Ladrón de Fuego
Recuerdo de Mingote
«Hablo hoy de él porque en abril nos dejó, hace más de una década. Fue ayer, y no fue ayer. Porque hay nostalgia de Mingote, porque hay vigencia en Mingote»
Una poesía de susto
![Recuerdo de Mingote](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/cultura/2023/04/09/mingote-RkKPbE1eT4Vrdx2aKC1XmHL-1200x840@abc.jpg)
Era Antonio Mingote un artista autodidacta, porque no hay otro camino. El artista come de su propio talento, y crece hacia su propio talento, que es una rara esencia que no se enseña en las universidades. Hablo hoy de Mingote porque en abril nos ... dejó, hace más de una década. Fue ayer, y no fue ayer. Porque hay nostalgia de Mingote, porque hay vigencia en Mingote.
Estamos ante un clásico que nos saludaba, cada mañana, desde la ventana de su viñeta de ABC, y así más de medio siglo. Estuvo en lo suyo hasta el momento de la muerte misma, como González-Ruano, por ejemplo, que le daba al artículo desde el lecho de la última hora, mientras se desesperaban sus cuidadoras de hospital, incapaces de imponerle el descanso al enfermo: «Déjenme ustedes en paz. Yo soy escritor como ustedes son monjas».
En efecto, el oficio creador es un sacerdocio o se queda en macramé de amateur, en pilates de caprichos. Mingote ha sido sacerdote de lo suyo, el humor a lápiz, el dibujo hablante, la viñeta exacta donde todos somos José Luis López Vázquez, un español medio cabreado con la señora al lado, que es la otra mitad del cabreo. Le hicieron marqués, pero ya lo era, porque practicó la aristocracia del ingenio, y no del chiste, que es un asunto menor. Antes de llegar a este periódico, militó en 'La Codorniz', donde se tuteó con Gómez de la Serna, Jardiel Poncela, o Edgar Neville. Escribía teatro con soltura próspera, y manejaba el ingenio tan en serio como si barajara un juguete. Es tópico decir hoy, en homenaje de lunes, que Mingote era un género, pero hay que decirlo, porque es verdad, y para que no nos olvidemos de los talentos del pasado, que aún pintan algo en los futuros.
Le traté lo justo, y un día memorable me relató cómo vivió en un susto el arranque de la Guerra Civil, porque pensaba que una bomba iba a destruir un piano que había en la casa de sus padres. No deja discípulos, que es el mayor síntoma de su excelencia, pero sí una escuela de dibujar fácil, que es lo difícil. Hay cosas, casi cubistas, en lo suyo, que son como si Picasso se entretuviera un rato en hacer su página del ABC. La de ayer, que es la de siempre.
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