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«Es preciso que nos reimaginemos a nosotros mismos»

«Es preciso que nos reimaginemos a nosotros mismos»

(...) «Este galardón me emociona particularmente porque soy canadiense, y también nosotros resultamos, a menudo, invisibles; o se nos confunde con ciudadanos de Estados Unidos, país con una historia, una geografía, una mezcla de culturas y una posición de poder en el mundo muy distintas a las nuestras. Como se dice en una de nuestras canciones más conocidas, «Canada´s really big» , pero su población es comparativamente pequeña. Oficialmente, se trata de un país bilingüe, aunque en realidad sea multilingüe, pues cuenta con 52 lenguas indígenas, más muchas otras de más reciente implantación. Nuestra sociedad se ha formado, no tanto mediante la conquista y el dominio como a través de la negociación y renegociación constantes entre distintas culturas, lenguas y puntos de vista. Según un chiste canadiense, en el camino que conduce al Cielo hay dos flechas. En una de ellas se lee «CIELO», y en la otra «MESA REDONDA SOBRE EL CIELO». Y todos los canadienses siguen la dirección de la segunda».

(...) «Los gobiernos que intentan abolir el arte -ya sea con su indiferencia, ya sea con su afán por suprimir las voces independientes- no lo consiguen jamás, pues incluso si se lo condena a la clandestinidad, si se le cortan los suministros, si se lo oculta, el impulso artístico, a pesar de todo, halla una vía de expresión. El arte existe desde que existe el ser humano, como testifican las maravillosas pinturas de las cuevas de Altamira. La creación artística es un síntoma de nuestra humanidad: todo ser humano es intrínsecamente creativo, como tan bien demuestran niñas y niños».

(...) «Todo, en nuestras sociedades, se ve influido no sólo por la tierra que nos sustenta, sino por el mundo imaginativo que construimos, y en el que habitamos. Incluso nuestras instituciones aparentemente más sólidas se sostienen en las ideas que tenemos de ellas, en nuestra fe en su existencia. Los bancos se desmoronan cuando perdemos la confianza en ellos, tal como se ha visto recientemente. Y lo mismo sucede con las naciones. La función del arte, en cierto modo, consiste en imaginar lo real y, al hacerlo, dotarlo de ser».

(...) «Hoy nos hallamos inmersos en una crisis mundial. Financiera, pero también climática. Mucha gente teme el futuro, un futuro que casi con total seguridad traerá escasez de alimentos, suministros cada vez más menguados de energías fósiles y más pobreza e inestabilidad social. En estas condiciones, conviene recordar la humanidad que compartimos, una humanidad que muestra su mejor rostro a través de la inventiva y el valor, de la flexibilidad de pensamiento y la generosidad, y a través de la capacidad de sentir alegría allí donde amenaza el peligro. Una sociedad rica en artes también es rica en estas cualidades. Los economistas no pueden ponerles precio, pues no pueden cuantificarse. Sin embargo, sin ellas las cosas no nos irán nada bien. Es preciso que nos reimaginemos a nosotros mismos. Y no sólo a nosotros mismos, sino nuestra relación con el planeta que nos sostiene».

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