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Fallece a los 94 años Juan de Ávalos, uno de los grandes maestros de la escultura clásica

Murió, tras sufrir una angina de pecho, esculpiendo con su magisterio clásico, modelando con sus manos -de puro nervio- grecorromanas, con su habilidad -de serena esencia- volcada en el trabajo

Murió, tras sufrir una angina de pecho, esculpiendo con su magisterio clásico, modelando con sus manos -de puro nervio- grecorromanas, con su habilidad -de serena esencia- volcada en el trabajo, pulsión a la que consagró sus 94 años de vida. Su último aliento se lo llevó la piedra, el mármol, el relieve, el esbozo... «Cuatro horas antes de morir conversábamos sobre proyectos de futuro, ilusiones, su museo, la fundación», confesaba a ABC ayer su hijo Juan, tras colocar el Cristo que su padre tenía en su estudio al lado de su túmulo. «Preparaba para Colmenar de Oreja un monumento en la entrada de honor de la villa, que iba a llevar una estatua de Alfonso XIII y una puerta con cuatro relieves. La obra está en fundición». Le ilusionaba un museo interactivo en Mérida...

...Pero Juan de Ávalos -«un republicano juancarlista»- murió «muy preocupado» por la España de hoy, confirma su hijo. Cuando realizó el conjunto escultórico del Valle de los Caídos (los evangelistas, las virtudes y la Piedad), Juan de Ávalos era republicano de izquierdas: «Sólo fui el escultor que ganó un concurso para hacer unas estatuas, con un equipo en el que le aseguro que no hubo ningún tipo de esclavos, sino colaboradores que han sido mis consejeros, gente muy preparada -declaraba a ABC hace un año-. El Valle de los Caídos es simplemente una obra hecha con la vergüenza de los que hemos padecido una guerra civil increíble entre hermanos y para enterrar a nuestros muertos juntos y olvidarnos de ese horror con el que hundimos España en todos los sentidos. Unos y otros no defendimos más que el orgullo y la mentira (...)». (No hay que olvidar la polémica que se desató cuando el Gobierno socialista anunció la intención de convertir el Valle de los Caídos en un centro de interpretación de la represión franquista).

«No sé si tenía el carné número 5 ó 7 del PSOE de Mérida -explica su hijo-, pero hay que comprender que para los jóvenes de aquella época quien defendía las artes y oficios era la República y para esos jóvenes el socialismo era cultura. A su familia, sus hijos, nos ha criado con un amor inquebrantable por la justicia y la libertad. Mi padre era un gran cristiano que adoraba a Don Juan Carlos y a Doña Sofía».

Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la Real Academia de Extremadura y de la Hispanic Society of America, sus manos parecían esculpidas por los clásicos grecorromanos y los artistas del Renacimiento. Entre sus colosales obras: el monumento a Manolete en Córdoba; a José María Pemán en Cádiz, a Fernando el Católico en Zaragoza, el mausoleo de los Amantes de Teruel -la «niña» de sus ojos-, el busto al Rey en la Asamblea de Extremadura, el homenaje a Juan Pablo II en Madrid... Confesaba Ávalos que en 1934 Picasso le impresionó. «Estéticamente resultaba rancio hacer otra cosa», pensaba. Ávalos le habló de sus inquietudes a Unamuno y éste se paró en seco. «Sea fiel a sí mismo, no traicione a sus mayores», le dijo. Sus mayores han sido Mérida y el arte romano. Y tras otear la España que se vertebra advertía a su familia: «A ver si tenéis que acabar en Portugal como yo...»

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