El secuestro cultural de Tintín por los herederos de Hergé
Los servicios jurídicos de Moulinsart S.A., la empresa que gestiona el legado del dibujante belga, han exigido que se cierren exposiciones e incluso se han querellado contra dibujantes que se han atrevido a realizar versiones o sátiras de las aventuras del joven reportero pelirrojo, que está a punto de cumplir cien años

Se trata de uno de los reporteros más famosos de la historia , de un chico belga que conoció el siglo XX con la proximidad privilegiada que le brindaba su oficio. Sus amigos eran un fox terrier blanco, un marino deslenguado y borrachín y ... un científico atolondrado que recordaba vagamente a Charlot. Sus viajes –recorrió la Unión Soviética, visitó los fumaderos de opio de China e incluso llegó a pisar la Luna– encendieron en el corazón de los jóvenes la misma llama con la que Stevenson alumbró el corazón de Borges. Sus aventuras despertaron el amor por el misterio en la imaginación de los niños como las flores en primavera. Pero esos méritos no han permitido que le conozcamos mejor . Los responsables del legado de Hergé –su viuda y segunda esposa, Fanny Rodwell , heredó los derechos sobre su obra cuando el dibujante murió en 1983– no le han puesto las cosas fáciles a los amantes de Tintín que le quieren rendir homenaje.
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«En muchos aspectos, Tintín es más real que algunas personas de carne y hueso », afirma Rafael Narbona , que acaba de publicar ‘Retrato del reportero adolescente. Un paseo por el siglo XX’ (PPC, 2021), un libro en el que repasa los álbumes del querido personaje creado por el dibujante belga Georges Rémi (Hergé) hace casi cien años. «Empezó a publicarse en 1929 y ya es un mito, porque mucha gente se ha educado en sus valores de ‘boy scout’: el amor por la naturaleza, la justicia...», explica. «No se trata solo de evasión o entretenimiento, sino de un aspecto más de la realidad, que modula y sobre la que ejerce influencia. Los que lo hemos leído pensaríamos de otro modo si no lo hubiéramos hecho. Es un educador», sostiene. «Por eso, también es doloroso el contraste entre Tintín y la gestión de su legado –anuncia–, porque a él no le interesaban ni el dinero ni el poder».
Un marco asfixiante
Movido por la admiración y el deseo de fantasaear sobre la penumbra que opaca la vida del reportero –nadie sabe cuándo nació, quiénes son sus padres o si alguna vez se enamoró–, Narbona imaginó su libro como una larga entrevista con un Tintín anciano que aceptaba responder a sus preguntas desde su retiro en una residencia de Bruselas, pero la empresa que gestiona el legado y los derechos de autor de las obras de Hergé se lo impidió. «Antes de publicar, nos pusimos en contacto con Moulinsart S.A. y nos dijeron que no podíamos utilizar en el título las palabras Hergé o Tintín y que ellos se reservaban cualquier posible versión sobre el personaje», lamenta.
Aunque Narbona consiguió reescribir la trama en quince días e incluso enriquecerla con un juego literario –convirtió a su entrevistado en un tal señor Niemand, el señor Nadie en español, y difuminó los límites entre la realidad y los sueños para retratar la huella emocional de Tintín en la vida de sus lectores–, critica las formas de Moulinsart S.A , y denuncia que no promueva «estudios, ensayos ni publicaciones» sobre el trabajo de Hergé. También recuerda que no es el único que ha tenido problemas con la sociedad, que nació por iniciativa de Nick Rodwell, el actual esposo de la viuda de Hergé y propietario de la primera tienda de Tintín que se abrió en el Reino Unido . «Ejercen una persecución inquisitorial, lo puede decir cualquier fan de los álbumes».
«Nos gustaría hacer más cosas, pero con las restricciones de Moulinsart S.A. no puede ser», señala también Paloma Pérez, tesorera de la asociación tintinófila hispanohablante ¡Mil Rayos! «Sufrimos las imposiciones, pero las asumimos porque no tenemos más remedio, aunque nosotros no cobramos ni sacamos beneficio», subraya. Esas limitaciones incluyen que cualquier dibujo que reproduzcan tiene que ser de Hergé y no de otro artista que le haya interpretado o que las copias deben estar en blanco y negro.
La lista de tintinófilos célebres es extensa y variopinta. Incluye a personajes tan célebres como Charles de Gaulle –el escritor André Malraux dijo que el general había bromeado con que el reportero era el único que le podía hacer sombra– o a Soong May-ling, la esposa del militar Chiang Kai-shek
Los admiradores de Tintín o los que pretenden llevar a cabo una suerte de exégesis sobre el trabajo de Hergé se topan con frecuencia con problemas similares. Otro caso reciente se produjo el pasado noviembre, cuando la galería Cromo de Barcelona tuvo que cerrar su exposición ‘Simalia’ tras recibir un aviso del gabinete jurídico de Moulinsart S.A. Su autor, Nacho Simal, todavía se muestra perplejo ante la medida, lamentando que los herederos del dibujante no admitan reflexiones o sátiras sobre los famosos álbumes. «Como todos los que hemos sido niños, pasé mi infancia rodeado de cómics de Tintín», cuenta. «Hace cuatro años, me quedé fascinado con ‘El cetro de Ottokar’, y, para consumo interno, empecé a producir un homenaje con dibujos en gran formato, pero luego ese trabajo cogió forma y lo expusimos en la galería Cromo, sin pensar que podríamos tener problemas de algún tipo».
