Miley Cyrus, la dorada diva

Miley ha triunfado a principios de año, en los Grammy, y el vídeo de su actuación es ya un clásico del poderío de la música, de la belleza, del vértigo, o de todo junto. Yo quedé hechizado, hasta hoy. Estamos ante una artista. Tuvo una época en que iba por la vida a bordo de un tutú de Disney, y luego le dio por sacar la lengua sin mucho criterio, cuando se consagró de archiestrella del pop.

Las portadas le han dado a menudo el título de «la nueva reina del escándalo», porque cumplió un cruce de Britney Spears y Madonna, solo que con menos discografía que ésta, y, sobre todo, menos años, que es como decir con un voltaje renovado, estival y apabullante. Lo suyo lo rebautizaron un día como 'pornodisney', que no sabemos muy bien lo que es, aunque sí.

Se trataba del jaleo de una chica entre mona y monísima que se desabrochaba, después de hacer carrera como Hannah Montana. Estábamos ante lo de siempre, pero un poco más: un ángel con fondo de armario de chica mala. Yo pensé, durante demasiado tiempo, tan equivocadamente, que Miley Cyrus no pasaba de ser un vídeo de mucha posturita, pero resulta que dio pronto el estirón, y ya tenemos una estrella que resuelve el escenario con electricidad única.

Creo que es la diva del momento, entre descaros lésbicos y joyería punk, y lo mismo hace 'Flowers' que versiona a Sinatra o Blondie, con una voz de sombrío metal salvaje. Durante la gala de los Grammy, sola como un relámpago, resultó el esplendor con laca, el esplendor que inaugura un cardado de laca de oro. La niña prodigio preparaba una artista de apoteosis. Un poderío que se peina despeinadamente.