La restauradora del Ecce Homo: «No he querido lucrarme»
Cecilia Giménez reconoce haberlo pasado «muy mal» tras la restauración del fresco de la iglesia de Borja
![La restauradora del Ecce Homo: «No he querido lucrarme»](https://s3.abcstatics.com/Media/201308/13/ecce-homo--644x362.jpg)
A una hora de distancia de la capital aragonesa se encuentra la pedanía del Santuario de la Misericordia. Un remanso de paz y tranquilidad con casas exclusivas habitadas por ilustres aragoneses del mundo de la abogacía o la medicina. Hace un año, su tranquilidad saltó por los aires. La polémica restauración que Cecilia Giménez hizo del Ecce Homo, uno de los frescos de la iglesia, dio la vuelta al mundo y provocó que la zona se convirtiera en el epicentro mediático.
Un año después, siguen llegando miles y miles de turistas dispuestos a conocer de primera mano la pintura. Así, la polémica restauración ha pasado de ser una catástrofe para el patrimonio de la localidad a todo un negocio. Y es que, sin quererlo, la pintura de esta octogenaria se ha convertido en un reclamo para la zona. No solo por los turistas, sino por el negocio que se ha montando alrededor de la imagen. En Japón, han llegado a vender caramelos y en Estados Unidos uno de los disfraces que más triunfó el pasado Halloween fue el del Ecce Homo.
Hasta el momento, de todo lo que ha generado la imagen del Cristo desfigurado Cecilia Giménez no ha recibido «ni un céntimo», según ella misma explica en declaraciones a ABC: «Yo no me he querido lucrar ni aprovecharme de lo sucedido». Sin embargo, Cecilia trata de llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento para percibir los derechos de autor. Su intención es que un 51 por ciento de lo que genere a partir de ahora la imagen restaurada del Ecce Homo sea para el Consistorio de Borja -localidad a la que pertenece la pedanía del Santuario de la Misericordia- y el 49 por ciento sea para ella.
Y es que su situación personal es complicada. Se trata de una mujer de 82 años, viuda y con un hijo inválido a su cargo que padece una enfermedad degenerativa. Su objetivo es crear una fundación para ayudar a personas que sufran este mismo problema y dejar el futuro de su hijo asegurado. Cosa aparte es el euro que se paga por persona para acceder a ver el Ecce Homo. En este caso, la recaudación se destina a obras de caridad.
En un año la vida de esta mujer ha dado un giro radical. Ha abierto informativos de medio mundo, ha acaparado portadas y su presencia se ha revalorizado como la espuma. De hecho, fue la encargada de dar las campanadas en un canal de televisión, una agencia de publicidad la ha contratado como directora creativa, ha pintado un nuevo Ecce Homo para la etiqueta de una botella de vino de Bodegas Ruberte e incluso ha llegado a dar un coloquio cultural.
Sin embargo, también reconoce «haberlo pasado muy mal. No entendía por qué todo el mundo hablaba de mí. Yo solo intenté que el fresco no se perdiera por la humedad como tantas veces había hecho», explica. Y un año después se sigue preguntando «por qué han tenido que hacer esto conmigo, por qué han querido hacerme tanto daño». Asegura haber llegado a estar «sobrepasada» e incluso en algún momentohaberse sentido «utilizada».
En su memoria quedará grabada para siempre la llamada que le cambió la vida. Fue su hermana y le dijo: «Cecilia ven a casa, te quieren meter en la cárcel». Así acabaron sus pasadas vacaciones y, a sus 82 años, comenzaba una nueva andadura.
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