El arquitecto en su Torre Roja
Dejó su huella en muchos centros históricos españoles, entre ellos los de Oviedo y Gijón, donde erigió una torre chiriquiana y encargó el «Elogio del horizonte» de Chillida

De Gijón me llega, por alguien que sabe el aprecio que le tenía, la triste noticia de la muerte, el pasado 16 de diciembre, del arquitecto y sociólogo ovetense (afincado en Madrid) Paco Pol, una gran figura en el campo de la dinamización de los cascos históricos. A Paco Pol lo conocí a comienzos de los setenta, en el comité de redacción de un periódico mural de agitación que se llamaba 'La Brecha', y se pegaba, en plan dazibao, en los pasillos de las facultades, entre ellas la Escuela de Arquitectura, de la que él sería luego profesor.
La gran pasión de Paco Pol fue la rehabilitación de los cascos históricos. La ciudad en que más huella dejó fue Gijón, donde intervino en Cimadevilla y su muralla romana, y en el cerro de Santa Catalina. Siempre que visito esa ciudad, me quedo admirado ante su Torre Roja, que forma ya parte de su skyline. Conocida como Torre del Reloj, la construyó sobre las ruinas de la primitiva, demolida en 1911. Un edificio metafísico, muy Giorgio de Chirico, muy 'Tendenza', muy Aldo Rossi, y hay que recordar la querencia italiana de Paco, enamorado de Venecia, Verona o Bolonia, incluida en este último caso su política urbanística PCI, que en su juventud elogiaba grandemente.
Gijón le debe además el actual puerto deportivo, la reforma de la Plaza Mayor, y el encargo a Chillida del monumental 'Elogio del horizonte', que desde 1990 se alza frente al Cantábrico, en el mencionado cerro.
Los ayuntamientos de muchas otras ciudades españolas contaron con Paco Pol. Entre otras, su Oviedo natal, donde construyó el Palacio de Justicia; Madrid, donde se le debe la reforma de la Plaza Mayor; Ciudadela; Cáceres; y la Ciudad Alta de Cuenca, donde dirigió los cursos de Patrimonio Histórico de la UIMP. Premio Nacional de Urbanismo, también obtuvo el del comité de medio ambiente de la OCDE, y en Italia, el de la ANCSA.
Entre los obituarios que se le han dedicado a este arquitecto vitalista y de amplia cultura, con gran afición a la pintura, y que fue uno de los animadores del activísimo Club de Debates Urbanos, además de los aparecidos en la prensa del Principado destaca, en redes, el de José María Ezquiaga, que fuera decano del COAM, y que contó con él como vocal de su junta de gobierno.
Dentro de poco saldrá una edición 'normal' de un libro póstumo de Antonio Bonet Correa, Santo y seña de Guillermo Pérez Villalta. Libro para el que me tocó hacer un trabajo de edición, y cuya prínceps salió en Menú, la benemérita aventura conquense de Juan Carlos Valera. En un apéndice final de fichas en bruto, por dos veces el autor hace referencia, en busca de paralelismos arquitectónicos a la obra del pintor, a Paco Pol. En la segunda ocasión pone sencillamente: «Torre Roja. Gijón. Paco».
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