El Prado corona a Paret y lo libera de la alargada sombra de Goya

El museo salda una deuda pendiente con Paret y le dedica una gran exposición, patrocinada por la Fundación AXA, que reúne, en un recorrido cronológico y temático, 81 obras , incluidas casi todas sus pinturas conocidas (46) y una treintena de dibujos y estampas. Han sido muy pocas las muestras de este artista en España. En 1990-91 hubo una retrospectiva en Bilbao y en 2018 la Biblioteca Nacional celebró una exposición centrada en sus dibujos, de los que se publicaba su catálogo razonado.

La alargada sombra de Goya pesó como una losa en sus coetáneos: Maella, Bayeu, González Velázquez o el propio Paret. El hecho de que éste fuera el más notable representante de la tradición del Rococó francés en nuestro país –nunca pudo quitarse de encima el sambenito de 'el Watteau español' – tampoco ayudó mucho a su fortuna crítica. El destierro acabó de darle la puntilla. En 1775 se le acusó, sin pruebas, de encubrimiento de los amoríos del Infante don Luis , hijo menor de Carlos III, de quien fue pintor de Cámara. Según la comisaria, Gudrun Maurer, conservadora de pintura del XVIII y Goya del Prado, no ha aparecido en ningún documento el motivo oficial del destierro. Fuese o no alcahuete del Infante, acabó siendo desterrado a Puerto Rico . Allí permaneció de 1775 a 1778. Gracias a las gestiones de su esposa, pudo regresar a España, pero tenía prohibido acercarse a menos de cuarenta leguas de la Corte. Se estableció en Bilbao. Con la muerte en 1785 del Infante don Luis, se levantó su destierro. Sus últimos diez años los dedicó a ilustraciones para libros y estampas. Decía Ceán Bermúdez que «muy pocos, o ningún pintor nacional, tuvo España de tan fino gusto, instrucción y conocimientos como Paret, y yo que le he tratado de cerca lloraré siempre su muerte y el poco partido que se ha sacado de su habilidad».

Gudrun Maurer subraya la fuerte personalidad y singular ingenio de Paret, su formación intelectual , muy superior a la de sus contemporáneos (gran erudito, estudió Humanidades, fue calígrafo y traductor, se formó en la Academia de Bellas Artes, estuvo pensionado tres años en Roma y, posiblemente, también pasó por Francia); la altísima calidad técnica y gran originalidad de su obra, era políglota (dominaba latín, griego, francés, inglés y chapurreaba el árabe) y un excelente dibujante. Además, se atrevió con todos los géneros pictóricos, como puede apreciarse en las salas del Prado: cuelgan sus cuatro autorretratos conocidos, retratos (miembros de la Familia Real; su esposa, María de las Nieves Micaela Fourdinier, y sus hijas, María y Luisa), pintura religiosa (una 'Mater Dolorosa' se exhibe por vez primera), escenas de género (el Prado compró en 2016 'La celestina y los enamorados', considerada la acuarela más importante del XVIII español), paisajes (se exhiben ocho de las nueve vistas del Cantábrico conocidas, entre ellas una 'Vista de Bormeo' que perteneció a la Colección Várez Fisa y fue adquirida en 2017 por el Museo de Bellas Artes de Bilbao ), un álbum con dibujos de aves y animales que hizo para el Infante don Luis, quien tenía un Gabinete de Historia Natural... Poseía la única cebra de la que se tenía constancia en España.

«Paret fue por lo menos tan importante como Goya», advierte Maurer. Y eso es mucho decir. En esta línea, Miguel Falomir, director del Prado , lo considera «un pintor extraordinario. Sin Paret y sin Goya no se entendería la España del XVIII, quedaría coja la visión de ese siglo. De hecho, para entenderlo quizá sea Paret más importante que Goya. No hablo de que uno sea mejor pintor que el otro. Paret no se parece a nadie, es un pintor totalmente distinto, una isla aparte . Es como un ovni que aterriza y se posa en el planeta de la pintura española. Es tan sorprendente y novedoso o más que Goya». En una historia de la pintura española en cuyo ADN está el realismo y el naturalismo, frente a las majas y los chulapos goyescos Paret presenta una España ilustrada, culta, cosmopolita , con conexiones europeas. Su paleta es también distinta: no hay negros ni colores terrosos.

Paret fue un pintor de género de pequeño formato en un tiempo en el que aún predominaba la pintura alegórica y de Historia en España. En 1767 pinta el primer baile de máscaras permitido en nuestro país y es pionero en reflejar la indumentaria y costumbres de su época, antes de que Goya lo hiciera en sus cartones para tapices.

El recorrido de la exposición arranca con un cara a cara entre ambos con Aníbal como protagonista. Del primero, el 'Aníbal vencedor' del Prado, que fue vendido por la Fundación Selgas-Fagalde. Del segundo, un dibujo, 'Aníbal en el templo de Hércules en Cádiz'. Entre las obras icónicas presentes, la comisaria cita pinturas como 'La Puerta del Sol' (Museo de Bellas Artes de La Habana), la monumental 'Las parejas reales' (Museo del Prado) o la citada 'Circunspección de Diógenes' (Academia de Bellas Artes). En los últimos años el Prado ha adquirido obras de Paret, como 'La alegoría de Galicia' o 'Joven dormida en una hamaca', una de sus obras más hermosas. Entre sus últimas creaciones, 'La Jura de don Fernando como Príncipe de Asturias'. El monumental lienzo del Prado cuelga junto a su reflectografía infrarroja y un boceto de gran tamaño que sale por primera vez del Louvre. En un vídeo en la sala apreciamos los exhaustivos dibujos subyacentes de sus composiciones. Cierra la exposición una obra inacabada, 'El Jardín Botánico desde el Paseo del Prado', un lugar muy cercano al edificio de Villanueva, sede principal del museo.