China deja en libertad bajo fianza a Ai Weiwei
Tras pasar tres meses detenido y sin apenas contactos con su familia y su abogado, el régimen de Pekín pone en la calle al famoso artista chino porque, al parecer, ha confesado que evadió impuestos
En los países democráticos, primero se detiene a alguien bajo la sospecha de que ha cometido un delito y luego se le acusa según las pruebas que encuentra la Policía. En China, primero se detiene a alguien y luego ya se verá de qué se le acusa. Tres meses después de su detención, el artista crítico Ai Weiwei ha sido puesto en libertad bajo fianza tras confesar, según informó hoy la agencia estatal de noticias Xinhua, que había evadido impuestos.
Detenido, aunque sería más apropiado decir “secuestrado”, por la Policía desde el pasado 3 de abril, Ai Weiwei apenas ha podido ver a su esposa ni reunirse con su abogado para plantear su defensa. Tras una absoluta violación de sus derechos legales y de su “habeas corpus”, incluso superando las 24 horas de incomunicación que prevé la Constitución china, la Policía asegura que ha conseguido arrancarle una confesión a Ai Weiwei. «Estoy ya en casa, en libertad bajo fianza, no puedo hablar con los medios de comunicación pero estoy bien», ha dicho Ai en unas breves declaraciones a la cadena británica BBC. Además, ha dado las gracias por la atención que ha despertado su caso en los medios de comunicación de todo el mundo.
La versión oficial indica que la compañía del artista, Falso Desarrollo Cultural de Pekín, habría eludido pagar impuestos y destruido de forma intencionada numerosos documentos contables. Tras adoptar la “actitud correcta” de reconocer su delito y prometer devolver todo el dinero, Ai Weiwei ha sido liberado por “la enfermedad crónica que sufre”, la diabetes y la alta tensión que minan su salud a sus 53 años.
No es la primera vez que el artista más famoso de China, hijo de un célebre poeta represaliado durante la “Revolución Cultural”, tiene problemas con el régimen. Desde que empezara a destacar por sus críticas políticas y sus ácidos comentarios en Twitter, donde tiene más de 70.000 seguidores, las autoridades lo han acosado hasta el punto de anunciar que tenía intención de emigrar a Alemania para poder continuar con su trabajo. En diciembre, la Policía también le impidió tomar un avión a Seúl ante el temor a que, desde allí, pudiera viajar hasta Oslo para asistir a la entrega en ausencia del premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo, entre rejas por liderar la “Carta 08” por la democracia. En enero, su estudio de Shanghái fue demolido y en febrero se canceló su primera gran exposición en solitario en China.
En 2009, incluso tuvo que ser operado de urgencia después de que la Policía le golpeara en la cabeza cuando estaba investigando el derrumbe masivo de escuelas durante el devastador terremoto de Sichuan. Aunque el seísmo dejó unos 90.000 muertos en mayo de 2008, Ai Weiwei y otros activistas detenidos por el régimen, como Tan Zuoren, han denunciado que miles de aulas se vinieron abajo porque las corruptas autoridades locales habían desviado fondos y las habían construido con materiales de mala calidad.
Tras todos estos avisos, el artista fue arrestado el pasado 3 de abril en el aeropuerto de Pekín cuando pretendía tomar un avión a Hong Kong. En plena represión para atajar cualquier protesta inspirada en las revueltas árabes, ni siquiera su fama mundial impidió al régimen chino apresar a Ai Weiwei y retenerlo durante tres meses mientras la comunidad internacional pedía su liberación o más transparencia sobre las acusaciones contra él. Tras exponer en la Sala de Turbinas de la Tate Gallery de Londres y participar en el diseño del Estadio Olímpico “El Nido”, la persecución contra tan célebre autor chino supone todo un aviso del régimen a la disidencia.
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