Abre el Centro de Arte Hortensia Herrero, nuevo foco cultural en Valencia
La vicepresidenta de Mercadona exhibe un centenar de obras de su colección privada en un espacio rehabilitado del casco histórico de la ciudad
Recordando a Chillida en su centenario

Los coleccionistas mueven ficha. Los hay, extranjeros, que buscan sedes para instalar sus tesoros artísticos en España (Juan Antonio Pérez Simón, Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, Ella Fontanals-Cisneros); los hay que alquilan sus obras al Estado (Carmen Thyssen) o que desembarcan con toda ... su artillería pesada en un museo, controlado por ellos (Bernard Ruiz-Picasso); los hay que hasta dirigen museos (Jimena Blázquez, el CAAC de Sevilla). Y los hay que crean museos y centros de arte. Fue el caso de Helga de Alvear en Cáceres y el de Hortensia Herrero en Valencia, cuyo centro de arte se abre al público mañana y hoy se ha presentado a la prensa. Con ello, Valencia amplía su oferta artística, sumándose, entre otros, al Museo de Bellas Artes, el IVAM, el Centro del Carmen, Bombas Gens, Bancaja y, por supuesto, la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Hortensia Herrero es una de las grandes fortunas de este país. Esta misma semana publicaba 'Forbes' la lista de los cien españoles más ricos. La coleccionista y mecenas valenciana está en el número 15, con una fortuna estimada de 2.200 millones de euros; su marido, el empresario Juan Roig, presidente de Mercadona, en el 5 (3.900 millones). Hortensia Herrero (Valencia, 1950) es licenciada en Ciencias Económicas. Amante del arte, atesora una colección formada en los últimos diez años. En 2012 creó una fundación con su nombre, dedicada a iniciativas relacionadas con la recuperación del patrimonio artístico de la Comunidad Valenciana, la danza y el arte contemporáneo. Casada con Juan Roig y madre de cuatro hijas (Hortensia, Carolina, Amparo y Juana), es vicepresidenta de Mercadona.
«Siempre he disfrutado del arte. He visitado museos y galerías, compré alguna que otra obra y, sin darme cuenta, me convertí en coleccionista», cuenta Hortensia Herrero. Pero fue cuando conoció a Javier Molins, en el estudio de Andreu Alfaro, cuando comenzó a ordenar las compras «para que todo tuviera un sentido, una armonía». Y así fue formando una colección de arte internacional. Visitó galerías, ferias y bienales de arte, estudios de artistas... Hoy atesora unas 150 obras. Cien de ellas de 47 artistas se exhiben en la sede del centro que lleva su nombre. «Es un día muy importante para mí. Han pasado siete años y diez meses desde que se firmó la compra del edificio. Ha sido mucho tiempo de mi vida. Hubo momentos en que tuve ganas de tirar la toalla. Pensaba: '¡qué necesidad de meterme en este lío!' Pero me dieron ánimos para seguir adelante. Menos mal que no tiré la toalla. Es una pequeña joya en el corazón de Valencia», dice con orgullo la mecenas, quien da las gracias a su marido, «porque sin los resultados que obtiene de su empresa, esta realidad nunca hubiera sido posible».

El centro se halla el número 31 de la calle del Mar, en pleno corazón de la ciudad. Se trata del Palacio Valeriola, un edificio de estilo barroco, del siglo XVII, adquirido en 2016 por la Fundación Hortensia Herrero a los herederos del general Alfonso Armada y cuya restauración integral ha durado cinco años. Las obras comenzaron en 2018. El proyecto, que ha supuesto una inversión de 40 millones de euros, lo ha llevado a cabo el estudio ERRE Arquitectura, capitaneado por José Martí, M. Ángeles Ros y Amparo Roig, esta última hija de Hortensia Herrero y Juan Roig. Los trabajos han supuesto un reto, dada su complejidad. Han participado arquitectos, arqueólogos, restauradores y artesanos. «Hemos querido poner en valor las obras de arte, que la arquitectura no entrara en competencia con el arte. Es una arquitectura muy respetuosa con la historia del edificio, pero adaptada a la actualidad», explica Amparo Roig. «Mi madre es el alma de esta locura de proyecto, que ha llevado a cabo con energía e ilusión. Al edificio le ha tocado la lotería desde que mi madre se fijó en él», apunta.

