La arqueología española presenta batalla para excavar en Grecia
Reimpulsan la creación de una Escuela de Estudios Helénicos en Atenas, clave para estudiar nuestras raíces griegas y publicar con sello español
Los pies de la diosa del Turuñuelo llegaron desde Grecia hace unos 2.500 años
![Jorge García, José María Luzón, María Paz de Hoz, Adolfo Domínguez y Horacio González, en la sala de vaciados de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/15/1475376856-RyYLWsTsDqJ7l3IvlVivAUK-1200x840@abc.jpg)
La guerra de los cien años de la arqueología española en Grecia encara una etapa crucial. Tras varios asaltos, derrotas y repliegues, una quincena de investigadores de diversas universidades españolas y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han sumado sus fuerzas para una ... nueva y -esperan- definitiva batalla que se salde con la ansiada creación de una Escuela de Estudios Helénicos en Atenas, la llave necesaria para emprender excavaciones españolas en Grecia y publicar después sus estudios con sello español.
«Es un momento propicio», asegura el arqueólogo y profesor de la Universidad Complutense (UCM) Horacio González. A su lado asienten Adolfo Domínguez y María Paz de Hoz, catedráticos de Historia Antigua y Filología Griega, respectivamente, y también el profesor de Arqueología de la UCM Jorge García, todos ellos miembros de la comisión que se ha constituido en la Sociedad Española de Estudios Clásicos (SEEC) para reimpulsar una sede que daría soporte en el país heleno a los arqueólogos españoles, pero también a investigadores de otros ámbitos como la historia, la filosofía, la literatura, la filología, la historia del arte o la musicología.
Diecinueve países cuentan con centros de estudios en Grecia, desde Francia, Italia y Alemania a Canadá o Estados Unidos. Los últimos en sumarse han sido Polonia y Rumanía. España, sin embargo e inexplicablemente para el mundo académico, aún no está presente. «La mayoría de esos países no tienen una relación con Grecia ni la milésima parte de la que ha tenido España con Grecia a lo largo de la Historia», se lamenta María Paz de Hoz, mientras recuerda que la vinculación griega con la Península Ibérica se remonta al siglo IX antes de Cristo, las huellas aún presentes de la cultura griega o el tiempo en el que el sureste peninsular y el archipiélago balear fueron bizantinos. «Que Finlandia, Holanda o Australia estudien las antigüedades griegas en Grecia y no esté España…, ¡con lo que tenemos compartido!», le secunda José María Luzón, anfitrión, a título particular, de este encuentro de primeras espadas en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
El exdirector del Museo Arqueológico Nacional y del Prado estuvo a un paso de abrir un centro en Atenas en los años 90, durante su etapa como director general de Bellas Artes (1991-1994). La ley helena obligaba (y obliga) a tener una sede oficial en el país para realizar excavaciones arqueológicas. «Sin una escuela, España no iba a poder estudiar allí sus raíces griegas; la condición para que España toque la flauta en Grecia es tener una sede estable», relata Luzón. De ahí que bajo su dirección se comprara por 60 millones de pesetas (unos 40.000 euros), una casa de más de 200 metros cuadrados en un sitio privilegiado, la calle Erechthiou, cerca del Museo de la Acrópolis, que hoy pertenece al Instituto Cervantes. «Hasta tiene un jardín donde se puede excavar en la ladera meridional de la Acrópolis», resalta el veterano arqueólogo.
![La casa del Instituto Cervantes que proporcionaría un espacio a la Escuela de Estudios Helenísticos](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/15/IMG_20220908_093311838_HDR-U00224244064zIg-624x350@abc.jpg)
Sin embargo, tanto la sede griega como la que trató de abrir en Egipto, con una nutrida biblioteca especializada en los fenicios, no llegaron a materializarse, pese a contar con la estrecha colaboración del Ministerio de Asuntos Exteriores. La idea de Luzón era destinar una parte de la dotación económica destinada a las excavaciones en el exterior para ir estableciendo sedes fijas en diversos países. «Eso hubiera sido tener una política continuada», afirma convencido de que las misiones arqueológicas «establecen y estrechan mucho los lazos culturales y a otros muchos niveles entre los países».
