destaca Carnicero sobre una exposición de asombroso detallismo.
Ahí están, por ejemplo, sus calificaciones escolares; los poemas de adolescencia; la lista de películas francesas vistas en el cine: un amplio surtido de felicitaciones navideñas de Carlos Saura, Mingote y José Luis López Vázquez; los resúmenes de las calificaciones morales de 'Plácido' y 'El verdugo'; abundante material fotográfico de rodajes y localizaciones; las hojas de producción de 'Calabuch'; los storyboards de 'Se vende tranvía' y 'Calabuch'; el Goya por 'Todos a la cárcel; los carteles originales de todos sus estrenos…
La guerra y la División Azul
Al poco de entrar, un documento especialmente valioso: un escrito «extraordinario» fechado del 14 de abril de 1939 que resume el impacto de la Guerra Civil en su familia. A sus pies, vestigios de su paso por la División Azul: un cuaderno de rezos para el frente, fotografías de su brigada y las plumas con las que escribía cartas desde Rusia. Para el también comisario Bernardo Sánchez, pocas cosas más sorprendentes que encontrar restos del tabaco que fumó Berlanga en 1941 o 1942.
Otro hallazgo son esa decena de guiones inéditos que se quedaron en el cajón de las ideas, esperando un oportunidad que no llegó. Es el caso de '¡Viva Rusia!', cuarta entrega de la saga Nacional que no llegó a ver la luz y que permaneció oculta en la cámara acorazada del Instituto Cervantes hasta 2021. «Las películas no rodadas eran casi un método de trabajo», constata Sánchez. Como muestra, proyectos nonatos como 'Gas en todos los pisos', 'Los gancheros' o 'La huida', escrito este último con Juan Antonio Bardem y prohibido por una secuencia en la que un guardia civil fallaba un tiro.

De ahí a lo berlanguiano, claro, sólo era cuestión de tiempo y de colocar el espejo del surrealismo grotesco a pie de calle. «No hay ningún día en que no pase algo berlanguiano. Todo nos parece Berlanga. Si algo se le puede pedir al cine es esto, que hable de nosotros. Y nadie como Berlanga para conseguirlo», resume el comisario antes de desembocar en una sala en la que Joaquín Sabina, Benjamín Prado, Manuel Gutiérrez Aragón. Mario Vaqueiro y Julieta Serrano 'videorreflexionan' sobre lo berlanguiano en tiempos austrohúngaros.
«Es como rellenar un puzzle. Él quería recordarnos lo que había pasado para que no volviera a ocurrir. Intentaba mostrarnos con acidez y ternura lo que hacíamos mal», destaca Sol Carnicero en un intento por apresar el espíritu libertario, irreverente y antiautoritario de un director a quien Franco llegó a calificar de «mal español». ¿La respuesta de Berlanga? «Peor hubiera sido que dijera que soy mal director».
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