Séneca esconde levita
Malkovich no es que se parezca a los personajes de trueno que le encargan, sino que él es cada personaje que le encargan
![John Malkovich, en la Berlinale](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/02/26/malkovich-RY61kCGTDKxqy8uH5beUT8N-1200x840@abc.jpg)
Podría aparecérsenos Malkovich en algún garito nocturno vistiendo una levita de 'Las amistades peligrosas', y no nos daría un susto. Más bien al contrario. Nos parecería Malkovich de paisano. Porque Malkovich es de llevar levita de pérfido terciopelo, aunque no la lleve. Ahora, hace de ... Séneca, en la película a punto de estreno. Malkovich no es que se parezca a los personajes de trueno que le encargan, sino que él es cada personaje que le encargan. Ahora le ocupa ser Séneca, maestro de retórica, tutor de Nerón. Si lo pensamos, Séneca se parece a Malkovich, más allá o más acá de bien que funcione la película.
La película acaban de saludarla los críticos con algo de reparo, pero aquí se trata de celebrar a Malkovich. Veo en él al último dandi de Hollywood, que es como decir el primero, porque allí todos van de vagabundos millonarios o bien de traje prestado de Armani, para el día del Oscar. Eso, y que el tío parece de Londres, aunque naciera en Illinois.
Malkovich es dandi, «porque nunca sale de sí mismo», según los cánones al respecto de Charles Baudelaire, que es autoridad. Ya digo que si nos damos de frente con él, en un garito, lo mismo encontramos al perverso aristócrata de 'Las amistades peligrosas', chaleco de oro incluido, que a un Séneca con el ropero despistado. No hace falta insistir en que toda esta singularidad atuendaria viene de su carácter de actor raro, de su espíritu de solitario exótico, de sus ganas «de convertirse en el que es», por decirlo a la manera de un clásico.
Hay algo, aún, en su osamenta, del conductor de autobuses que fue, y hay mucho en su calva monumental de caníbal que lee versos. Quienes le han entrevistado me cuentan que piensa mucho sus respuestas, ensimismándose, incluso, en el silencio. He aquí un detalle más de elegante «hacia adentro», que luego se vuelca mucho en sus adornos de ropa kimono y chaquetas de alta botonadura. Los tímidos se remedian mucho en el exceso, y quizá eso pasa con Malkovich.
Se acerca ya a los setenta años, pero conserva bien su arboladura de macho que fue joven atleta, y ya anuncia un algo de vaivén vencido de poetón de otro siglo. Entresaco una frase suya, que le aquilata: «No me va llevar una vida fashion, pero odiaría no tener dinero para comprar libros». Difícil que lo superen los mozallones de teleserie, que gastan biblioteca de mancuernas.
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