Antes de la iniciativa de Luzón, el arqueólogo José Ramón Mélida ya propuso en 1922 la apertura de una sede en Atenas y hubo otros intentos de mano del CSIC o de la Universidad Autónoma de Madrid. Sin embargo, todos los empeños se fueron al traste por relevos de cargos, vaivenes políticos, cuestiones legales o desidia y actualmente los investigadores españoles siguen viéndose obligados a vincularse a escuelas extranjeras en Grecia o a instituciones helenas para desarrollar sus trabajos. Como consecuencia, las aportaciones científicas españolas quedan diluidas bajo el marchamo de las instituciones extranjeras que los acogen.
Experiencia en Grecia
Horacio González, que acaba de volver a España, trabaja actualmente en un proyecto en Éfeso con el Instituto Arqueológico Austríaco y en el Ágora de Atenas, con la escuela americana. «Luego tengo mi propio proyecto español, entre Italia, Grecia y Turquía, pero necesito el anclaje de la escuela austriaca, de la alemana y la americana», explica. No es el único arqueólogo español con proyectos en curso en Grecia. Adolfo Fernández, de la Universidad de Vigo, investiga con la escuela americana en Lechion (o Lequeo), el antiguo puerto de Corinto; Antonio Sáez, de la Universidad de Sevilla, estudia las salazones gaditanas y malacitanas del siglo V a.C. también en Corinto, también vinculado a la escuela americana; Guillermo Pascual, de la Universidad de Cádiz, desarrolla una investigación sobre ánforas en el Epiro griego en colaboración con el Institute of Historical Research (IHR) del National Hellenic Research Foundation (NHRF); y Marta López, de la Universidad de Alcalá, que trabaja en la isla de Samotracia en el proyecto Cerintia, ha estado vinculada a la escuela italiana y a la americana.
«Pero ninguno excavamos. Estamos mirando sobre todo materiales arqueológicos», anota González. Como Raimon Graells i Fabregat, de la Universidad de Alicante, que estudia en Olimpia las armas griegas en el marco de un proyecto alemán.
![Imagen principal - Horacio González con compañeros del proyecto de Éfeso, una investigadora del proyecto Grepure de Antonio Sáez y trabajos en Lechion, el antiguo puerto de Corinto.](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/15/IMG-20230728-WA0019-U52845676283Ect-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Horacio González con compañeros del proyecto de Éfeso, una investigadora del proyecto Grepure de Antonio Sáez y trabajos en Lechion, el antiguo puerto de Corinto.](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/15/IMG_9773-U26060288802sLt-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Horacio González con compañeros del proyecto de Éfeso, una investigadora del proyecto Grepure de Antonio Sáez y trabajos en Lechion, el antiguo puerto de Corinto.](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/15/IMG-20231219-WA0013-U45565473231vvf-278x329@abc.jpg)
Una escuela española en Atenas abriría muchas puertas a estos y otros muchos investigadores españoles, que podrían desarrollar sus propios proyectos de excavación así como firmar sus publicaciones con el sello de una institución española. No como ahora, que «todos los becarios españoles en Grecia van pagados por España pero se vinculan a institutos extranjeros», constata Luzón.
A Adolfo Domínguez y a su equipo de la UAM se les concedió de forma excepcional un proyecto de prospección arqueológica hace 20 años en la Lócride, cerca del desfiladero de las Termópilas, llevado a cabo junto al XIV Eforato de Lamia. La publicación de sus estudios en una editorial extranjera sí dio visibilidad en aquella ocasión a la universidad española, aunque «fue algo especial, un gesto de buena voluntad para mostrar que en Grecia había interés por que España estuviera allí», admite el catedrático.