Aunque la muestra se iba a titular ‘Syldavia’ en honor al reino al que viaja Tintín en esa aventura, eso tampoco fue posible. «Dos días antes de la inauguración, recibimos un burofax de un hombre que decía ser el cónsul honorario de ese país imaginario y tuvimos que rebautizar la exposición como ‘Simalia’, un juego con mi apellido», recuerda el artista. «Funcionaba bastante bien, se estaban preparando artículos en la prensa, pero entonces llegó otro correo electrónico del bufete de abogados de Moulinsart S.A. pidiendo información sobre las obras y sus precios y prohibiendo exponer, vender y promocionar las imágenes».
Sufrimos las imposiciones, pero las asumimos porque no tenemos más remedio, aunque nosotros no cobramos ni sacamos beneficio
Paloma Pérez
Tesorera de la asociación ¡Mil Rayos!
Como se trataba de un proceso largo y costoso, Simal prefirió no enredarse en una batalla judicial , pero quizá se habría llevado una sorpresa agradable. En mayo, un tribunal de Rennes falló a favor del dibujante Xavier Marabout, al que Moulinsart S.A. había demandado por sus versiones eróticas del reportero en paisajes inspirados por Hopper. Los jueces estimaron que no había confusión posible «entre el Tintín de Marabout y el Tintín de Hergé», como informó Juan Pedro Quiñonero en ABC, y obligaron a la sociedad a pagar 20.000 euros en gastos procesales y 10.000 de indemnización
Lo cierto es que la lista de tintinófilos célebres es extensa y variopinta. Incluye a personajes tan célebres como Charles de Gaulle –el escritor André Malraux dijo que el general había bromeado con que el reportero era el único que le podía hacer sombra– o a Soong May-ling, la esposa del militar Chiang Kai-shek, que llegó a invitar a Hergé a China para agradecerle la denuncia al imperialismo japonés que había incluido en su álbum ‘El loto azul’ (1935), según cuenta Fernando Castillo en su libro ‘Tintín-Hergé’ (Fórcola, 2011).
Un hombre ambiguo
En España, novelistas como Arturo Pérez-Reverte o el poeta Luis Alberto de Cuenca también han expresado su amor por las aventuras del personaje de Hergé . «La historia del siglo XX se puede estudiar leyendo a Tintín», reivindica Narbona. «Sus viajes comienzan en la Unión Soviética y siguen con la colonización, los conflictos en Oriente Medio o las dictaduras en América Latina, y también denuncian la falta de respeto de Occidente por los pueblos indígenas», explica. «Hergé era muy crítico con el bolchevismo y el capitalismo y se sentía muy cómodo en Bélgica, un pequeño país con una monarquía donde estaba permitido el debate y el consenso».
Ese lado luminoso no puede ocultar un reverso menos favorecedor . «Hergé era conservador, monárquico y católico, pero también muy amigo de Léon Degrelle, el fundador del partido Rexista, sobre el que Hitler dijo que le hubiera gustado tener un hijo como él. Aunque había criticado el imperialismo japonés en ‘El loto azul’, las dictaduras latinoamericanas en ‘La oreja rota’ o el nazismo en ‘El cetro de Ottokar’, el dibujante se dejó llevar por el miedo cuando los alemanes entraron en Bélgica en la Segunda Guerra Mundial y comenzó a publicar en Le Soir, un periódico intervenido por las tropas invasoras», cuenta Narbona. «Las imágenes de la Wehrmacht en la Unión Soviética llegaron a aparecer junto a las viñetas de Tintín».
Los escritores no son ejemplares. Son individuos que tienen habilidad para manejar un lenguaje, pero detrás de una obra que admiramos suele haber una persona imperfecta
Rafael Narbona
Autor de 'Retrato del reportero adolescente'
Para escapar de esa realidad que le disgustaba pero a la que no era capaz de hacer frente, Hergé «dibujó álbumes de evasión, optando por la aventura y reduciendo el contenido político». «Los escritores no son ejemplares –razona Narbona–. Son individuos que tienen habilidad para manejar un lenguaje, pero detrás de una obra que admiramos suele haber una persona imperfecta».
Sus faltas conviven con el talento de un artista que admiraba a Ingres y a los pintores flamencos y se convirtió en el miembro más famoso de la escuela de cómic de la línea clara . «A Hergé le gustaba mucho el cine, y por eso incorporó el humor de las películas mudas o de Hitchcock», comenta Narbona. «Se le ha acusado de misógino, pero creó a Bianca Castafiore, una mujer de armas tomar, y demostró sensibilidad por minorías como los gitanos», añade. El celo excesivo de sus herederos puede limitar que la riqueza de ese legado se siga estudiando.
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