Adiós al hispanista John Elliott, amigo de España y de los españoles
El historiador británico ha fallecido a los 91 años, tras estar varias semanas ingresado en un hospital de Londres
Muere John H. Elliott, el hispanista que devolvió a España una historia sin complejos
![Adiós al hispanista John Elliott, amigo de España y de los españoles](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2022/03/10/elliott-kQeF--1248x698@abc.jpg)
Como nos temíamos hace tiempo, nuestro querido maestro John H. Elliott ha cruzado la última frontera de este mundo. Ahora me pregunto, desde una tristeza sin consuelo posible, qué hubiera querido leer en ABC , un periódico en el que dejó tantas ... contribuciones y opiniones , en el que siempre estuvo dispuesto a colaborar, hasta el último día de su larga vida. Sabía que sus lectores le apreciaban y, de muchas maneras, más allá del hispanismo banal y oportunista de trazo grueso y tradición romántica, estos habían entendido desde su obra pionera ‘La España imperial’ (1963) que su proyecto intelectual y personal era distinto. Creo fundamental, nunca dejó de recordarlo, así empezó ‘Haciendo historia’ (2012), lo más parecido a una autobiografía que nos ha dejado, el modo en que su fascinación por España nació durante su visita al Museo del Prado en 1950, en el transcurso de un viaje de estudios en el que ‘descubrió’ a Velázquez .
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También fue determinante, siempre lo subrayó, la humanidad que encontró, lo que describió como la «dignidad en la pobreza», de los españoles de entonces. Su amor por nuestra patria no fue una vivencia intelectual, sino el resultado de una experiencia, una opción afectiva que encarriló su carrera como historiador. Aunque tardó tiempo en llevar a la imprenta sus obras maestras, una por década al menos, entre las cuales destacan por diversos motivos ‘La rebelión de los catalanes’ (1963), ‘El Viejo y el Nuevo Mundo’ (1970), ‘El conde-duque de Olivares’ (1986), ‘Imperios del mundo atlántico: España y Gran Bretaña en América’ (2006) y ‘Catalanes y escoceses. Unión y discordia’ (2018), un libro en el que defendió la unidad de España y deshizo las supercherías inventadas por los separatistas catalanes (que desde entonces lo pusieron en su lista negra), creo que sus motivaciones profundas fueron siempre las mismas.
La leyenda negra
En primer y destacado lugar, la lucha contra el excepcionalismo en la interpretación de la historia de España. La leyenda negra , para él, carecía de sentido histórico. Por eso, estudió su fabricación y difusión impresa. En los tiempos –años sesenta, para echarse a temblar– en los cuales lo ‘progresista’ era contar que español era el que no podía ser otra cosa, o disparates similares, fundó una escuela que representó en el ámbito de la Historia moderna lo mismo que, para el periodo de Historia contemporánea, implicó el trabajo del formidable Raymond Carr en Oxford. España era una nación europea como las demás . Ni más, ni menos. Lo que correspondía a los historiadores, vinieran de donde vinieran, era dejar de repetir ‘verdades cansadas’ y estudiar su emocionante trayectoria histórica global sin complejos ni puntos de partida apriorísticos. Era preciso usar el método de la historia comparada, señalaba a sus alumnos, para ver qué era similar, qué diferente y reconocer las causas para ofrecer nuevas interpretaciones.
En esta línea, creo que uno de sus mejores libros es la biografía simultánea de Richelieu y Olivares , poderosos en Francia y España en la era de los validos, condenados no a entenderse, era imposible, pero sí a mirarse y a vivir obsesionados el uno con el otro . Repetía, con una suavidad que no admitía réplica: «Hay que cuidar la narrativa». Aunque tuvo la actitud y obsesión por su obra de ‘un escritor profesional’ (¿y qué es si no un historiador?), reiteraba «la importancia de cuidar la escritura». Esta poseía, explicaba en clase, la magia de acercarnos a los grandes públicos de la historia. Era la herramienta de un historiador, lo acercaba a la complejidad humana. Cuanto mejor escritor era un historiador, concluía, tenía mayor capacidad para descifrar los conflictos del pasado.
Historia atlántica
Tan fértiles inclinaciones le condujeron a la historia atlántica, que cuenta el devenir americano, europeo y africano al modo de una estructura conectada, y más tarde a la historia comparada de los imperios . Después de ‘Imperios del mundo atlántico: España y Gran Bretaña en América’, en el que se aventuró a contar con luces y sombras la expansión ultramarina de ambas monarquías, se hallaba trabajando, me contó la última vez que nos vimos, en una historia comparada de los imperios español y portugués. Lo que se encuentre en su escritorio de Iffley, al sur de Oxford, donde residía junto a su querida esposa, Oonah, en una vieja casa restaurada llena de libros y cuadros maravillosos, seguro que se hallará en perfecto orden. Su letra pequeña requerirá, sin embargo, de una lectura minuciosa. Hace dos décadas, en una entrevista para este periódico, le pregunté, quién lo iba a decir, cómo le gustaría ser recordado. Me respondió, tras pensarlo unos segundos: «Soy una persona que ha intentado comprender» . Descansa en paz, inolvidable, generoso John.
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