Domínguez, que hace una década emprendió su propia lucha para abrir una sede española en Grecia, recuerda que en 2018 firmaron un convenio que se publicó en el BOE (Nº 26, 29/1/2018) «mediante el cual el Instituto Cervantes hacía cesión de unos espacios a la UAM (en la casa de Atenas) para que la universidad pusiera en marcha una Escuela de Estudios Helénicos». Sin embargo, el convenio nunca se aplicó y terminó caducando por problemas de encaje jurídico. Al parecer, los estatutos de la UAM no permitían crear una sede en el extranjero «cuando la UCM tiene un centro en Harvard», anota Domínguez. Pese a todo, el catedrático cree que aquel esfuerzo fue positivo porque «la semilla ya estaba plantada, el Cervantes ya estaba de acuerdo y a partir de ahí se ha retomado la idea, con perspectivas más amplias, implicando a más gente…».
Mucho adelantado
«Ahora viene un cambio, estamos en un buen momento», dice convencido Horacio González. Los impulsores de la Escuela Española de Estudios Helénicos en Atenas cuentan con el respaldo de la Embajada de España en Grecia y del Instituto Cervantes en Atenas, que está dispuesto a cederles en un primer momento un espacio en la casa que se compró con tal fin. Pilar Tena, su directora, declara a ABC que han detectado entre las instituciones locales y otras escuelas ya existentes «un gran entusiasmo ante la posibilidad de que España se una a la lista de escuelas de arqueología extranjeras».
«Estas conocen muy bien la excelencia profesional de los arqueólogos, con quienes han trabajado, acogiéndoles, desde hace décadas, precisamente porque necesitaban ese paraguas institucional al no existir una escuela española», remarca Tena, convencida de que »habría ya mucho adelantando, porque se podrían realizar proyectos conjuntos con colegas que se conocen ya bien. Aunque el primer núcleo fuera modesto, una estructura reducida que permitiera echar a andar, en pocos años la actividad podría crecer considerablemente gracias a apoyos públicos y privados, proyectos de universidades españolas, etc. Es una perspectiva muy ilusionante».
También el embajador español en Atenas, Carles Casajuana, cree que «contar con un centro así sería magnífico para España porque las raíces de nuestra cultura están en Grecia» y «estudiar la cultura helénica es estudiar nuestra propia historia». Casajuana advierte de que «el proceso de creación, si sale adelante, presenta varias complejidades administrativas que provocarían la demora en el tiempo de un proyecto de esta envergadura», pero subraya que «en Grecia existe un excelente caldo de cultivo para la creación de este centro» porque hay «interés local» y «un grupo de arqueólogos españoles con experiencia en proyectos arqueológicos griegos y que quieren seguir trabajando aquí».
Instituciones como la SEEC o la Sociedad Española de Bizantinística y multitud de universidades, que contribuirían en la creación de una biblioteca especializada en el centro, apoyan este proyecto que en breve se presentará a los ministerios de Cultura, Exteriores y Universidades.
![El Ágora de Atenas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2024/01/15/AgoraFeb.2020-U25215804135ZfO-624x350@abc.jpg)
«Es un proyecto en el que ganaría todo el mundo y factible a nivel económico», según González, porque ya dispondrían de espacio físico y apenas requeriría de personal. Tan solo de una persona en la dirección, otra en la administración o secretaría y un responsable de la biblioteca. Aseguran, además, que «daría una visibilidad a España enorme».
A María Paz de la Hoz, autora de un corpus de inscripciones griegas en España que recoge más de 600 textos, le habría «venido de perlas» haber contado con una sede en Grecia para sus estudios. «Habría hecho la mitad del trabajo en Grecia», dice. Según relata la catedrática en Filología griega, «España es uno de los países más fuertes ahora en lingüística griega» y, sin embargo, los españoles solo pueden estudiar los comienzos de la lengua griega, las inscripciones más antiguas, a través de centros extranjeros o esperando a que otros colegas las publiquen. «Espero algún día poder ver in situ lo que hay allí, porque es el origen de lo que nos ha llegado», dice. Tal vez De la Hoz no tenga que esperar mucho para asomarse a la terraza de la futura Escuela de Estudios Helénicos en Atenas y contemplar el Partenón, si se gana esta última batalla. Y González y Domínguez ya no tendrán que contestar a la sempiterna pregunta de sus colegas en Grecia: «¿Qué pasa con la escuela española?».
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