Se desvelaron durante las obras importantes vestigios arqueológicos, que podrán ser admirados por los visitantes. Y es que este lugar se halla en lo que fue la medina de la Balansiya musulmana entre los siglos XI y XIII. Han salido a la luz restos del antiguo circo romano de Valentia, del siglo II d.C. –medía unos 350 metros de largo y más de 70 de ancho–, que el público podrá ver al final del recorrido; un callejón de la judería, un horno bajomedieval, 22 enterramientos... Un auténtico paseo por la Historia, desde la época romana, la visigoda, la islámica y la cristiana.
Este palacio tiene una historia muy azarosa. Fue sede del diario 'Las Provincias', del grupo Vocento. De 1986 a 1993 se instaló allí el pub Juan Sebastián Bach (parece que había en él un león vivo), después fue sede de la discoteca Las Ánimas. En 2008 se proyectó convertir el palacio en un hotel, aunque se frustró al parecer por la crisis. Además del palacio, el centro cuenta con un inmueble de la calle San Cristóbal, cuya fachada se ha mantenido, pero en el que se ha construido un edificio de nueva planta. El recorrido se ha planteado de forma ascendente en el Palacio Valeriola y descendente en San Cristóbal. Ambos edificios quedan conectados a través de una gran pasarela.

En la conexión, un proyecto 'site specific' de Cristina Iglesias: 'Tránsito mineral', una especie de gruta. En un pasillo cercano, un túnel creado por Olafur Eliasson, compuesto por 1.035 cristales con todos los colores del arcoíris. En total, un complejo de más de 3.500 metros cuadrados, repartidos en dos edificios de cuatro plantas y un total de 17 salas expositivas. El nuevo centro cuenta con un presupuesto anual de unos 3 millones de euros, procedentes de la Fundación Hortensia Herrero.
Tan solo la restauración de la fachada del palacio duró 18 meses. El patio interior, que se ha cerrado con un lucernario, mantiene su estructura original. En el ábside que comunica el palacio con el jardín se ha instalado otro de los seis proyectos 'site specifics' del centro. Obra de Jaume Plensa, lo bautizó 'melic' (ombligo): ha instalado por vez primera sobre un pared uno de sus célebres alfabetos, que parece crecer como una enredadera. En el vestíbulo, una instalación de Tomás Saraceno compuesta por seis nubes formadas por tetraedros y dodecaedros irregulares cubiertos por paneles iridiscentes.

Recorremos el edificio con el director artístico del centro, Javier Molins, como cicerone. «Es un centro de arte único, con la presencia del mejor arte internacional», advierte. Aunque la colección está centrada en el arte contemporáneo (creadores vivos), la visita arranca con un espacio dedicado al arte del siglo XX, con obras de Miró, Calder, Saura, Lichtenstein, Julio González, Dubuffet... y una sala con Chillida y Tàpies.
La antigua capilla del palacio, casi derruida, ha recobrado su cúpula, que había desaparecido. Se ha habilitado como sala expositiva, con un proyecto creado para este espacio por el irlandés Sean Scully. Lo ha llenado de color con vidrieras. La sala noble acoge tres obras monumentales de Anselm Kiefer: una de ellas pesa 600 kilos. A su lado, y sobre un pavimento de cerámica original, un pintura y una escultura de Georg Baselitz. En la última planta, la andana (lugar donde se almacenaba el grano), un precioso espacio donde se exhiben piezas que trascienden los límites del lienzo: Anish Kapoor, Tony Cragg, Julian Opie, El Anatsui, Elmgreen & Dragset, Blanca Muñoz... Desde un mirador cercano se puede admirar el exterior de la bellísima iglesia de San Juan del Hospital, la más antigua de la ciudad.

Hay salas específicas dedicadas a David Hockney (con vídeos y dibujos sobre las cuatro estaciones realizados en Yorkshire y en Normandía); el arte multimedia (Julian Opie, Olafur Eliasson, Michal Rovner o el colectivo japonés teamLab, con una pieza interactiva); el arte cinético (Alfaro, Soto, Cruz-Díez)... Manolo Valdés es uno de los nombres mejor representados en la colección de Hortensia Herrero, con obras desde 1998 hasta 2023. De Barceló, cuelga una de sus codiciadas y cotizadas pinturas blancas. Dos salas están dedicadas a las compras que ha llevado a cabo la mecenas en Abierto Valencia (23 obras de 17 artistas), un homenaje a la labor que realizan las galerías valencianas.
La colección se quedará así un año, aunque está previsto que haya en el futuro exposiciones temporales. Antes de bajar a ver los restos del circo romano, una videoinstalación de Mat Collishaw inspirada en él, en la que unos caballos galopan sobre una pantalla led ovalada, que pesa cuatro toneladas, en el centro de una sala. Un desafío tecnológico. Del mismo artista hay otra obra creada para el centro, inspirada en las Fallas.
Algunos de los artistas representados en el Centro de Arte Hortensia Herrero acudieron tanto ayer como hoy a visitarlo. El precio de la entrada es de 9 euros, si se adquiere desde la página web (www.cahh.es); 10, si se compra en taquilla. Hasta final de año, la entrada será gratuita los domingos. Ya se han agotado todas las plazas disponibles.
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